miércoles, 2 de noviembre de 2022

INFLUENCIA FAMILIAR, 2 Crónicas 12:13-14

INFLUENCIA FAMILIAR, 2 Crónicas 12:13-14 

Fortalecido, pues, Roboam, reinó en Jerusalén : y era Roboam de cuarenta y un años cuando comenzó a reinar, y diecisiete años reinó en Jerusalén , ciudad que escogió Jehová de todas las tribus de Israel, para poner en ella su nombre. Y el nombre de la madre de Roboam fue Naama amonita. E hizo lo malo, porque no dispuso su corazón para buscar a Jehová.
2 Crónicas 12:13-14 

Ultimamos el capítulo doce donde el cronista va concluyendo con el reinado de Roboam. 

Aquí nos presenta a Naama, su madre, y a continuación nos comenta sobre la indisposición del corazón de Roboam para buscar a Dios. 

Se nos indica que Naaama era amonita, es decir, natural del territorio pagano de Amón, que tenían entre sus dioses a Moloc, ese al que ofrecían niños haciéndolos pasar por fuego. 

Hubiera sido ideal que todas las mujeres y concubinas de Salomón tuvieran como requisito el convertirse a Dios. Pero ya sabemos que esto no fue así, sino más bien Salomón permitió que sus tantas mujeres practicaran su idolatría, y esto es lo que acabó desviando su corazón hacia sus dioses. 

Y aunque todo hijo del rey crecía instruyéndose en la ley y preparándose para su posible subida al trono, en la práctica de vida el peso de le educación la tenían las madres, por cuanto era con ellas con quienes convivían la mayor parte del día. Naama, pues, crió a su hijo desde su conocimiento cultural y religioso. 

Aunque en el caso de Roboam, no supo acostumbrar su corazón a buscar a Dios, ya que no lo aprendió en su casa, la Biblia recoge varios ejemplos de mujeres cuya fidelidad impactó en sus hijos y en sus comprometidas vidas de fe y obediencia a Dios. 

Podemos recordar a Ana, por ejemplo, que dedicó a su hijo Samuel al servicio a Dios, y a quien Dios usó grandemente, poniéndole en un lugar privilegiado en la historia de Israel. 

"Por este niño oraba, y Jehová me dio lo que le pedí. Yo, pues, lo dedico también a Jehová; todos los días que viva, será de Jehová. Y adoró allí a Jehová."
1 Samuel 1:27-28 

Y cómo obviar el muy buen ejemplo de la implicación instructiva de la madre y la abuela de Timoteo, a quien enseñaron con ahínco las Escrituras. Disciplina y práctica de vida muy necesarios en el ministerio pastoral que ejercería por mano de Pablo, quien considera en alta estima a estas dos mujeres y el valor de su fidelidad. 

"Doy gracias a Dios, al cual sirvo desde mis mayores con limpia conciencia, de que sin cesar me acuerdo de ti en mis oraciones noche y día; deseando verte, al acordarme de tus lágrimas, para llenarme de gozo; trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también."
2 Timoteo 1:3-5 

Aunque el pasaje de hoy alude directamente a la madre de Roboam para valorar hasta qué punto influye en la vida de una persona su herencia familiar, la educación de los hijos no es cosa exclusiva de padre o madre, sino que ambos van a tener parte de responsabilidad en cómo vayan a experimentar la vida desde sus edades más tempranas y hasta que alcancen su madurez. 

Si bien, no todos somos padres o madres biológicamente hablando, sí que lo podemos ser en el ámbito espiritual, por cuanto nuestro testimonio de vida en Cristo puede ejercer influencia en nuestro entorno secular. 

Porque dicho sea de paso, los creyentes en Cristo somos testimonio de Su vida y portadores de Su luz al mundo, por medio de la proclamación del mensaje de salvación. Mensaje que no mostramos solamente con palabras, siendo nuestras obras el testigo y la consolidación de la semilla del evangelio. 

Hoy es día de reflexionar qué impacto está dejando nuestra vida a quien le pueda influenciar. 

"Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él."
Proverbios 22:6





















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