CONSECUENCIAS, 2 Crónicas 12:2-4
Y por cuanto se habían rebelado contra Jehová, en el quinto año del rey Roboam subió Sisac rey de Egipto contra Jerusalén , Con mil doscientos carros, y con sesenta mil hombres de a caballo: mas el pueblo que venía con él de Egipto, esto es, de libios, suquienos, y etíopes, no tenía número. Y tomó las ciudades fortificadas de Judá, y llegó hasta Jerusalén .
2 Crónicas 12:2-4
En sus inicios, Roboam ejerció muy bien su reinado, permitiéndose la oportunidad de fortificar sabiamente varias ciudades, sitas al sur de su reino. Estas fortificaciones, por su cercanía fronteriza con Sisac, asegurarían una protección extra a Judá, además del amparo de Dios, como escudo contra las naciones vecinas.
Y en esa protección y fortaleza Roboam relajó su obediencia hasta tal punto de hacer lo mismo que el reino del Norte, irse en pos de la idolatría.
Poco tardaría el enemigo en entrar al ataque, y no él solo, sino con sus muchas tropas y poblado, masa tal de atacantes que no se podía ni contar.
Sisac entró con todo el arsenal a sabiendas de las fortificaciones y en conocimiento de lo que fue el reinado de Salomón en una nación unificada. Porque a pesar de su división, contaba con la protección de lo Alto.
Pero en este caso hubiera conseguido el mismo efecto de haber entrado con cuatro, en lugar de con miles. Porque Dios así lo estaba permitiendo, como un juicio directo contra el pecado de Judá, tanto así, que el daño llegó a alcanzar a la misma ciudad de Jerusalén.
La rebeldía de Judá, cayendo en pos del pecado de su reino hermano, el de Israel, nos recuerda la amonestación de Pablo en el inicio de su carta a los Romanos, sobre aquellos que miran el pecado ajeno como si jamás fueran a caer en lo mismo, ya ni contando sus propios pecados.
"¿Y piensas esto, oh hombre, tú que juzgas a los que tal hacen, y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de Dios?"
Romanos 2:3
Pues así le acontecía a Judá, receptáculo del juicio de Dios al haberse ido por el camino de Efraín...
La vida cristiana sobre la tierra está plagada de retos y adversidades. Generalmente, siempre que nos encontramos en situaciones complicadas, decimos que estamos pasando por pruebas.
Entendemos las pruebas como un elemento más en la formación de la práctica de la fe cristiana, que nos implica el madurar y fortalecer la fe para sobrellevarlas.
Pero muchas veces no se trata de meras pruebas, sino más bien de consecuencias disciplinarias a causa de nuestros actos.
Y esto acontece a causa de un relajo en nuestra vida devocional, descuidando nuestra nutrición en la Palabra y el mantenimiento de la cercanía relacional con Dios.
Tras el descuido viene la desobediencia, y es ésta la que desencadena una serie de contrariedades que impiden la paz y el gozo en el corazón cristiano.
Se soluciona en arrepentimiento, pero mientras este no se dé el daño irá en aumento, pues éste tiene el cometido de evidenciar una vida desprovista del amparo Divino y la inminente necesidad de arrepentirse y volver a Sus brazos.
Ahora bien, la misma amonestación de Pablo a los Romanos debería ir dirigida a nosotros por cuanto, cuando vemos a un hermano sufriendo una adversidad pronto lo juzgamos como de estar siendo golpeados por el peso de su pecado, mientras que cuando nos acontece a nosotros preferimos pensar que estamos experimentando un mero proceso en la formación de nuestro carácter.
Hoy es día de reflexionar sobre el estado de nuestra vida devocional. No sea que, pensando que estamos experimentando unas pruebas, el juicio de Dios esté cayendo sobre nuestra desobediencia.
Y si por si acaso nos cuesta acudir con corazón contrito para volver a nuestra senda de paz y gozo en Cristo, cobremos ánimo y sirvámonos de estos versos para nuestra restauración.
"Todas las sendas de Jehová son misericordia y verdad, para los que guardan su pacto y sus testimonios. Por amor de tu nombre, oh Jehová, perdonarás también mi pecado, que es grande. ¿Quién es el hombre que teme a Jehová? El le enseñará el camino que ha de escoger."
Salmos 25:10-12
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