jueves, 13 de octubre de 2022

UN CORAZÓN GENEROSO, 2 Crónicas 9:12

UN CORAZÓN GENEROSO, 2 Crónicas 9:12

Y el rey Salomón dio a la reina de Sabá todo lo que ella quiso y le pidió, más de lo que ella había traído al rey. Después ella se volvió y se fue a su tierra con sus siervos.
2 Crónicas 9:12

Tras un tiempo de largas conversaciones intercambiando las dudas de la una por las respuestas del otro, llegaba el momento en que la reina de Sabá se volvía a su tierra.

Y el cronista es inspirado a plasmar también este acontecimiento, haciendo constar los presentes habidos entre los dos.

La reina de Sabá no vino de vacío, sino que trajo unas arcas bien llenas para el rey. Presentes no solamente correspondidos por él. Sino que, además, superando de largo todo lo que ella quiso y pidió.

Estas letras nos retratan un rey sabio, temeroso de Dios, amplio en riquezas y en poder político y social, pero, ante todo, con un corazón generoso.

La generosidad es un valor propiamente Cristiano, por cuanto no hay mayor acto de generosidad que la del Hijo dándose a Sí mismo por nosotros en la cruz del Calvario.

Y este es el mayor acto de amor que ha habido en todos los tiempos:

"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él."
Juan 3:16-17

Cuando Jesús, que es Dios Hijo, se hizo hombre y habitó entre nosotros, ocupó aproximadamente tres años y algo más de tiempo en Su ministerio evangelístico.

Durante este tiempo mostró las señales que acreditaban Su deidad y confirmaban la promesa del Mesías en Su persona. También impartía enseñanzas a quienes le seguían, con respecto al reino de Dios y a la corrección de los mandamientos dados a Moisés, interpretación de los cuales, se fue degenerando por la ambición de los representantes de Israel, asimismo sirvió de ejemplo de vida a todo discípulo suyo, tal como Él invitara:

"Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;"
Mateo 11:29

Y con su "aprended de mí" invitaba a sus escuchantes a ser como Él. Generosa invitación sólo posible tomando Su vida, la que derramara en el Gólgota hasta la última gota de Su sangre.

Una vida eterna, la suya, dada en abundancia a todo aquel que en Él cree y, arrepentido, se aferra a Su perdón y a la nueva identidad que le es dada como hijo de Dios por el bautismo del Espíritu Santo, morando en cada creyente y sellándolo en un sólo cuerpo del cual Cristo es cabeza.

Así es que, sin merecer otra cosa que no sea la muerte, por nuestra naturaleza caída desde Adán, Jesús toma nuestra condenación y la hace suya por amor. Martilleante, la condena toma parte de cada clavo, en la cruz del Calvario, mientras traspasa Sus pies y Sus manos.

Entonces un "consumado es" sale de Su boca en Su último aliento, condena saldada y anulada la acción de la muerte.

Jesús murió, fue sepultado y se lloró Su muerte por tres días. Y no hubo un cuarto, pues este fue día de celebración al Cristo resucitado.

No hay mayor regalo que jamás alguien pueda recibir, que Cristo. Que, después de Su ascensión a la diestra del Padre, aún nos haría receptores del regalo del Espíritu Santo, poniendo en cada creyente un corazón nuevo y una nueva identidad, la de Cristo, y con ella, Su carácter.

Ahora, viendo el corazón generoso de Salomón y, aún más, el de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, sólo queda mirar introspectivamente y examinar nuestro corazón, por si acaso no lata en él la misma actitud dadivosa.

A veces nos cuesta abrir las manos para dejar ir de lo nuestro y dárselo a otros. Pero si dejamos de pensar en lo nuestro como de nuestra pertenencia, sino lo que Dios ha permitido que tengamos para la administración de ello, las manos se abrirán generosamente en gratitud a Dios.

No tiene por qué tratarse de algo material, aunque por ahí se empieza, (como Santiago ponía como ejemplo a los que se jactaban de su fe pero no ayudaban al prójimo).

"Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha?"
Santiago 2:15-16

También podemos y debemos ser ampliamente generosos en presentar unas manos abiertas y llenas de la gracia de Dios para que alcance a muchos, así como Pedro al cojo sentado ante la puerta llamada "La Hermosa".

"Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos; y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios. Y todo el pueblo le vio andar y alabar a Dios."
Hechos 3:6-9

Recuerdo una frase en una canción secular muy conocida que dice: "Dar solamente aquello que te sobra nunca fue compartir, sino dar limosna." Y aunque el contexto de la canción está ambientado en una ruptura sentimental, la frase es aplicable a cualquier escenario que tenga que ver con un corazón egoísta que intenta aparentar altruismo dando de sí nada más que las migajas del fondo de su bolsillo.

Y la reflexión nos invita al autoexamen, preguntándonos si cerramos las manos para guardarnos las bendiciones para nosotros solos o si las abrimos para que la gracia de Dios llegue al disfrute de quienes nos rodean.

Hoy es día de valorar qué estamos dando de nosotros mismos, como hijos de Dios y por compasión a las almas. Quizá asemejándonos más al generoso corazón de Salomón, (recordando que nosotros recibimos mayor riqueza que él, por el conocimiento de Cristo y morando en nosotros el Espíritu Santo), podamos aspirar a un carácter más afín a Cristo y a la voluntad de nuestro Creador y Proveedor de la vida.

"El hombre de bien tiene misericordia, y presta; Gobierna sus asuntos con juicio, Por lo cual no resbalará jamás; En memoria eterna será el justo. No tendrá temor de malas noticias; Su corazón está firme, confiado en Jehová. Asegurado está su corazón; no temerá, hasta que vea en sus enemigos su deseo. Reparte, da a los pobres; Su justicia permanece para siempre; Su poder será exaltado en gloria."
Salmos 112:5-9




















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