viernes, 30 de septiembre de 2022

FE PRODUCTIVA, 2 Crónicas 8:1-6

FE PRODUCTIVA, 2 Crónicas 8:1-6

Después de veinte años, durante los cuales Salomón había edificado la casa de Jehová y su propia casa, reedificó Salomón las ciudades que Hiram le había dado, y estableció en ellas a los hijos de Israel. Después vino Salomón a Hamat de Soba, y la tomó. Y edificó a Tadmor en el desierto, y todas las ciudades de aprovisionamiento que edificó en Hamat. Asimismo reedificó a Bet-orón la de arriba, y a Bet-orón la de abajo, ciudades fortificadas, con muros, puertas, y barras; Y a Baalat, y a todas las ciudades de provisiones que Salomón tenía; también todas las ciudades de los carros y las de la gente de a caballo; y todo lo que Salomón quiso edificar en Jerusalén , y en el Líbano, y en toda la tierra de su dominio.
2 Crónicas 8:1-6

Después del potente reinado de David, el cual se hizo nombre sobre las naciones por sus triunfos en las batallas, el reinado de Salomón destacó por ser el más esplendoroso, próspero y diplomático de toda la historia de Israel.

Es en este octavo capítulo donde el cronista anota, de forma muy sintética pero resaltando lo importante, las obras más relevantes de Salomón.

Según la lectura, los primeros veinte años del trono de Salomón se invirtieron en la edificación del templo y de su propia casa.

Aunque todos los que hemos sabido a grandes rasgos de Salomón, de oídas o por  lectura Bíblica, solemos centrar toda su obra en el proyecto del templo y en su éxito como juez a causa de la sabiduría que Dios le dió, Dios inspiró al cronista para que enlistara todo lo que para Él produjo fruto, que en este caso se trata del crecimiento del reino, de sus mejoras y de las recaudaciones.

La Biblia es la palabra escrita de Dios, en la que ha querido revelarse al hombre de una forma más personal, dándose a conocer en Su potencia y carácter, además de mostrarnos Su voluntad y Sus planes para con el hombre y para con toda Su creación.

La palabra de Dios es viva y eficaz, no sólo en parte, sino en su totalidad. De manera que todo lo escrito en ella es útil, traspasando épocas y culturas, para dar la enseñanza oportuna y aplicable a cualquier persona, de cualquier tiempo y lugar.

Ya lo dijo Pablo en su carta a los Romanos:

"Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza."
Romanos 15:4

El caso de la lectura sobre las obras de Salomón ofrece pues, como todo el conjunto Bíblico, muchísimas enseñanzas que podemos extraer para aplicar en nuestra vida.

A voz de pronto, aprendemos cómo el buen uso de los recursos heredados de su padre, así como de las capacitaciones dadas por Dios, de las cuales la sabiduría es la más destacable, lo llevó a una tendencia creciente en dominio y productividad sobre la tierra.

Y su ejemplo nos trae a la memoria la parábola de los talentos, la cual aplicamos a la administración del don de Dios recibido por gracia, por la fe en el Señor Jesucristo.

El don de Dios es la vida eterna en Cristo Jesús, la cual Él compara a una fuente en el interior de todo aquél que en Él cree, en la que brota agua de vida eterna.

"Respondió Jesús y le dijo:Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna."
Juan 4:13-14

Y en la parábola de los talentos podemos comparar aquellos con el don de la vida en Cristo, que debemos invertir en la expansión del evangelio para fruto de salvación a muchos. O también lo podemos aplicar a los dones recibidos por el Espíritu Santo a cada creyente, para el crecimiento y la edificación en el cuerpo de Cristo.

Sea cual fuere la aplicación, ambas concluyen en que la obra administrativa del don recibido marcará la diferencia entre la fe muerta o la fe productiva.

Porque a Dios le ha placido hacer partícipe a Su iglesia del mayor milagro jamás acontecido al hombre hasta la consumación de la obra de Cristo en la cruz del Calvario, el cual es el milagro de la nueva vida en Él, que es dado a todo aquel que cree que Jesús es el Señor y lo recibe como su Salvador personal, en arrepentimiento de sus pecados.

Una nueva vida implica necesariamente una nueva forma de vivir. Y esta, aunque haya sido dada por fe, viene a ser expresada por obras, como evidencia del cambio.

La fuente de vida que Jesús pone en nuestro interior, viniendo a morar en nosotros el Espíritu Santo, es un agua viva que ha de brotar hacia afuera, así como brotara el agua de la roca, en la peña de Horeb, que dió de beber al pueblo sediento en el desierto.

¿De qué sirve una fuente subterránea si no  puede extraerse de ella ningún agua para alimentar la tierra? Asimismo la vida nueva en Cristo no debe estar soterrada en el corazón del creyente sin dejar que emane esperanza de salvación al mundo.

Del mismo modo que las obras de Salomón evidenciaban un reinado próspero, potente y consagrado a Dios, así todo cristiano ha de evidenciar el fruto de su vida en Cristo, distintivo externo para testimonio de salvación en Él. 

Los creyentes en Cristo, como libros abiertos, por nuestra identidad en Él, provocamos que sean leídos nuestros pasos por todo aquel con quien nos cruzamos en nuestro diario vivir.

De modo que no sirve de nada decir: "soy cristiano", si mi identidad no se va a ver reflejada en mi forma de vida y en los frutos resultantes.

Porque pudiera pasar lo que Santiago escribió a los judeocristianos de la dispersión:

"Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras."
Santiago 2:18

Si es que esto nos lo dijera otro cristiano, confrontación tendríamos, aunque la vergüenza sería mayor si nuestra costumbre de vida acabara provocando esta reacción en el incrédulo.

Como siempre apunta Pérez Millos en sus predicaciones, la fe de un cristiano no se evidencia en hablar de Cristo sino en vivir a Cristo. Así como Pablo dijo:

"Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí."
Gálatas 2:20

Hoy es día de meditar en cómo sería el listado del cronista si, en lugar de detallar las obras de Salomón, hubiera tenido que detallar nuestras obras en la práctica de la fe Cristiana. ¿Haría una buena lista de ellas?

Buscaremos vivir una fe productiva, para ser hallados con las manos llenas de frutos ante el tribunal de Cristo.

Y para que la lectura de las obras de Salomón, más que hacernos caer en vergüenza, nos motive a esforzarnos en la obra del Señor, nos asiremos de Pedro y su buen consejo:

"Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo."
2 Pedro 1:5-8




















lunes, 26 de septiembre de 2022

POR BURLA Y ESCARNIO, 2 Crónicas 7:19-22

POR BURLA Y ESCARNIO, 2 Crónicas 7:19-22

Mas si vosotros os volviereis, y dejareis mis estatutos y mandamientos que he puesto delante de vosotros, y fuereis y sirviereis a dioses ajenos, y los adorareis, Yo os arrancaré de mi tierra que os he dado; y esta casa que he santificado a mi nombre, yo la arrojaré de mi presencia, y la pondré por burla y escarnio de todos los pueblos. Y esta casa que es tan excelsa, será espanto a todo el que pasare, y dirá: ¿Por qué ha hecho así Jehová a esta tierra y a esta casa? Y se responderá: Por cuanto dejaron a Jehová Dios de sus padres, que los sacó de la tierra de Egipto, y han abrazado a dioses ajenos, y los adoraron y sirvieron: por eso él ha traído todo este mal sobre ellos.
2 Crónicas 7:19-22

Finalizamos la lectura del capítulo número siete del segundo libro de Crónicas, con la respuesta de Dios a la oración que Salomón hizo durante la inauguración del templo.

Dios respondió favorablemente, no sin advertir también de las consecuencias que acarrearía el pueblo en caso de que éste se desviara en apostasía.

El aviso de un pueblo desarraigado, echado de su tierra y su templo puesto por burla y escarnio de las naciones, debería servir de advertencia suficiente como para que jamás a Israel se le ocurriera desviarse un sólo milímetro de la ley y de la fidelidad a Dios.

Pero bien podemos citar el Salmo catorce en alusión a la tendencia rebelde de Israel, en vaticinio de lo que había de ocurrir conforme se sucedieran las generaciones de los reyes.

"Jehová miró desde los cielos sobre los hijos de los hombres, para ver si había algún entendido, que buscara a Dios. Todos se desviaron, a una se han corrompido; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno."
Salmos 14:2-3

El templo de Salomón se construyó pensando que jamás sería destruido, ya que venía a ser la casa de Dios y el distintivo de Israel entre las naciones.

Las dimensiones del templo no eran grandes, pero el hecho de que en su interior no había un solo ídolo llamaba poderosamente la atención y la curiosidad de los paganos de alrededor. Por lo que pudo haber servido de tema perfecto para llevar la ley al conocimiento de las naciones y por ende, la promesa del Redentor, por cuanto fue dada desde Adán, implicando no sólo a un pueblo, sino a toda la humanidad.

"Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar."
Génesis 3:15

Pero ocurre que Israel prefirió parecerse a las naciones paganas de su alrededor, antes que marcar la diferencia en consagración a Dios. Por lo que se hizo con los ídolos y las creencias supersticiosas de los gentiles, justamente como Dios advirtió que no hiciera.

Y así acabó destruído el templo por los hombres de Nabucodonosor y, aunque un siglo después el templo volvería a ser levantado por Zorobabel, aún el pueblo volvería a desviarse.

Entonces vendría el imperio Griego a profanar el templo, levantando un ídolo y sacrificando cerdos a sus dioses en el altar.

La nación consiguió recuperar el templo, cosa que al tiempo acabó reformándose y ampliándose por Herodes. Y aunque el pueblo retomó la ley y las ceremonias pertinentes, ya se había transformado todo en simple costumbre religiosa, por la añadidura de preceptos y doctrinas puramente humanos, por el sanedrín, que representaba la cúpula religiosa y política de Israel.

En ese tiempo vino Cristo, en cumplimiento de la promesa del Redentor, anunciando el reino y devolviéndole el sentido correcto a la ley, de la cual Él es el fin.

Mas la ceguera de los altos cargos de Israel y su sed de poder eran tales, que no quisieron reconocer a Jesús como el Mesías, más bien lo mandaron a la cruz.

Cruz en la que justamente Dios trazó el plan desde la eternidad, en la que debía morir el Hijo, en pago por todo el pecado del mundo, para la salvación de todo aquel que en Él cree.

Muerto, resucitado y ascendido a la diestra del Padre, el Señor nos mandó el Santo Espíritu para hacer morada en todos y cada uno de sus creyentes, como templo de Dios en cada uno, de forma permanente y hasta la eternidad.

Aunque paralelamente continuó su historia aquella parte de Israel que no quiso reconocer a Cristo, como a la espera de aquel Mesías que se ajustara más a su interés terrenal que a la voluntad de Dios.

No era de esperar que el templo fuera destruído de nuevo, esta vez por orden del emperador Tito en el año setenta de la era Cristiana.

Ya no ha vuelto a haber más templo desde entonces, aunque las Escrituras ya anuncian que habrá otro durante los tiempos de la gran tribulación.

Entre tanto, toda persona que viaja a Israel para contemplar los vestigios del escenario Bíblico, ha de observar cómo una mezquita se levanta allá donde antes estaba la casa de Dios, que Salomón construyó en su día, mientras se pregunta mentalmente: "¿Por qué habrá permitido Dios esto con su pueblo y con su templo?" 

"Y se responderá: Por cuanto dejaron a Jehová Dios de sus padres, que los sacó de la tierra de Egipto, y han abrazado a dioses ajenos, y los adoraron y sirvieron: por eso él ha traído todo este mal sobre ellos."
2 Crónicas 7:22

Del mismo modo que el Israel actual vive sintiéndose inmune a cualquier consecuencia que pueda acarrear su incredulidad, pensando que, cumpliendo con sus costumbres religiosas, ya pueden vivir el resto del tiempo abrazando el paganismo, pudiera ocurrir que como cristianos y por ende, habitando el Espíritu Santo en nosotros, cayéramos en pensar que tenemos la libertad de abrazar prácticas y costumbres a sabiendas de su origen pagano, sin esperar que acarree en nosotros consecuencia alguna.

Hoy tomaremos la burla y el escarnio que supuso Israel, a ojos de todo el mundo, en tantas épocas de la historia, y nos servirá de ejemplo para examinar nuestra vida de fe cristiana.

Sirvámonos de la siguiente advertencia de Pablo mientras nos preguntamos: "¿Están siendo fieles mis pasos en Cristo, o los estoy desviando hacia lo terrenal y pasajero?"

"No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna."
Gálatas 6:7-8























viernes, 23 de septiembre de 2022

DIOS RESPONDE, 2 Crónicas 7:12

DIOS RESPONDE, 2 Crónicas 7:12

Y apareció Jehová a Salomón de noche, y le dijo: Yo he oído tu oración, y he elegido para mí este lugar por casa de sacrificio.
2 Crónicas 7:12

[Dios oye todas nuestras oraciones y sus respuestas no tienen por qué ser instantáneas, afirmativas y directas.]

Leemos como Salomón recibió la respuesta en la intimidad de su noche, pasados los veintitrés días que estuvo celebrando el templo junto con el pueblo.

En esta ocasión se trató de una respuesta afirmativa a la petición que hizo el rey sobre el templo, durante la celebración.

"Que tus ojos estén abiertos sobre esta casa de día y de noche, sobre el lugar del cual dijiste, Mi nombre estará allí; que oigas la oración con que tu siervo ora en este lugar. Asimismo que oigas el ruego de tu siervo, y de tu pueblo Israel, cuando en este lugar hicieren oración, que tú oirás desde los cielos, desde el lugar de tu morada: que oigas y perdones."
2 Crónicas 6:20-21

Pero recibir respuesta de Dios no implica siempre una aprobación de lo solicitado en nuestras oraciones.

A veces pedimos mal, a veces Su respuesta requiere que se haga en el  tiempo perfecto y no cuando nosotros queremos, otras veces la respuesta no va a ser la que esperábamos, y otras tantas (en su mayoría) van a ser respondidas sin tan siquiera nosotros percatarnos de que nuestro Padre nos está respondiendo, por no prestarle la atención necesaria.

También tenemos quien espera encontrar una respuesta Divina por otro medio que no sea la oración directa a Él.

Por norma general, quien hace esto suele dar al intermediario mayor credibilidad que a Dios mismo, algo así podemos recordar de Saúl, el primer rey de Israel, que decidió acudir a una adivina para que ésta invocara a Samuel, ya muerto, porque no había recibido respuesta de Dios.

De Saúl conocemos su impulsividad y su soberbia. Ambas jugaron en su contra cuando no obtuvo respuesta de Dios en el momento en que él estimaba recibirla.

Bueno es recordar que el Espiritu de Dios ya lo había abandonado, a causa de su reiterada desobediencia y orgullo, justificándose, en lugar de arrepentirse, cada vez que éste era reprendido.

Así pues, como su motivación no era arrepentirse de nada, sino más bien pretendía que aún Dios le fuera a ayudar, recibió silencio como respuesta.

Silencio que para nada azotó a su conciencia, sino que todavía fue a consultar a los muertos.

Cabe decir que la nigromancia es una práctica ocultista. Totalmente prohibida a los hombres de Dios, cosa que nos delata muy claramente el lamentable estado en que se encontraba el corazón de Saúl.

Porque su corazón entenebrecido y alejado de Dios no siempre estuvo así, mas como resultado de no esperar ni escuchar Su consejo, fue endureciéndose cada vez más, hasta cauterizar su conciencia.

Su historia y su final nos sirve, cuanto menos de advertencia, para no actuar como él.

Dios oye todas las oraciones, pero sólo atiende a las que llegan a Él en contrición y corazón sincero, bajo la premisa Bíblica de que Dios atiende al humilde y mira de lejos al altivo.

Asimismo el rey David reconoce la especial atención de Dios para con él, verseando sobre cómo Él ha escuchado sus oraciones antes, incluso, de exhalarlas por su boca.

"Oh Jehová, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; has entendido desde lejos mis pensamientos. Has escudriñado mi andar y mi reposo, y todos mis caminos te son conocidos. Pues aún no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda."
Salmos 139:1-4

Pero qué triste es cuando, en lugar de hacer como David y Salomón, en confiada  espera de la respuesta de Dios, nos dejamos llevar por esa impulsividad, más propia del rey Saúl, y decidimos actuar por nuestra cuenta.

Que, aunque parece un hecho aislado, como debiera de serlo en todo cristiano, lamentablemente suele suceder así.

Esta sociedad actual, bombardeada por la inmediatez y las prisas gracias a la virtualidad y otros grandes avances tecnológicos, obliga al riesgo de las resoluciones espontáneas sin tener en cuenta nada más que nuestro propio parecer.

Pero la vehemencia no ha de entrar dentro del carácter cristiano, por cuanto es incompatible con el fruto resultante del Espíritu Santo morando y guiando a cada creyente.

Más bien somos llamados a dejar que el amor de Dios evidencie el resto del fruto, el cual proporciona paciencia, mansedumbre y templanza en nosotros, por el Espíritu Santo.

Como un David confiado en Dios aconseja en este Salmo, hoy es día de tomar consejo, sabiendo que nuestro perfecto Padre celestial jamás se tarda ni se adelanta, Él siempre responde en el momento perfecto.

"Temblad, y no pequéis; Meditad en vuestro corazón estando en vuestra cama, y callad."
Salmos 4:4

Y por si la impaciencia intenta minarnos la paz en Cristo, mientras esperamos en medio de la adversidad, vuélvase nuestro corazón al gozo entonando este verso:

"Oh Jehová, de mañana oirás mi voz; De mañana me presentaré delante de ti, y esperaré."
Salmos 5:3





















miércoles, 21 de septiembre de 2022

GRACIA TRANSFORMADORA, 2 Crónicas 7:10

GRACIA TRANSFORMADORA, 2 Crónicas 7:10

Y a los veintitrés días del mes séptimo envió al pueblo a sus hogares ,alegres y gozosos de corazón por los beneficios que Jehová había hecho a David, y a Salomón, y a su pueblo Israel.
2 Crónicas 7:10

Después de esos días congregados en celebración de la inauguración del templo, en sacrificios, alabanza y adoración, el pueblo volvía a su casa, cada cual de donde vino, pero no como vinieron, sino esta vez llenos de gozo y fortaleza por la gracia de Dios y por la gloria de Su presencia.

Es que la gracia de Dios no deja indiferente a cualquiera que se tope con ella y, aunque vemos desde la perspectiva del Nuevo Pacto, en tiempos veterotestamentarios Dios también dejaba caer Su gracia a los hombres.

Y a la vista está, de cuán gozoso estaba el pueblo de Dios tras la celebración del templo de Salomón, por Su gloriosa presencia.

Y así de transformadora es Su gracia, que de un anciano Abram sin hijos hizo a Abraham, el padre de las naciones, a quien tenía por amigo.

Tocó Dios a Jacob, el suplantador, y con Su bendición lo transformó en Israel, sanando su pasado y poniéndolo por nombre de Su nación.

¿Quién hay, en todo el relato Bíblico, que haya experimentado la gracia de Dios y no se haya evidenciado un cambio en su vida?

Ni aún Jonás, el que quería huir de Su presencia, ni siquiera Sansón, el que vivió la vida a su manera... La gracia les alcanzó, e igualmente sus vidas fueron transformadas de grandes decepciones a grandes ejemplos del poder de Dios y de Su irrevocable y poderosa palabra.

Tanto así que Jonás fue nombrado por Jesús como señal de Cristo a los fariseos, por cuanto murió y resucitó al tercer día, así como el profeta fue tragado por el pez y escupido a los tres días.

"El respondió y les dijo: La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches."
Mateo 12:39-40

Cumplida la señal que confirmaba la palabra del Señor, Jesús murió, fue sepultado y al tercer día, resucitó.

Resucitado, y anulando con ello a la acción del pecado y de la muerte en todo hombre que en Él cree, ascendió a la diestra del Padre, no sin antes compartir por cuarenta días más Su presencia con Sus discípulos.

Y allá estaban Sus discípulos, viéndolo ascender junto al Padre, y quienes aún esperarían el cumplimiento de otra promesa, la del Espíritu Santo.
"He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto."
Lucas 24:49

Diez días congregados en el aposento alto en espera ininterrumpida en ayuno y oración precedieron a la mayor obra transformadora de la gracia de Dios sobre los hombres, con el poder y la morada del Espíritu Santo en cada uno de los que allá estaban.

A partir de entonces, el Espíritu Santo viene a morar en todo aquel que cree en Jesús y se arrepiente de sus pecados.

Así como el pueblo de Dios fue transformado y lleno de gozo al salir de la inauguración del templo, los ciento veinte del aposento alto no volvieron a ser los mismos de antes nunca más, y pasaron a formar parte del nacimiento y fundación de la Iglesia de Cristo, de la cual Él es cabeza.

Transformación radical que no solamente experimentaron ellos, sino cada cual arrepentido y reconocedor de Jesús como Señor y Salvador suyo.

El gozo que Dios da al creyente en Cristo no es una felicidad momentánea, no se pierde con la adversidad, y como muestra tenemos a los apóstoles, que fueron los primeros en sufrir el evangelio en su carne y he aquí su respuesta.

"Y convinieron con él; y llamando a los apóstoles, después de azotarlos, les intimaron que no hablasen en el nombre de Jesús, y los pusieron en libertad. Y ellos salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre. Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo."
Hechos 5:40-42

¿Quién en su carne podría sentir gozo después de haber sido arrestado, azotado y además, amenazado por su conducta?

Mas la razón del azote era Cristo y el origen del gozo el Espíritu Santo en ellos. Un gozo que sobrepasa todo entendimiento.

Por lo que podemos entender que cada queja que sale de nuestra boca o aún formándose en el pensamiento, no es digna de ninguna consideración espiritual, sino que proviene de la debilidad de nuestra carne, y no dejamos que el gozo recibido en Cristo reluzca por encima de nuestra protesta para dar testimonio de Su salvación y Su gracia transformadora.

¿Qué gracia transformadora mostraremos al incrédulo si no dejamos que nuestra identidad se evidencie por el gozo ante la adversidad, el cual es fruto del Espíritu?

Por ende, hoy haremos bien en acogernos al buen consejo de Pablo a los hermanos, desesperanzados y llenos de dudas, de Tesalónica, y que es voluntad de Dios:

"Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús."
1 Tesalonicenses 5:16-18

















viernes, 16 de septiembre de 2022

LLENO DE SU GLORIA, 2 Crónicas 7:1-2

LLENO DE SU GLORIA, 2 Crónicas 7:1-2

Cuando Salomón acabó de orar, descendió fuego de los cielos, y consumió el holocausto y las víctimas; y la gloria de Jehová llenó la casa. Y no podían entrar los sacerdotes en la casa de Jehová, porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Jehová.
2 Crónicas 7:1-2

Una gran fiesta de inauguración se organizó para la apertura del templo, con innumerables sacrificios, loores y reconocimientos a Dios por Su gran gloria y poder, además de Su  misericordia y sostén para con Su pueblo.

En el pasaje leído, el cronista nos comenta cómo todo lo sacrificado fue consumido enteramente por Dios, enviando fuego sobre ellos. Inmediatamente se instaló Su gloria en toda la casa ocupándola por completo.

Toda esta plenitud de Su gloria era tal que el que escribe nos relata la imposibilidad que tenían los sacerdotes por entrar.  Porque la gloria de Dios llenaba todo el templo.

En tiempos en que Dios habitó entre nosotros en la persona del Hijo, el Señor Jesucristo anduvo anunciando el evangelio del reino durante Su tiempo ministerial que, por las lecturas de los evangelios, entendemos que duró un tiempo aproximado de algo más de tres años, antes de la consumación de Su obra salvífica en la cruz del Calvario.

Durante el paso entre Su pueblo, el Señor fue cumpliendo a rajatabla todo anuncio profético que delataba Su identidad como el Mesías que había de venir. Una de las señales más llamativas de Su identidad era la de resucitar a los muertos y sanar a los enfermos, incluso haciendo crecer nuevos miembros a mutilados o deformes de nacimiento, hasta creando del barro unos ojos a aquel ciego que nació sin ellos.

En las sanidades hubo muchos que fueron liberados de espíritus inmundos que provocaban la enfermedad en cuestión. 

Entre estos casos hubo uno que recibió la instrucción concreta de que se mantuviera lejos del pecado que lo había llevado a la invalidez de la que fue sanado.

"Y el que había sido sanado no sabía quién fuese, porque Jesús se había apartado de la gente que estaba en aquel lugar. Después le halló Jesús en el templo, y le dijo: Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor."
Juan 5:13-14

Y un "para que no te venga cosa peor" le llevaba a la necesidad de creer en quien lo sanó, como tratándose del Cristo prometido, quien le había liberado de ese mal.

Fueron grandes las multitudes que seguían a Jesús por tal de ser objetos de un milagro de sanidad, pero no a todos sanó el Señor.

Cuando los representantes de Israel se atrevieron a difamarlo delante de los hombres diciendo que sus obras eran satánicas, el Señor fue muy contundente con ellos, no sólo por su incredulidad. Sino aún más porque, sabiendo inequívocamente, por el cumplimiento de las Escrituras, que Jesús era el Mesías (como dijo Pedro, el Hijo del Dios viviente), calumniaron contra Él para no perder su estatus político, social y religioso, como la máxima representación de la ley sobre el pueblo.

Seguidamente escenificó, a modo de casa barrida y adecentada, qué sucedía en una liberación espiritual, mientras se mantuviera vacío el hueco que quedó libre.

"Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo; y no hallándolo, dice: Volveré a mi casa de donde salí. Y cuando llega, la halla barrida y adornada. Entonces va, y toma otros siete espíritus peores que él; y entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero."
Lucas 11:24-26

Porque la liberación de demonios era una práctica que ya hacían los sacerdotes de tanto en cuando. Pero el mismo sanedrín era corrupto en ambiciones, por lo que, a quien ellos liberaban no se le daba a conocer la verdad, sino que era despachado de nuevo a su antigua rutina. Por eso de ellos dijo el Señor que desparramaban en lugar de recoger fruto, obrando en contra suyo.

Para hacernos una idea, es como si a día de hoy se le practicara la liberación de un demonio a un incrédulo sin haberle hablado antes de Jesucristo, para que pueda creer y recibir en su vida el Espíritu Santo para que more en él.

Pues el sólo hecho de que el Espíritu Santo venga a morar en el hombre ya provoca que éste sea liberado de espíritus inmundos, porque donde habita la luz no puede habitar la oscuridad.

"La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella."
Juan 1:5

Otro ejemplo está en las sanidades ejercidas por mano de no creyentes, ejemplos tenemos con los que practican Reiki e imposiciones de manos derivadas de mantras anticristianos y claramente satánicos, los cuales sanan aparentemente el cuerpo o incluso el estado anímico, pero son carentes del mensaje de salvación al hombre en Cristo Jesús, por lo que, al carecer del Espíritu Santo, el sanado sigue siendo un reo del pecado y de la muerte.

Y es que la mayor liberación del hombre (y la única eficaz) es la presencia de Cristo en su vida, por su conversión a Él por medio de la fe. Es en este preciso momento en que la persona cree y reconoce a Jesús como Señor y Salvador personal, en arrepentimiento de sus pecados, cuando el Espíritu Santo viene a morar en ella, haciéndola completamente libre de toda atadura que la esclavizaba.

Igual que un envase que está lleno ya no se puede llenar más, a menos que se vacíe, así el nuevo creyente es lleno del Espíritu en el momento de su nuevo nacimiento.

Durante un tiempo el nuevo creyente va a experimentar una protección tal contra toda maldad que se pudiera decir que el mismo Dios lo está cobijando en Sus brazos, como un padre protector cobija a su bebé recién nacido, para que no le pase nada.

Pero conforme vamos madurando adquirimos conocimiento de Dios por Su Palabra, y debemos ir aprendiendo a caminar en Cristo, por lo que de los brazos del Padre pasamos a ir de la mano, hasta el día en que nos deja dar solos nuestros primeros pasos.

El caminar en Cristo sería muy fácil para los cristianos si solamente dispusiéramos de la identidad espiritual adquirida en Él por el Espíritu Santo. Pero mientras vivimos en este mundo seguimos manteniendo nuestro cuerpo de carne, el cual sigue ligado a la ley del pecado y la muerte, habiendo en nuestro diario vivir una cotidiana contradicción entre nuestra voluntad en la carne y la voluntad del Espíritu.

Cuando nos dejamos vencer por lo carnal vamos ocupando de nuevo nuestro corazón de altares personales. Y aunque Dios es fiel y nos salva una vez y para siempre, Su Santo Espíritu puede menguar en nosotros tanto como dejemos de atenderlo, hasta el punto de llegar a apagar su acción en nuestra vida, lo cual nos dejaría totalmente insensibles a la voluntad de Dios y desprovisto de Su protección, contra toda tentación o ataque de maldad.

Es por eso que podemos ver a cristianos verdaderos viviendo una vida más propia de quien no conoce a Dios, que no ora ni se nutre de Su palabra, limitando su mirada a lo terrenal y pasajero, como cualquier mortal sin esperanza, que necesita de lo material para sentirse de algún modo seguro.

Toda esta reflexión derivada del pasaje de hoy nos ha de llevar a meditar en cuán llenos estamos del Espíritu Santo, como para no dejar entrar en nuestra vida todo aquello que nos turba y entorpece en el diario vivir en Cristo.

¿Serán muchos los altares personales que habré estado construyendo de nuevo, después de haber experimentado el milagro de la salvación el día en que nací de nuevo? Caprichos, holgazanería, enfados o egoísmo... ¿Con qué estoy alimentando mi alma?

Hoy es día de pasar lista de todo aquello que resta atención y espacio a nuestra relación con Dios, y despojarnos de lo que no aprovecha para dejarnos llenar enteramente de Él.

"En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad."

"No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu."
(Efesios 4:22-24 y 5:18)












miércoles, 14 de septiembre de 2022

NO HAY QUIEN NUNCA PEQUE, 2 Crónicas 6:33-39

NO HAY QUIEN NUNCA PEQUE, 2 Crónicas 6:36-39

Si pecaren contra ti, (pues no hay hombre que no peque,) y te enojares contra ellos, y los entregares delante de sus enemigos, para que los que los tomaren los lleven cautivos a tierra de enemigos, lejos o cerca, y ellos volvieren en sí en la tierra donde fueren llevados cautivos; si se convirtieren, y oraren a ti en la tierra de su cautividad, y dijeren: Pecamos, hemos hecho inicuamente, impíamente hemos hecho; Si se convirtieren a ti de todo su corazón y de toda su alma en la tierra de su cautividad, donde los hubieren llevado cautivos, y oraren hacia la tierra que tú diste a sus padres, hacia la ciudad que tu elegiste, y hacia la casa que he edificado a tu nombre; tú oirás desde los cielos, desde el lugar de tu morada, su oración y su ruego, y ampararás su causa, y perdonarás a tu pueblo que pecó contra ti.
2 Crónicas 6:36-39

Durante la oración de apertura del templo de Salomón, el cronista recuerda a los lectores que la humanidad está marcada por el pecado y no puede evitar caer en éste, sea de la índole que sea.

Es cuando Salomón pone como ejemplo una circunstancia muy común en Israel, la cual es su recurrente infidelidad y su clamor a Dios en la cautividad.

Tan recurrente como la misericordia de Dios hacia todo aquel que se arrepiente de veras. No como hacia el oportunista, que lo intenta tener de pretexto para continuar con su vida pecaminosa, en cual caso Dios no solamente aparta Su rostro sino también Su favor, dejándolo a expensas de las consecuencias de sus actos.

El hecho de que Salomón condiciona al pecador arrepentido a orar en dirección a Jerusalén y más concretamente a su templo, testifica externamente la intención del corazón de quien clama a Dios.

Podemos recordar, por ejemplo, como Daniel oraba en Babilonia, abriendo las ventanas de su casa y se arrodillaba orientado hacia la santa ciudad.

"Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes."
Daniel 6:10

No es que Daniel pensara que Dios solamente podría habitar en Jerusalén y en el templo, ya destruídos por mano de los hombres de Nabucodonosor, sino que dirigiéndose hacia el lugar atestiguaba su mirada en concordancia con la voluntad de Dios y mantenía fresca su identidad en Él.

Cuando un pecador se arrepiente y acepta a Jesús como Señor y Salvador personal, este es perdonado y convertido en una nueva criatura, adquiriendo con su naturaleza humana también una identidad espiritual como hijo de Dios por la acción del Espíritu Santo, que viene a hacer morada en él.

En ese momento, librado de la acción del pecado y de la muerte y con su nueva identidad, viene añadida una nueva voluntad, que es la voluntad del Espíritu, por ende, la voluntad de Dios.

Pero el creyente no deja de ser humano por lo que, mientras vivimos en este mundo, continuamos sosteniendo la antigua naturaleza carnal a la par de la nueva, espiritual, recibida en Cristo.

Esto supone un conflicto interno de intereses entre la carne, que está atada a la autodestrucción, y el Espíritu, que trasciende a vida eterna por la fe en Cristo, por gracia de Dios.

Lo que hace necesario que el creyente mantenga fresca su identidad cristiana, por medio de la oración y de la Palabra, alimentando y fortaleciendo su relación con Dios, para que su carácter vaya siendo cada vez más parecido al de Cristo, nuestro dador de vida.

Algunos creyentes piensan que desde que se convirtieron ya no han vuelto a pecar más y que jamás lo volverán a hacer, levantando el índice para señalar a los cristianos que efectivamente muestran más debilidad en este aspecto y caen en la torpeza de sus pasos.

Claro que cuando uno se piensa que es perfecto y que no hay nada de pecado en todo cuanto hace o piensa ya es un pecado de por sí, llamado soberbia, con el cual se ha glorificado a sí mismo sin esperar a que lo haga Dios, el día en que Su iglesia sea llevada a Su presencia.

Mas, ¿cómo y de qué se arrepentirá aquel que piensa que nunca peca? No puede.

Cierto es que Jesús murió y resucitó una sola vez y para siempre para el perdón de nuestros pecados. Pero esto no implica que ya no pequemos, sino que no deseando hacerlo ni debiéndolo hacer, Dios conoce que no hay nadie en el mundo que nunca peque, por nuestra debilidad. Por lo que Su gracia salvífica en Cristo se extiende en cada creyente desde su primer día en Él y hasta su perfección.

De todos modos esto no significa que el cristiano tenga carta blanca para pecar, ya que cualquiera que tenga ese pensamiento o no es regido por el Espíritu Santo o directamente no mora en él, evidenciando su falsa identidad cristiana.

Porque, ¡qué más quisiéramos dejar de fallar con nuestros pecados a Aquel que nos rescató de la muerte para darnos Su perfecta, santa y eterna vida!

Y por ello mantenemos nuestra mirada dirigida a Él, en Su palabra y por medio de la oración, por tal de que cada vez sean menos las tentaciones y los baches en los que tanto nos avergüenza caer como torpes críos.

Dios conoce nuestras debilidades y limitaciones y, aunque no le agrade, no se va a escandalizar repentinamente de nosotros ni nos va a dejar de perdonar siempre que acudamos a Él con corazón sincero.

Pero sucede que, aún conociendo del inconmensurable amor y misericordia de Dios, el peso de haber pecado nos puede hacer sentir indignos de ser llamados hijos suyos, impidiéndonos a nosotros mismos el acercarnos a Él, y hundiéndonos en una autocompasión que va enfriando nuestra relación con Dios y apagando el Espíritu.

Para que esto no suceda hoy es día de alzar la vista y recordar que nada ni nadie nos puede arrebatar la identidad que nos fue dada en Cristo, por lo que Dios nunca dejará de ser nuestro Padre. Y si un padre terrenal es capaz de perdonar a su hijo en cualquier delito que haya cometido, ¿cómo no hallaremos nosotros el perdón y la restauración de nuestro Padre Celestial?

"Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro."
Hebreos 4:15-16



















martes, 13 de septiembre de 2022

Y TAMBIÉN AL EXTRANJERO, 2 Crónicas 6:32-33

Y TAMBIÉN AL EXTRANJERO, 2 Crónicas 6:32-33.

Y también al extranjero que no fuere de tu pueblo Israel, que hubiere venido de lejanas tierras a causa de tu gran nombre, y de tu mano poderosa, y de tu brazo extendido, si viniere, y orare hacia esta casa, tú oirás desde los cielos, desde el lugar de tu morada, y harás conforme a todas las cosas por las cuales hubiere clamado a ti el extranjero; para que todos los pueblos de la tierra conozcan tu nombre, y te teman así como tu pueblo Israel, y sepan que tu nombre es invocado sobre esta casa que yo he edificado.
2 Crónicas 6:32-33

En medio de la oración de Salomón, nos detenemos en este punto, llamándonos la atención el hecho de que el rey se acuerde de los extranjeros, mediando por cada uno de ellos que se arrepienta y busque a Dios, sabiendo que la promesa de salvación al hombre no es exclusiva del judío, sino que por el judío es llevado el anuncio de la promesa al resto de las naciones.

Dios no tiene limitación alguna, ni en poder ni en amor o justicia. Es por eso que del mismo modo que Su justicia caerá sobre todas las naciones sin excepción, asimismo ha caído Su amor para, que por Su gracia en Cristo, puedan hallarse justos por la fe, delante de Él.

Para los judíos el extranjero solía ser una persona inmunda, indigna de compartir espacio con él y mucho menos tocarlo, pues podría contaminarlo de su inmundicia.

Pero esto era una percepción religiosa y cultural emanada del corazón del hombre, ya que en ningún momento Dios muestra este tipo de animadversión contra el extranjero. Sino más bien al contrario, usándose de él cuando ha sido necesario, para darle espacio en la memoria de la historia de Israel, y así confirmar Su voluntad de que Su pueblo llegue a ser uno, formado por toda lengua, tribu y nación.

Eso sí, hasta que se consumara la obra salvífica en la cruz del Calvario, era necesario que el pueblo de Dios viviese dando fruto de su consagración a Él. Y esto implicaba explícitamente que Su pueblo no se mezclase con otros pueblos que no tenían a Dios, mas sin embargo se hacían con sinnúmero de ídolos, que provocarían que el pueblo de Dios abandonara su santificación para adquirir la cosmovisión y las religiones paganas.

La paradoja está en que, a pesar del aparente repudio del judío al gentil, la historia de Israel viene teñida de infidelidad a Dios desde el mismo momento en que el pueblo fue rescatado de la esclavitud en Egipto, e incluso desde antes, aunque aún no hubiera recibido el mandamiento expreso al respecto.

Sin embargo sabemos, por las Escrituras, de extranjeros que tomaron parte de la fe en el Dios de Israel. Con especial relevancia en aquellas mujeres que tuvieron parte en la genealogía de Jesucristo, Rut y Rahab, la viuda moabita y la ramera de Jericó, que además manifestaron una mayor fidelidad a Dios que los hebreos, aún en medio de sus adversidades.

Y Jesús vino a marcar el nexo de unión de Dios para con el hombre, en el mismo Espíritu, así como del judío para con el gentil en Su mismo pueblo.

"Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades."
Efesios 2:14-16

Y la paradoja más grande es que aún hay quien, rescatado por la fe e injertado en la vid verdadera en Cristo Jesús, se deja seducir por pensamientos legalistas y ceremonias religiosas con la intención de hacerse pasar por judío, como si éste tuviera mayor derecho de salvación que el extranjero.

Esto sucede a causa de la inmadurez del creyente, ya sea por su reciente conversión o por falta de conocimiento de la palabra de Dios.

Y a estos débiles en la fe acuden los judaizantes, aquellos que insuflan un panorama religioso que para nada congenia con el evangelio de salvación y hace retroceder a las obras de la ley, aquellas que marcaban la condena al hombre por medio de los mandamientos (porque no hubo ni habrá jamás un sólo hombre en la tierra capaz de cumplir totalmente la ley para ser salvo por ella, a excepción de Cristo, el Salvador, quien era Dios mismo encarnado).

Las sectas judaizantes existen desde que existe la iglesia de Cristo y la lucha contra ellos se ve reflejada en las cartas del Nuevo Testamento, especialmente en las Paulinas, donde el apostol se muestra mordaz contra ellas, llamando a sus lacayos mutiladores del cuerpo, (porque incitaban a los creyentes a circuncidarse como señal de salvación).

"Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de los mutiladores del cuerpo."
Filipenses 3:2

El mandamiento que arroja Pablo a los Filipenses es muy claro, que se guarden de los mutiladores del cuerpo. Porque su proselitismo no se presentaba de cara en medio de la iglesia, como con un cartel que rezara "somos judaizantes y te venimos a captar". Sino que, haciéndose pasar por cristianos, y a veces hasta más cristianos que el mayor de los creyentes de la iglesia, captaban la atención de cualquiera que les cediese oído, entramando en sus mentes pensamientos legalistas que lo fueran apartando poco a poco de la fe. 

Viendo, pues, como el cronista plasmó la intercesión de Salomón por el extranjero que buscaba a Dios, afirmando que recibiría el mismo trato que el judío que busca de Él, ¿qué necesidad tendrá el gentil de aparentar ser judío? ¿No hará, acaso, el ridículo entre el judío y el gentil, por no comportarse ni como lo uno, ni como lo otro?

Cristo es la vida y sólo en Él hay salvación, libertad y vida eterna. Volver a la ley de Moisés sería como mantenerse en el ayo que nos lleva a Él, sin querer llegar a Él como destino.

Luego también los creyentes podríamos aplicar esta porción de la oración de Salomón de la siguiente manera: Si Salomón incluye al extranjero en sus oraciones para la salvación de su alma, ¿cuánto me acuerdo yo de los incrédulos en las mías, para que sean sensibles al evangelio de Jesucristo y puedan ser salvos por Él?

Hoy es día de meditar bien en si estamos tratando al incrédulo como el judío trataba al extranjero o con la mira compasiva de Salomón, en deseo de que sus ojos sean abiertos y reciba también de la gracia de Dios cuando clame a Su nombre.

Y si por si acaso nos sintiéramos más dignos de salvación que otros, como si la exclusividad de la cruz del Calvario fuera nuestra, recordemos que la gracia de Dios en Cristo se extiende a todos, y no solo a unos pocos.

"Cercano está Jehová a todos los que le invocan, a todos los que le invocan de veras."

"Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo."
(Salmos 145:18 y 1 Juan 2:2)



















domingo, 11 de septiembre de 2022

PERMANENTE MORADA, 2 Crónicas 6:1-2

PERMANENTE MORADA, 2 Crónicas 6:1-2

"Entonces dijo Salomón: Jehová ha dicho que él habitaría en la oscuridad. Yo pues he edificado una casa de morada para ti, y una habitación en que mores para siempre."
2 Crónicas 6:1-2

En la apertura de la inauguración del templo se llevó a cabo la dedicación del mismo, en el que Salomón dedicó una oración a Dios delante del pueblo, llena de alabanza y adoración, y en reconocimiento de Sus obras.

Los dos primeros versos expresan la justificación de Salomón con respecto a la edificación del templo. Presentación dirigida directamente a Dios, justo antes de dirigirse al pueblo, como un pensamiento íntimo que extrae en forma de oración.

Otras traducciones bíblicas describen dicha oscuridad como una densa nube, así como Dios dispuso para que Moisés y el pueblo en el desierto pudieran verla en representación de Su presencia.

"Entonces Jehová dijo a Moisés: He aquí, yo vengo a ti en una nube espesa, para que el pueblo oiga mientras yo hablo contigo, y también para que te crean para siempre. Y Moisés refirió las palabras del pueblo a Jehová."

"Entonces Moisés subió al monte, y una nube cubrió el monte."

"Entonces una nube cubrió el tabernáculo de reunión, y la gloria de Jehová llenó el tabernáculo."

(Éxodo 19:9, 24:15 y 40:34.)

La representación en esta nube supondría, pues, la dosificación de Dios a su pueblo, a lo que el hombre fuera capaz de recibir y entender conforme a sus limitaciones.

La gloria de Dios es sin medida. Tanto así que la sola presentación del Señor, aún siendo en apariencia de hombre, provocó que Daniel y Juan cayeran descompuestos a sus pies, como diría Juan, casi muertos. De modo que sólo pudieron sostenerse por Él, que los fortaleció para que pudieran soportar Su presencia, en el momento en que recibían el mensaje.

Y ahora Salomón le edificaba casa y una habitación concreta donde reposara Su presencia, el Lugar Santísimo.

Pero aún siendo una edificación hecha por mano de hombre, a este habitáculo de la presencia de Dios solamente podía acceder el sumo sacerdote, y solamente en la contada ocasión de la expiación por el pecado del pueblo, no sin antes haber ofrecido primero por sus propios pecados.

Esto no dejaba de ser otra autolimitación más de Dios con el fin de aproximarse al hombre, en convivencia con Su pueblo y como oportunidad de que los hombres se acerquen a Él.

Dios prometió que moraría entre Su pueblo. Promesa representada en la densa nube, y hecha realidad en la persona de Dios Hijo, el Señor Jesucristo, humanado y habitando entre nosotros, para darnos redención y vida eterna.

Reza el dicho popular que corazón que no ve, corazón que no siente. Hasta que Dios mismo se vistió de hombre y aún así fue rechazado, porque los representantes de Israel no quisieron reconocerlo aún teniéndolo delante de sus narices.

Mas fue, este rechazo, propicio a llevar a cabo la obra salvífica en la cruz del Calvario, plan eterno de salvación trazado por Dios desde antes de la fundación del mundo.

Y en esta consumación y con la ascensión del Señor a la diestra del Padre, nos fue dado el Espíritu Santo a todos y cada uno de los que creemos que Jesús es el Señor y lo tenemos por Salvador personal, en arrepentimiento de nuestros pecados.

"Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio."
Juan 16:7-8

El Espíritu Santo es nuestro Paracleto. Parecleto es la palabra griega que se usa para hablar del Espíritu Santo como nuestro Consolador. Que a su vez es Consejero, Abogado, Maestro e Intercesor, quien nos acompaña desde el primer momento de nuestra conversión a Cristo y hasta la eternidad, haciendo de nosotros Su morada permanente.

Él es nuestro compañero incondicional de vida, quien nos conduce a un cada vez más marcado carácter de Cristo y nos recuerda Su palabra, alumbrando nuestro entendimiento y capacitándonos para poder llevarla a cabo en nuestro diario vivir.

Además Él es el testigo exclusivo y por excelencia de nuestro distintivo en Cristo al mundo, por el que expandimos el evangelio de salvación y reconciliación con Dios por medio de Él.

La intención de Salomón derivó de la interpretación de que él era el llamado a edificar casa a Dios y que ese habitáculo vendría a ser Su morada permanente.

El templo de Salomón sirvió más bien de confirmación y anuncio de esta promesa por medio de la ley ceremonial y de esta muestra visible de Su poder y Su gloria, en testimonio y guía de lo que había de venir.

Y es que durante el periodo veterotestamentario, aunque visible el lugar donde encontrar la presencia de Dios a todo aquel que lo buscara, el Espíritu Santo no moraba en el hombre sino que venía de forma circunstancial a quien Dios le placía usar, en beneficio del anuncio del plan eterno de salvación, trazado desde la eternidad.

Pero en Cristo recibimos el Espíritu Santo, por gracia de Dios y por medio de la fe, haciendo de cada uno de nosotros Su permanente morada. Habitando nuestro oscuro corazón pecador para transformarlo en uno nuevo, lleno de la luz de Cristo, impregnando nuestro ser de Su carácter.

Se puede decir, y se debe, que el cristiano nunca está solo y jamás lo va a estar.

Aunque hay que reconocer que, por nuestra debilidad humana, la sensación de soledad irrumpe en el creyente cuando, en la adversidad de las circunstancias, vemos como las personas desaparecen de nuestro lado y dejamos de sentir ese apoyo moral tan humano de ver a nuestro semejante acompañarnos en la misma experiencia.

Esto no debería ser así, sino que tenemos ejemplo en Pablo de cómo un cristiano afronta la soledad terrenal y cuán sensible ha de estar de la presencia permanente de Dios en su vida:

"En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta. Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león. Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial. A él sea gloria por los siglos de los siglos. Amén."
2 Timoteo 4:16-18

Usemos, pues, la percepción de desamparo como voz de alarma para fortalecer nuestra vida devocional en Cristo, por medio de la oración y de la Palabra, y en gratitud por nuestra vida nueva en Él.

Y en virtud de la permanente morada de Cristo en nosotros por el Espíritu Santo, hoy es día de fortalecernos con el siguiente oportuno consejo:

"Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré; de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre."
Hebreos 13:5-6



















viernes, 9 de septiembre de 2022

REPRESENTACIÓN, LOOR Y PROCLAMA, 2 Crónicas 5:11-12

REPRESENTACIÓN, LOOR Y PROCLAMA, 2 Cronicas 5:11-12.

"Y cuando los sacerdotes salieron del santuario, (porque todos los sacerdotes que se hallaron habían sido santificados, y no guardaban sus turnos; y los levitas cantores, todos los de Asaf, los de Hemán, y los de Jedutún, juntamente con sus hijos y sus hermanos, vestidos de lino fino, estaban con címbalos y salterios y arpas al oriente del altar; y con ellos ciento veinte sacerdotes que tocaban trompetas:)"
2 Crónicas 5:11-12

Prontos a finalizar el relato del traslado del arca e inauguración del templo, vemos la gran convocatoria de los levitas, desde el sumo sacerdote hasta los ciento veinte que tocaban las trompetas.

En unanimidad y sin turno que los limitara, obraban todos y cada uno de ellos según su labor habitual: el que sirve en el templo en representación del pueblo, el que da loores a Dios, por medio de los instrumentos y los cantos y el que anuncia y convoca al pueblo, por medio de las trompetas.

Desde Adán y hasta la fecha podemos conocer el nombre de los santos de Dios descritos en las Escrituras. Pero ellos son sólo una pequeña representación de la congregación de los santos, la cual es tal que no se puede contar.

De todos los tiempos, lenguas y culturas, Dios ha hecho traer al hombre de las tinieblas a la luz, rescatándolo por medio de Su Hijo, el Señor Jesucristo, con Su obra salvífica en la cruz del Calvario y Su resurrección al tercer día.

A los diez días de que Jesús resucitado  ascendiera a la diestra del Padre, nos trajo el Espíritu Santo a morar en cada uno de los creyentes siendo, los ciento veinte discípulos congregados en el aposento alto, los primeros en experimentar la llenura del Espíritu Santo y sus obras.

En ese momento nacía la iglesia de Cristo, de la cual Él es cabeza, y todo creyente es bautizado con el Espíritu Santo en Él, como miembros los unos de los otros en el cuerpo de Cristo.

Y como todo cuerpo tiene un propósito concreto y unas funciones propias de cada miembro para que este propósito se lleve a cabo, asimismo la iglesia de Cristo, la cual tiene por misión ejercer la portavocía del evangelio de Jesucristo y el testimonio de Su luz al mundo, a cada miembro en particular Dios lo capacita para unas funciones a desempeñar en el cuerpo de Cristo, para la común edificación y el crecimiento según Él, a quien tenemos por cabeza.

De este modo es ministrada la multiforme gracia de Dios, en el mismo Espíritu, sobre toda cultura e idioma, en representación de Cristo al mundo, para la salvación de su alma, y del mundo a Dios por medio de nuestras oraciones.

Y como todo esto sólo es posible por gracia de Dios, quien por medio de la fe en el Señor Jesucristo nos da la vida y nos limpia de toda maldad, loores exhala nuestro aliento en cada paso de nuestro diario vivir, atestiguando un cada vez más marcado carácter de Cristo, por la acción del Espíritu Santo por medio de Su Palabra.

Porque es Su Palabra el medio por el que Dios se ha revelado al hombre de una forma particular, siendo ella el testimonio de Cristo de principio a fin, y el perfecto manual de vida, que alumbra el camino.

Sólo a través de ella el hombre es llevado a la convicción de pecado por el Espíritu Santo, y a la salvación a todo aquel que en ella ha creído, reconociendo a Jesús como Señor y Salvador personal.

Y la iglesia se acoge a ella a cual trompeta que proclama al mundo el mensaje de salvación, como esos ciento veinte sacerdotes en la inauguración del templo, asimismo como los ciento veinte del aposento alto en el día de Pentecostés.

Y este es el mensaje que proclamamos:

"De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna."

"Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros."

"El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él."
(Juan 3:16 , Romanos 5:6-8 y Juan 3:36)

Es necesario que las funciones de representación, loor y proclama se desempeñen en comunión con Dios, en relación con Cristo en una vida devocional activa.

Igual que el sacerdocio solamente ejercía desde el templo, donde sitaba el arca del pacto y todo lo consagrado a Dios, los creyentes no ejerceremos correctamente nuestras funciones si descuidamos la relación con nuestro Padre celestial en oración y por medio de Su Palabra.

Puede suceder que dejemos que las adversidades externas mellen nuestro interior, dejando de ejercer la función encomendada, como resultado de una débil relación con nuestro Salvador y Padre Eterno.

Así que hoy es día de examinar hacia dónde van nuestros pies en el diario caminar de la fe cristiana, si encaminados en Cristo o a expensas de las circunstancias terrenales.

Y si por si acaso hayamos dejado que el desánimo y la melancolía nos tengan sumidos en el letargo de una higuera sin fruto y pronta a secarse, aferrémonos a estos versos, como en su día así lo hizo un rey David arrepentido:

"Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente. Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores se convertirán a ti. Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación; Cantará mi lengua tu justicia. Señor, abre mis labios, y publicará mi boca tu alabanza."
Salmos 51:12-15




















miércoles, 7 de septiembre de 2022

LO QUE PERMANECE, 2 Crónicas 5:10

LO QUE PERMANECE, 2 Crónicas 5:10

En el arca no había más que las dos tablas que Moisés había puesto en Horeb, con las cuales Jehová había hecho pacto con los hijos de Israel, cuando salieron de Egipto.
2 Crónicas 5:10

Continuamos la lectura de este quinto capítulo en el que el cronista nos lleva al momento en que el arca fue puesta en el templo de Salomón.

Entonces se abre un pequeño paréntesis  donde se nos descubre el contenido del arca, que en ese entonces sólo constaba de las tablas de Moisés.

No es que se quiera expresar poca cosa al decir "sólo", sino que hubo un tiempo en que el arca contuvo algo más.

Y es que, durante la estadía en el desierto, Moisés depositó también en su interior un cuenco con maná y la vara florecida de Aarón.

Pero con el paso del tiempo estos dos complementos acabaron desapareciendo, siendo que permanecieron solamente las tablas de los diez mandamientos.

Conocemos a los diez mandamientos como la ley moral de Dios al hombre. Ésta es la que muestra el estándar de cómo ha de ser un hombre santo y justo delante de Dios.

Para que así sea, es necesario cumplir a rajatabla con todos y cada uno de los diez mandamientos. De modo que si se transgrede en lo más mínimo en alguno de ellos, ya ha transgredido toda la ley.

Sólo Dios es perfecto y sólo en Él puede ser perfecto el hombre.

Adán fue el hombre que más cerca de la perfección estuvo, siendo el primer humano creado por Dios y hecho a Su imágen y semejanza.

Pero su imágen se desvirtuó al transgredir el único mandamiento negativo que Dios le había impuesto, el cual tampoco era muy complicado de cumplir, y era el siguiente:

"Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás."
Génesis 2:16-17

Pero más que el fruto en sí, el hombre codició el obtener de esa ciencia que proporcionaba, con la idea de ser igual a Dios y adquirir, con ello, la autosuficiencia.

La consecuencia de este acto fue catastrófica, cortándose instantáneamente esa unión entre Dios y el hombre a causa del pecado y viniendo a tomar parte la muerte sobre toda la tierra.

En una muestra de inconmensurable amor y misericordia, Dios prometió que un día vendría un Redentor para cortar con esta maldición, restaurar la relación del hombre para con Él y tomar de nuevo el trono de Su reino sobre la tierra.

"Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar."
Génesis 3:15

Y en esta fe se mantuvo el pueblo de Dios, de manera que toda mujer israelita deseaba tener un hijo varón y que éste llegara a ser aquel Mesías prometido que los librara del yugo de pecado y de muerte.

Aún debían pasar milenios desde la primera promesa de salvación hasta que se cumpliera ésta en el Señor Jesucristo.

Mientras tanto, Dios estableció que el hombre pudiera acercarse a Él por medio de una ley, dada por Él a Moisés, la cual sería el distintivo de Israel, comprendiendo el carácter moral y la práctica ceremonial de un pueblo consagrado a Dios.

Y cuando el carácter del Mesías prometido se plasmaba en la ley moral  grabada en piedra y representada por diez mandamientos, el pueblo se centró más bien en lo tocante a las ceremonias  añadiendo, según su interpretación propia del bien y del mal y de la voluntad de Dios, varios preceptos y mandamientos nuevos, sacados de su corazón.

Tal fue así que cuando toda la ley ceremonial debía mostrarles a Cristo, cuando Él vino fue rechazado por ellos, ya que la percepción de Su pueblo se acabó anclando en lo terrenal. Les fue imposible reconocer que Jesús era el Mesías, a pesar de cumplir con toda señal descrita por los profetas, delante de sus narices.

No por todos fue rechazado, pues le siguieron muchos discípulos durante Su estancia en la tierra.

Y Jesús, en Su labor ministerial hasta la cruz del Calvario, instruía a sus discípulos en Su carácter, devolviendo el buen sentido a los mandamientos, durante lo que conocemos como el Sermón del Monte.

Y un "oísteis que fue dicho, pero yo os digo" amasaba de nuevo la perfecta ley moral de Dios al hombre en los corazones de quienes le seguían creyendo en Él y teniéndolo como autoridad.

No obstante, hasta los mismos doce escogidos personalmente por Jesús se veían tentados por los conceptos religiosos veterotestamentarios. Tanto así que incluso los tres más allegados al Señor, estos eran Pedro, Jacobo y Juan, aún viendo al Señor en Su gloria en el monte de la transfiguración, lo igualaron en importancia a Moisés y a Elías, representados allá hablando con Él.

Pero Dios Padre tomó parte en ese momento:

"Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd."
Mateo 17:5

Hay que reconocer que al hombre siempre le ha sido más fácil confiar en el hombre que en Dios, no porque no quiera confiar en Él, sino porque esta confianza requiere de una fe altruista y que invita a la negación del ego.

Quizá nos podamos sentir más generosos, que egoístas. Lo cierto es que todo humano preferimos transformar lo terrenal en algo más digno que lo Divino, para saciar nuestras concupiscencias sin necesidad de humillar el corazón delante de Dios.

Y en este punto, aunque regenerados por el Espíritu Santo, los creyentes, en conjunto como Iglesia o de forma individual, vivimos bajo la misma tentación mientras permanecemos en este mundo.

A veces nuestra confianza se ha depositado más en lo que dijera aquel predicador famoso que en la palabra de Dios, dándole amenes sin siquiera observar la necesidad de examinarlo a través de las Escrituras.

Otras tantas veces, y esto muestra cuán anclado nuestro corazón esté en las cosas de este mundo, nuestra confianza se basa en cosas más pasajeras que, aún sean  materiales inertes, les acabamos dando más importancia incluso que a la palabra de Dios.

Esto sucede cuando basamos nuestro día a día y nuestra seguridad en un puesto de trabajo, en el dinero, en posesiones o en las personas de alrededor.

Pero sucede que, igual que el maná y la vara de Aarón desaparecieron con el tiempo, permaneciendo solamente las tablas de piedra de Moisés, también todo lo tocante al hombre se desvanece, pero la Roca, que es Cristo, permanece para siempre.

"Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre."
1 Juan 2:17





















domingo, 4 de septiembre de 2022

INNUMERABLES SACRIFICIOS, 2 Crónicas 5:6

INNUMERABLES SACRIFICIOS, 2 Crónicas 5:6

Y el rey Salomón, y toda la congregación de Israel que se había reunido con él delante del arca, sacrificaron ovejas y bueyes, que por ser tantos no se pudieron contar ni numerar.
2 Crónicas 5:6

El traslado del arca al templo se acompañó de innumerables sacrificios.

Anteriormente, el rey David también protagonizó el traslado del arca desde la casa de Obed Edom hasta el tabernáculo.

En este caso David acompañó la celebración del traslado con el sacrificio de siete carneros y de siete novillos, númera al cual entendemos como símbolo de la perfección, y que entendemos, desde nuestra cosmovisión actual, que estaba aludiendo al perfecto sacrificio que culminó el Señor Jesucristo en la cruz del Calvario.

En el caso del traslado del arca por parte de Salomón el número de sacrificios era incontable de tantos que se presentaron.

Antiguamente fueron necesarios innumerables sacrificios para poder acercarse a Dios.

Este sistema de sacrificios apuntaba a Cristo. El perfecto Redentor, quien venía a ser tanto el perfecto sacrificio, para la salvación del hombre, como el perfecto sumo sacerdote, en mediación de Dios para con él.

Desde que el primer hombre pecara le fue necesario un Redentor, por cuanto le es imposible salvarse a sí mismo de sus pecados, por su propia naturaleza corrompida desde la simiente de Adán.

Porque no hay justo ni aún uno, e igualmente recalca la Palabra de Dios que no hay ningún hombre en el mundo que haga el bien y nunca peque, Dios, en Su inconmensurable amor y misericordia, trazó un perfecto plan de salvación desde la eternidad para que, con toda justicia, el hombre pueda hallarse justificado delante de Dios.

Y mientras el pueblo de Dios era formado y tratado hasta el tiempo perfecto en que el Mesías naciera de una virgen y en cumplimiento de todas las circunstancias, conforme a lo anunciado en los Salmos y los profetas, el Justo y Santo Dios de amor y misericordia permitió que los hombres pudieran acercarse a Él o cuanto menos, hallar la expiación de sus pecados, a base de unos concretos sacrificios de animales, de modo que el inmolado venía a sufrir todo el peso de la ira de Dios sobre el pecado, quedando el hombre libre de tal paga. 

Porque la paga del pecado es la muerte, dice el Señor en Su palabra, y un Dios Justo y verdadero no podía pasar por alto Su propia justicia, servía el sacrificio animal como sombra del perfecto sacrificio que consumaría el Hijo de Dios en la cruz del Calvario.

Y con la consumación de este perfecto sacrificio, la justicia de Dios se manifestaba en Su gracia para el hombre por medio de la fe, dando fin a las obras de la ley, para su salvación por el perdón y la vida eterna en Cristo Jesús, Señor y Dios Todopoderoso.

"Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree."
Romanos 10:4

Libres, pues, en Cristo, de todo yugo del pecado y puestos en nueva vida como hijos de Dios por el Espíritu Santo que viene a morar en nosotros, todo creyente viene a constituir la iglesia de Cristo, la cual recibe, según el propósito de Dios, la labor principal de portar la luz de Cristo al mundo, para la salvación de las almas.

Pero puede suceder que un creyente inmaduro o ignorante del evangelio, y por ende, de la Palabra de Dios, se deje embaucar por aquellos pensamientos humanos que pretenden la salvación por méritos propios, por medio de las obras.

Esto estaba aconteciendo con unos creyentes judeo cristianos del primer siglo que, habiéndose convertido a Cristo durante el famoso Pentecostés inmediato a la ascensión del Señor a la diestra del Padre, se volvieron a sus lugares de origen, continuando sus vidas conforme a las tradiciones judías bajo el yugo de la ley de Moisés.

Por tal motivo les fue remitida una carta muy contundente y explícita hacia la perfección del sacrificio de Cristo y de su perpetuo Sumo Sacerdocio para con todo aquel que en Él cree.

"Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados."
Hebreos 10:11-14

Porque de entre ellos había quienes aún usaban de la práctica de sacrificios, según el judaísmo, mientras que otros creían que, a cada vez que caían en pecado, debían de nuevo acudir al sacrificio de Jesús en la cruz del Calvario, como si su nuevo nacimiento en Cristo hubiera dejado de tener validez en cada caída.

De modo que el autor de la carta a los Hebreos apelaba a sus conciencias constantemente, para que su confianza fuera plena y exclusiva en el trono de la gracia de Dios, en Cristo Jesús, dejando atrás los viejos preceptos de la ley.

"Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió."
Hebreos 10:19-23

El evangelio de Jesucristo es bien claro en cuanto a que la salvación del hombre es por gracia, por medio de la fe en Él, y en cuanto a la seguridad de salvación en Él por cuanto Perfecto, Fiel y Verdadero es el que prometió, el mismo que dió a Su Hijo para que en Su vida, vivamos y en Su muerte, muramos al pecado cada día más, y hasta que lleguemos a la perfección del carácter de Cristo en cada uno de Sus hijos.

Pero hay que reconocer que, en nuestra debilidad humana, son muchas las veces que nos dejamos llevar por la carne, al no estar manteniendo una vida devocional minímamente activa en comunión con el Señor.

De entre todas estas veces, hay ocasiones que es tal o cuán grave la caída que nuestra propia vergüenza nos priva el retomar nuestra relación con el Padre, autoimpidiéndonos a nosotros mismos el perdón y la restauración en Cristo Jesús, pensándonos inmerecedores de ser perdonados.

Lo cierto es que ni en ese momento ni cuando fuimos perdonados la primera vez que conocimos a Cristo, hemos merecido algún favor de Dios que no fuera la propia muerte. Es por eso que la salvación es por gracia, no por obras, para que nadie se gloríe.

Por lo tanto nadie debe sentirse merecedor de ser salvo, asimismo nadie debe sentirse inmerecedor de ser perdonado (porque es Dios quien lo hace en Su santa y perfecta voluntad).

Así que, si hoy es uno de esos días en que la duda quiso hacer mella en nuestra conciencia a causa de aquel pecado que pensamos con mayor poder que la sangre de Cristo y que Su perfecto sacrificio, sea hoy el día de limpiar nuestros pensamientos y restaurar nuestra relación con el Padre, recordando que no es nuestro el derecho de ser perdonados, sino de Dios, en Cristo, la voluntad de hacerlo.

Hoy es día de tomar ánimo y confiar en la perfecta obra salvífica de Jesús en la cruz del Calvario.

Y por si llegáramos a sentirnos indignos y, por ende, desanimados a causa de nuestros errores delante de Aquel que nos salvó, recordemos la perfección de Su obra, teniendo en cuenta esta directa invitación:

"Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro."
Hebreos 4:15-16





















sábado, 3 de septiembre de 2022

LA OBRA COMPLETA, 2 Crónicas 5:2-5

LA OBRA COMPLETA, 2 Crónicas 5:2-5

Entonces Salomón reunió en Jerusalem a los ancianos de Israel, y todos los príncipes de las tribus, los jefes de las familias de los hijos de Israel, para que trajesen el arca del pacto de Jehová de la ciudad de David, que es Sión. Y se congregaron con el rey todos los varones de Israel, para la fiesta solemne del mes séptimo. Vinieron, pues, todos los ancianos de Israel, y los Levitas tomaron el arca: Y llevaron el arca, y el tabernáculo de reunión, y todos los utensilios del santuario que estaban en el tabernáculo: los sacerdotes y los Levitas los llevaron.
2 Crónicas 5:2-5

Ya estaba toda la obra concluída: columnas y paredes de bronce y oro, con su mobiliario y utensilios nuevos. Todo hecho con piedras labradas en cantera, maderas nobles y metales preciosos.

Pero le faltaba lo más importante y el motivo por el cual había sido levantado el templo: el arca del pacto.

Se dispusieron a trasladarla, pues, desde la casa de David y hasta el templo, para hacer habitar en su interior la gloria de Dios.

La fiesta solemne del séptimo mes era la de los tabernáculos. En esta fiesta se conmemoraba la salida de Egipto y el tiempo en que Dios los hizo acampar en el desierto alrededor del tabernaculo de reunión, que es donde Él hacía habitar la nube de Su gloria.

La gloria de Dios y Su santa presencia son tales que nada ni nadie puede contenerlas. Pero Dios se quiso revelar al hombre y se nos presenta en la medida en que lo podamos soportar y entender, a causa de nuestras limitaciones.

Para ello se muestra a todo el mundo por medio de Su creación y, además, nos ha dejado Su palabra escrita para poder conocerlo de una forma más especial, plasmando en sus letras Su carácter, Su voluntad y Su obra.

Mediante Su palabra alcanzamos la vida, porque ella nos lleva a Cristo desde el inicio y hasta el último verso de las Escrituras.

Pero para ello es necesario aceptarla y reconocer Su cumplimiento en Jesús de Nazaret, Dios Hijo hecho carne y habitando entre nosotros, que con Su muerte y Su resurrección zanjó la condena con toda justicia, rompiendo en el hombre  la atadura del pecado y de la muerte por medio de Él.

Porque ya dicho de paso, Jesús cumplió con su primera venida la representación del tabernáculo de reunión en medio de Su pueblo. Igualmente, en el mismo modo en que el tabernáculo fue temporal pero el templo se construyó como un edificio permanente, el Señor volverá para reinar y habitar perpetuamente sobre toda la creación, con toda justicia y en toda Su gloria.

Mientras tanto Él habita en cada cual que en Él cree y lo reconoce como Señor y Salvador personal. Entonces Dios envía en cada creyente al Espíritu Santo, quien mora en nosotros regenerando nuestro ser y guiándonos a un cada vez más marcado carácter de Cristo, abriéndonos el entendimiento de Su palabra.

Jesús es la máxima expresión de Dios al hombre, siendo la revelación suya más ajustada al entendimiento humano. Por cuanto es Dios hecho hombre, toda la Deidad se adapta al hombre en todas sus limitaciones, pero sin pecado.

"A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer."
Juan 1:18.

En tiempos en que Jesús caminaba entre los hombres, la máxima autoridad religiosa en Israel era el sanedrín, compuesto por saduceos y fariseos en su mayoría, y que impartían la justicia y la representación del pueblo en toda cuestión política, social y religiosa.

El sanedrín y los escribas eran los mayores entendidos de las Escrituras y los que tenían su tutela y la potestad de enseñarla al pueblo.

Cuando Jesús mostró todo cumplimiento de la Palabra por medio de prodigios y señales claramente descritos por los profetas veterotestamentarios, el sanedrín no quiso reconocerlo.

Mandó pues a varios que lo investigaran con la única motivación de buscar por dónde desprestigiarlo para que el pueblo dejara de seguirle, y así no perder ellos el poder y la autoridad.

Podemos decir que todo este conjunto de eruditos era como el templo de Salomón, compuesto por lo mejorcito de los  materiales y esculpido por las mejores manos, pero le faltaba el arca.

El arca es el único elemento que hace que el resto del templo adquiera su razón de ser. De modo que todo lo que se hace por medio del altar, de las fuentes, en los candeleros, mesas o inciensarios no tiene ningún sentido si es que no hay arca a la que acceder por medio de ello.

No sería más que un despropósito, una vana religión y una pérdida de tiempo.

Cuando leemos en el Nuevo Testamento sobre los fariseos nos viene a la mente la imagen de malas personas que jamás consideraríamos como ejemplo a seguir. Pero la realidad en su marco social era totalmente diferente, siendo ellos la muestra de la santidad al pueblo y la representación práctica de su ley.

Para entenderlo, deberíamos imaginar que un fariseo podría ser tal como un reconocido predicador contemporáneo del cual seamos asiduos a escuchar y a tener en cuenta.

Llenos de conocimiento de las Escrituras mas no implicados con ellas, recibieron, pues, los fariseos, esta advertencia del Señor:

"Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida."
Juan 5:39-40

Tan cierto como que el religioso que no considera a Cristo como el único medio de salvación personal es un templo sin arca, es que a todo aquel que cree en Jesús y lo reconoce como Salvador suyo, en arrepentimiento de sus pecados, le es dada ese arca a morar en él, que es el Espiritu Santo, haciéndolo así una obra completa en Cristo.

"Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad."
Colosenses 2:9-10

La reflexión de hoy nos lleva al siguiente pensamiento: No importa cuán implicados estemos en la iglesia de Cristo si al fin y al cabo nuestra confianza la tenemos depositada en nuestro propio conocimiento, obras o prestigio.

Y si, por si acaso, nos hayamos acomodado en conformarnos como si hubiéramos alcanzado ya la perfección de la plenitud de Cristo por nuestro conocimiento escritural o religioso, hoy es día de considerarnos tal como Pablo a los Filipenses, con la mira puesta  hacia el arca de la salvación en Cristo y de la obra completa en Él.

"Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios."
Filipenses 3:13-15














ACTITUD VICTORIOSA, 2 Crónicas 20:15-17

ACTITUD VICTORIOSA, 2 Crónicas 20:15-17 Y dijo: Oid, Judá todo, y vosotros moradores de Jerusalén , y tú, rey Josafat. Jehová os dice así: N...