viernes, 30 de septiembre de 2022

FE PRODUCTIVA, 2 Crónicas 8:1-6

FE PRODUCTIVA, 2 Crónicas 8:1-6

Después de veinte años, durante los cuales Salomón había edificado la casa de Jehová y su propia casa, reedificó Salomón las ciudades que Hiram le había dado, y estableció en ellas a los hijos de Israel. Después vino Salomón a Hamat de Soba, y la tomó. Y edificó a Tadmor en el desierto, y todas las ciudades de aprovisionamiento que edificó en Hamat. Asimismo reedificó a Bet-orón la de arriba, y a Bet-orón la de abajo, ciudades fortificadas, con muros, puertas, y barras; Y a Baalat, y a todas las ciudades de provisiones que Salomón tenía; también todas las ciudades de los carros y las de la gente de a caballo; y todo lo que Salomón quiso edificar en Jerusalén , y en el Líbano, y en toda la tierra de su dominio.
2 Crónicas 8:1-6

Después del potente reinado de David, el cual se hizo nombre sobre las naciones por sus triunfos en las batallas, el reinado de Salomón destacó por ser el más esplendoroso, próspero y diplomático de toda la historia de Israel.

Es en este octavo capítulo donde el cronista anota, de forma muy sintética pero resaltando lo importante, las obras más relevantes de Salomón.

Según la lectura, los primeros veinte años del trono de Salomón se invirtieron en la edificación del templo y de su propia casa.

Aunque todos los que hemos sabido a grandes rasgos de Salomón, de oídas o por  lectura Bíblica, solemos centrar toda su obra en el proyecto del templo y en su éxito como juez a causa de la sabiduría que Dios le dió, Dios inspiró al cronista para que enlistara todo lo que para Él produjo fruto, que en este caso se trata del crecimiento del reino, de sus mejoras y de las recaudaciones.

La Biblia es la palabra escrita de Dios, en la que ha querido revelarse al hombre de una forma más personal, dándose a conocer en Su potencia y carácter, además de mostrarnos Su voluntad y Sus planes para con el hombre y para con toda Su creación.

La palabra de Dios es viva y eficaz, no sólo en parte, sino en su totalidad. De manera que todo lo escrito en ella es útil, traspasando épocas y culturas, para dar la enseñanza oportuna y aplicable a cualquier persona, de cualquier tiempo y lugar.

Ya lo dijo Pablo en su carta a los Romanos:

"Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza."
Romanos 15:4

El caso de la lectura sobre las obras de Salomón ofrece pues, como todo el conjunto Bíblico, muchísimas enseñanzas que podemos extraer para aplicar en nuestra vida.

A voz de pronto, aprendemos cómo el buen uso de los recursos heredados de su padre, así como de las capacitaciones dadas por Dios, de las cuales la sabiduría es la más destacable, lo llevó a una tendencia creciente en dominio y productividad sobre la tierra.

Y su ejemplo nos trae a la memoria la parábola de los talentos, la cual aplicamos a la administración del don de Dios recibido por gracia, por la fe en el Señor Jesucristo.

El don de Dios es la vida eterna en Cristo Jesús, la cual Él compara a una fuente en el interior de todo aquél que en Él cree, en la que brota agua de vida eterna.

"Respondió Jesús y le dijo:Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna."
Juan 4:13-14

Y en la parábola de los talentos podemos comparar aquellos con el don de la vida en Cristo, que debemos invertir en la expansión del evangelio para fruto de salvación a muchos. O también lo podemos aplicar a los dones recibidos por el Espíritu Santo a cada creyente, para el crecimiento y la edificación en el cuerpo de Cristo.

Sea cual fuere la aplicación, ambas concluyen en que la obra administrativa del don recibido marcará la diferencia entre la fe muerta o la fe productiva.

Porque a Dios le ha placido hacer partícipe a Su iglesia del mayor milagro jamás acontecido al hombre hasta la consumación de la obra de Cristo en la cruz del Calvario, el cual es el milagro de la nueva vida en Él, que es dado a todo aquel que cree que Jesús es el Señor y lo recibe como su Salvador personal, en arrepentimiento de sus pecados.

Una nueva vida implica necesariamente una nueva forma de vivir. Y esta, aunque haya sido dada por fe, viene a ser expresada por obras, como evidencia del cambio.

La fuente de vida que Jesús pone en nuestro interior, viniendo a morar en nosotros el Espíritu Santo, es un agua viva que ha de brotar hacia afuera, así como brotara el agua de la roca, en la peña de Horeb, que dió de beber al pueblo sediento en el desierto.

¿De qué sirve una fuente subterránea si no  puede extraerse de ella ningún agua para alimentar la tierra? Asimismo la vida nueva en Cristo no debe estar soterrada en el corazón del creyente sin dejar que emane esperanza de salvación al mundo.

Del mismo modo que las obras de Salomón evidenciaban un reinado próspero, potente y consagrado a Dios, así todo cristiano ha de evidenciar el fruto de su vida en Cristo, distintivo externo para testimonio de salvación en Él. 

Los creyentes en Cristo, como libros abiertos, por nuestra identidad en Él, provocamos que sean leídos nuestros pasos por todo aquel con quien nos cruzamos en nuestro diario vivir.

De modo que no sirve de nada decir: "soy cristiano", si mi identidad no se va a ver reflejada en mi forma de vida y en los frutos resultantes.

Porque pudiera pasar lo que Santiago escribió a los judeocristianos de la dispersión:

"Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras."
Santiago 2:18

Si es que esto nos lo dijera otro cristiano, confrontación tendríamos, aunque la vergüenza sería mayor si nuestra costumbre de vida acabara provocando esta reacción en el incrédulo.

Como siempre apunta Pérez Millos en sus predicaciones, la fe de un cristiano no se evidencia en hablar de Cristo sino en vivir a Cristo. Así como Pablo dijo:

"Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí."
Gálatas 2:20

Hoy es día de meditar en cómo sería el listado del cronista si, en lugar de detallar las obras de Salomón, hubiera tenido que detallar nuestras obras en la práctica de la fe Cristiana. ¿Haría una buena lista de ellas?

Buscaremos vivir una fe productiva, para ser hallados con las manos llenas de frutos ante el tribunal de Cristo.

Y para que la lectura de las obras de Salomón, más que hacernos caer en vergüenza, nos motive a esforzarnos en la obra del Señor, nos asiremos de Pedro y su buen consejo:

"Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo."
2 Pedro 1:5-8




















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