jueves, 6 de octubre de 2022

UN TESTIMONIO ASOMBROSO, 2 Crónicas 9:3-4

UN TESTIMONIO ASOMBROSO, 2 Crónicas 9:3-4

Y viendo la reina de Sabá la sabiduría de Salomón, y la casa que había edificado, Y las viandas de su mesa, las habitaciones de sus oficiales, el estado de sus criados y los vestidos de ellos, sus maestresalas y sus vestidos, y la escalinata por donde subía a la casa de Jehová, se quedó asombrada.
2 Crónicas 9:1-4

La visita de la reina de Sabá a Salomón es el acontecimiento más recurrido en el guión de cualquier película basada en la vida de este rey.

A esta legendaria mujer se le atribuye popularmente el sobrenombre de sulamita, en suposición de que ella fuera la amada del protagonista en el Cantar de los cantares, escrito por el rey Salomón.

Ella quedó embelesada por la sabiduría del rey y ambos se intercambiaron presentes,  además de las extendidas conversaciones que surgieran entre ellos, por la curiosidad de la reina.

A pesar de que debía de estar más que acostumbrada a entornos más que pudientes, al pertenecer a la realeza, la reina de Sabá quedó envuelta en asombro al ver la sabiduría de Salomón y la esplendidez de sus obras y de su casa.

Estas líneas nos muestran, pues, el asombroso testimonio de un rey obrando según la ley de Dios y con gran sabiduría, dada por Él.

Salomón temía a Dios, y más aún, en cuanto le cayó el peso de la corona sobre su cabeza, recordando los consejos de David, su padre, el día en que fue nombrado para su sucesión.

"Yo sigo el camino de todos en la tierra; esfuérzate, y sé hombre. Guarda los preceptos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y observando sus estatutos y mandamientos, sus decretos y sus testimonios, de la manera que está escrito en la ley de Moisés, para que prosperes en todo lo que hagas y en todo aquello que emprendas; para que confirme Jehová la palabra que me habló, diciendo: Si tus hijos guardaren mi camino, andando delante de mí con verdad, de todo su corazón y de toda su alma, jamás, dice, faltará a ti varón en el trono de Israel."
1 Reyes 2:2-4

Y así como escribió Salomón mismo, en el libro de Proverbios, que el principio de la sabiduría es el temor de Jehová, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia, esta fue su petición especial a Dios, el día en que le fue concedida:

"Y se le apareció Jehová a Salomón en Gabaón una noche en sueños, y le dijo Dios: Pide lo que quieras que yo te dé."

"Da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande?"
1 Reyes 3:5 y 9

Se cumplía, entonces, la afirmación de Santiago en su carta: "Si alguien tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada."

"Y Dios dio a Salomón sabiduría y prudencia muy grandes, y anchura de corazón como la arena que está a la orilla del mar. Era mayor la sabiduría de Salomón que la de todos los orientales, y que toda la sabiduría de los egipcios."
1 Reyes 4:29-30

Durante la lectura Bíblica podemos observar a más personas que asombraron a muchos con su testimonio de vida. Podríamos recordar a José, ante faraón en Egipto, y a Daniel, ante Belsasar en Babilonia, dos varones que llegaron a ostentar un cargo similar al del rey a causa de su fidelidad a Dios y de la sabiduría adquirida por temor a Él.

De hecho, ambos prosperaron en la adversidad de la esclavitud, en medio de un entorno pagano. Por lo que el entorno no es excusa que justifique el interior del corazón de nadie.

Pues si para ellos no hubo excusa, tampoco la hay para nosotros. Porque la fe es la misma que salva antes que ahora. Por cuanto bajo el Antiguo Pacto nadie pudo ser salvo por obras, mas muchos aguardan la resurrección en Cristo porque creyeron en la promesa antes, incluso, de que Jesús naciera.

A veces pecamos de dramáticos, lamentándonos por vivir en este mundo lleno de maldad, como si el caso fuese la causa de descuido en nuestra vida devocional. Que es la que nos alimenta y fortalece la fe, el temor y la fidelidad a Dios, virtudes que hacen reflejar en cada creyente un cada vez más marcado carácter de Cristo, testimonio asombroso y recurso perfecto para llevar Su luz por el mundo.

Por lo que hoy es día de dejar de lamentarnos y de culpar al mundo por nuestro desánimo, afrontar los días aferrándonos con fe a la palabra de Dios y pisando el camino de victoria en victoria.

Y si los quehaceres diarios nos causan malestar o agotamiento, hagámoslos pensando que son para nuestro Padre celestial, quien nos mira de bien cerquita y nos llena de gracia y fuerzas de flaqueza, para el asombro de los demás.

"Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís."
Colosenses 3:23-24






















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