viernes, 28 de octubre de 2022

CONVENIENCIAS, 2 Crónicas 12:1

CONVENIENCIAS, 2 Crónicas 12:1

Cuando Roboam había consolidado el reino, dejó la ley de Jehová, y todo Israel con él.
2 Crónicas 12:1

Roboam desvió su corazón visto asegurado su trono.

Humanamente hablando, es imposible caminar sin tropiezos. Tropezar y caer es algo que suele suceder, aunque lo esperable es levantarse y continuar en el trayecto en que se estaba antes de la caída.

Pero la caída se torna desvío cuando uno ya no se mantiene en su sitio.

Esto mismo le aconteció a su padre, el rey Salomón, en su vejez. Que influenciado por sus tantas mujeres, desvió su corazón a sus dioses. Primeramente tuvo el error de permitirles que ellas continuaran practicando su idolatría, y eso acabó torciendo su corazón en pos de sus ídolos.

Aunque Roboam no se estaba desviando por "descuido", sino que dice la Palabra que esperó a verse fuerte y consolidado en su trono. Esto indica que el rey se mantuvo en la ley por conveniencia.

Que un hombre se desvíe no implica que deba desviarse todo un pueblo, pero cuando éste es el que lo encabeza, el resto del cuerpo se va a ir con él.

Y aquí podemos ver que Israel tampoco estaba sirviendo a Dios honestamente, sino en mimetización con lo que hacía su rey.

No es que no existiera advertencia sobre ésto, y hasta en los cánticos de David podemos verla en forma de bienaventuranza.

"Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su confianza, Y no mira a los soberbios, ni a los que se desvían tras la mentira."
Salmos 40:4

Desdichadamente el rey, y no Dios, era a quien el pueblo seguía y  tenía por cabeza.

Cuando el Señor Jesús anduvo entre su pueblo, durante el inicio y el desarrollo de Su ministerio terrenal, se escogió para sí doce discípulos, mas los tantos otros que le seguían.

He aquí algunas motivaciones de sus tantos seguidores:

"Y le seguía gran multitud, porque veían las señales que hacía en los enfermos."

"Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis."
Juan 6:2 y 26

La evidencia está en que de los millares de personas que movía en su trayecto evangelístico, solamente unos quinientos lo vieron ascender en las nubes y sólo ciento veinte se mantuvieron fieles en el aposento alto, en espera de Su promesa.

¿Y qué, de aquellos diez leprosos sanados por Jesús, de los cuales sólo el extranjero se volvió a él agradecido?

"Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero? Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado."
Lucas 17:17-19

Peor aún de aquel que estaba entre los doce escogidos del Señor, el que lo entregó a cambio de treinta monedas de plata. El Señor ya supo ofrecerle a éste aquello que lo motivara a permanecer entre ellos hasta que se cumpliera el momento de entregarlo, la tesorería del grupo.

Actualmente y aunque los creyentes tenemos el Espíritu Santo que mora en nosotros y nos guía a toda verdad, por nuestra debilidad carnal, es esperable que tengamos a un hermano por referente de cómo encaminarnos y de cómo poner en práctica nuestra vida de fe cristiana.

Hubo advertencia de Pablo a la iglesia de Corinto, con respecto a eso, que iniciaba diciendo "sed imitadores de mí", mientras decía seguidamente "como yo imito a Cristo", para dirigir la mirada del oyente, no hacia sí mismo, sino hacia el Señor.

Los hombres cometen errores, pero Dios es perfecto en todos los sentidos.

Cuando la cabeza no está sana, todo el cuerpo inevitablemente está enfermo, igualmente el cuerpo irá donde su cabeza indique.

Como Roboam inició de bien su reinado para luego desviarse, desviando con él a todo el pueblo hacia la idolatría, así podemos ver como acontece tristemente en varias congregaciones de la iglesia actual. Que habiendo iniciado humildemente y fiel a las Escrituras, una vez establecida, su pastor decida alterar el mensaje para ampliar la audiencia y sus ofrendas.

Luego están los congregantes fieles a su pastor y no a Cristo. Que no examinándolo a la luz de las Escrituras, dan sí y amén a todo lo que éste proponga.

Con esta reflexión hoy se nos invita a la mirada introspectiva, para preguntarnos sobre cuál es nuestra motivación y quién es nuestra cabeza.

Y por si acaso resulte tener más peso otra motivación que no sea la del evangelio y otra autoridad que no sea la de Cristo, sean grabadas en nuestro corazón estas palabras del Señor:

"Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer."
Juan 15:5

























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