Aclamad a Dios con alegría, toda la tierra. Cantad la gloria de su nombre; Poned gloria en su alabanza. Decid a Dios: ¡Cuán asombrosas son tus obras! Por la grandeza de tu poder se someterán a ti tus enemigos. Toda la tierra te adorará, Y cantará a ti; Cantarán a tu nombre.
Selah
Salmos 66:1-4
REFLEXIÓN:
Selah... El pletórico salmista no puede acallar su exaltación al Único digno de recibir toda la gloria y la honra, e insta a toda la tierra a hacer lo propio, en alabanza por Su poder y magnificencia.
Ya de paso, recuerda a sus compatriotas que todo ha sido hecho por Dios, y jamás una criatura conseguirá llevar a cabo ningun tipo de sublevación.
Selah... Y concluye en inicio de su pausa y meditación con el decreto de un futuro en que solo se hallará en su pueblo lenguas de alabanza y adoración a Su Santo nombre.
APLICACIÓN:
Somos seres creados por Dios. Y no solo eso, sino también le ha placido hacernos coherederos de toda Su gloria juntamente con el Hijo, nuestro Señor Jesucristo, por medio del sacrificio consumado en la cruz.
"Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia."
1 Pedro 2:9-10
Es nuestro sino, como hijos de Dios adoptados por medio de Cristo, proclamar Su gloria y honra sobre la tierra, para salvación de los que creen y firmeza contra quienes rechazan Su Santo nombre.
Habrán quienes reciban el evangelio y se unan a nosotros por medio de Jesucristo, y otros lo rechazarán. Pero esto no nos debe desanimar, sepamos que Dios es Soverano y nada se le escapa de Sus manos.
"Por lo cual también contiene la Escritura: He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa; Y el que creyere en él, no será avergonzado. Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen, La piedra que los edificadores desecharon, Ha venido a ser la cabeza del ángulo; y: Piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados."
1 Pedro 2:6-8
ACCIÓN:
En virtud de quien lo ve desde la perspectiva del beneficiado por la sangre de Cristo, es un motivo de gran celebración saber que un día disfrutaremos de la presencia de nuestro Señor, Dios y Padre celestial, en toda Su gloria y por la eternidad.
La contrapartida la tiene quien aún no ha aceptado a Cristo o no tiene intención de hacerlo pues, si este muriese, no hallaría descanso su alma, sino que para él está preparado un perenne sufrimiento indescriptiblemente angustioso.
Doy gracias a Dios por haberme rescatado de mi pasada forma de vivir pecaminosa y haberme llevado a la vida a través de Su Hijo Jesucristo, quien pagó por mis pecados en la cruz y, habiendo resucitado al tercer día, está sentado a la diestra del Padre, intercediendo por mi y por todos los redimidos, hasta el día que vuelva a la tierra y se muestre con todo el esplendor de Su gloria, para dar pago a los impíos con el furor de Su ira, destruyendo definitivamente la maldad en el mundo y todo el que se jacta en ella.
Si usted que lee, se encuentra hoy entre los que aún no han aceptado el perdón de Dios a través de Su Hijo, el Señor Jesucristo: Sepa que no hay nada por muy sublime que parezca, que el hombre pueda hacer por su propia cuenta para salvar su alma del infierno. Sino que ante los ojos de Dios, solo es posible la justificación a través del sacrificio perfecto en pago por sus pecados, el cual fue consumado en la cruz de Cristo y en su sangre derramada gota a gota por cada uno de ellos.
Sepa pues, que la salvación de su alma depende sólo de su fe depositada en el Señor Jesucristo, el Hijo de Dios, en arrepentimiento y aceptación del perdón, para hallar la justificación ante Dios, paz y esperanza de vida.
Concluyo con la siguiente cita:
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.
Efesios 2:8-9
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