miércoles, 30 de noviembre de 2022

ESPERANZA, 2 Crónicas 15:3-7

ESPERANZA, 2 Crónicas 15:3-7 

Muchos días ha estado Israel sin verdadero Dios y sin sacerdoteque enseñara y sin ley; pero cuando en su tribulación se convirtieron a Jehová Dios de Israel, y le buscaron, él fue hallado de ellos. En aquellos tiempos no hubo paz, ni para el que entraba, ni para el que salía, sino muchas aflicciones sobre todos los habitantes de las tierras. Y una gente destruía a la otra, y una ciudad a otra ciudad: porque Dios los turbó con toda clase de calamidades. Pero esforzaos vosotros, y no desfallezcan vuestras manos; pues hay recompensa para vuestra obra.
2 Crónicas 15:3-7 

Continuando la lectura en el segundo libro de Crónicas, por el capítulo quince, en su inicio vemos a Azarías profetizando a Judá y a Benjamín de parte de Dios. 

Primeramente les recuerda el pacto de permanencia de la compañía y protección divina, el cual está condicionado a la obediencia del pueblo para con Dios, diciendo: "Jehová estará con vosotros, si vosotros estuviereis con Él." 

Seguidamente el profeta hará uso de memoria para trasladarse a aquel tiempo en que cada cual hacía lo que le parecía, sin regirse por la ley de Dios, el cual por la lectura Bíblica podríamos entender que refiere a tiempos posteriores a Josué en que Dios mandaba jueces de tanto en cuando y por Su misericordia, en su rescate y para restaurar la relación entre Él y Su pueblo. 

En algunas traducciones, este pasaje, en lugar de aparecer en pretérito se plantea como un porvenir, lo cual también es aceptable, ya que el hombre tiende siempre a hacer el mal y a caer en los errores del pasado. 

Sea como fuere, Azarías les plantea un escenario de desgracias que acontecieron y acontecerán a causa de la rebeldía del hombre. 

En lo que finalmente el profeta entona un "pero", que dilucidará la esperanza a Asa en su reino, como aliento e incentivo para la perseverancia en sus obras. 

Después de que el pueblo de Dios fue rescatado de la esclavitud en Egipto y tras largos cuarenta años, Josué fue llamado a seguir los pasos de Moisés, en sucesión de él, para guiar a Israel hacia la tierra de la promesa. 

De este relato recordamos un versículo clave el cual nos sirve como recurso para alentar y motivar a hermanos o a nosotros mismos en la práctica y en el perfeccionamiento de la fe. 

"Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas."
Josué 1:9 

Aunque incluye el requisito del esfuerzo y la valentía, este verso es precedido de otros, los cuales Josué deberá cumplir si es que quiere ver realizada en su vida esta promesa. 

"Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien."
Josué 1:7-8 

Dios demanda a Josué una obediencia y una permanencia fiel en Su ley y en Sus mandamientos, pero cada espacio en que insta este requisito lo concluye con afirmaciones muy alentadoras: "para que seas prosperado en cada cosa que emprendas", "porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien" y " Jehová tu Dios estará contigo en donde quiera que vayas". 

Dios es Soberano, y en su voluntad inmutable se demuestra, así como Su inmutable e inconmensurable amor y misericordia, y se muestra constantemente cercano ante aquel que se arrepiente y busca seguir Su voluntad. 

Bastaron los días en que se pensaba a Dios como en aquellos que desde el Olimpo enviaban rayos y truenos a los hombres y les atormentaban con acertijos indescifrables para llevarles a la muerte. 

El verdadero Dios no tiene nada que ver con la tiranía, sino con la soberanía, por cuanto es el Creador de todo lo visible y lo invisible, y el dador de la vida. 

Y no solamente da la vida natural, que es el respirar y que corra la sangre en las venas sino que, habiendo muerto el hombre espiritualmente hablando, a partir del pecado de Adán y así toda la humanidad por su simiente, aún Dios nos envía a Su Hijo, el cual es la vida misma, para que por Él seamos vivificados. 

Dios es Soberano pero no es tirano. Nos ha creado libres de escoger entre la vida y la muerte, recayendo sobre nosotros la responsabilidad de nuestra condena si es que decidimos rechazar la gracia de Dios por medio del Hijo, el cual pagó por nosotros la deuda entregando Su vida en la cruz del Calvario. 

Pero si por el contrario y en aceptación de la convicción de pecado, reconocemos a Jesús como Señor y Salvador personal con corazón arrepentido, Dios nos extiende Su gracia de una vez y para siempre, aplicando en nosotros la nueva vida en Cristo, la cual es eterna y justificándonos así delante de Él, por cuanto pagó con Su sangre por cada uno de nuestros pecados. 

Y los que vivimos en Él, por Él y para Él vivimos, así como dice Pablo a los Romanos: 

"Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos."
Romanos 14:8 

Y en esta nueva vida tenemos también un nuevo propósito. Del mismo modo que antes andábamos en perdición y hacia el abismo, sin más oficio que el ser pecador y mayor beneficio que la muerte, ahora andamos en luz y hacia la vida eterna, destino asegurado en Cristo por el sello del Espíritu Santo, y puestos en el mundo como portavoces y lumbreras de Cristo, para testimonio de salvación en Él. 

Como nuevamente dice Pablo, esta vez a los Efesios: 

"Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas."
Efesios 2:10 

No es que Dios obre directamente en las buenas obras que vayamos a hacer, sino que ha dispuesto buenas obras y las ha puesto a nuestro alcance para que nos ocupemos de ellas. 

Y mismamente como advertía la palabra de Dios en boca de Azarías que Su pueblo pudiera desfallecer al no esforzarse en mantenerse en Él, las bofetadas de este mundo pueden desalentar al más maduro de la iglesia, si es que se encuentra en una etapa floja en su vida devocional. 

Advertencia que Pablo da a los Efesios instándoles a tomar la salvación por yelmo y el Espíritu por espada, y llevándoles a perseverar en vigilia y ruego. 

"Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;"
Efesios 6:17-18 

Nuestra es la perseverancia aunque el sustento es en Cristo, como nuestra es la fe aunque la garantía es en el Espíritu Santo, que mora en todo creyente. 

Hoy es día de escuchar la advertencia y aferrarnos a la esperanza, que tenemos en Cristo, de vida eterna. 

Y si por si acaso tengamos la sensación de haber desfallecido antes de tiempo por no haber atentido a esta palabra, nos queda recordar el amor y las muchas misericordias de Dios para con nosotros, a todas horas. Recobraremos la esperanza cual David en sus salmos. 

"Si anduviere yo en medio de la angustia, tú me vivificarás; Contra la ira de mis enemigos extenderás tu mano, Y me salvará tu diestra. Jehová cumplirá su propósito en mí; Tu misericordia, oh Jehová, es para siempre; No desampares la obra de tus manos."
Salmos 138:7-8
























domingo, 27 de noviembre de 2022

PLENA CONFIANZA, 2 Crónicas 14:8-12

PLENA CONFIANZA, 2 Crónicas 14:8-12

Tuvo también Asa ejército que traía escudos y lanzas: de Judá trescientos mil, y de Benjamín doscientos ochenta mil que traían escudos y entesaban arcos; todos hombres diestros. Y salió contra ellos Zera etíope con un ejército de millones, y trescientos carros; y vino hasta Maresa. Entonces salió Asa contra él, y ordenaron la batalla en el valle de Sefata junto a Maresa. Y clamó Asa a Jehová su Dios, y dijo: ¡Oh Jehová, para ti no hay diferencia alguna en dar ayuda al poderoso o al que no tiene fuerzas. Ayúdanos, oh Jehová Dios nuestro, porque en ti nos apoyamos, y en tu nombre venimos contra este ejército. Oh Jehová, tú eres nuestro Dios: no prevalezca contra ti el hombre. Y Jehová deshizo a los etíopes delante de Asa y delante de Judá; y huyeron los etíopes.
2 Crónicas 14:8-12

Prosiguiendo la lectura en el capítulo catorce, por el momento vemos en Asa a un rey que tuvo la determinación de reinar conforme a la voluntad de Dios.

Hubo paz en su reinado, tiempo en que Asa aprovechó para edificar ciudades fortificadas, preparando así el reino en vista de futuros ataques.

El cronista también anota que Judá contaba un ejército total de quinientos ochenta mil soldados con escudos, que portaban lanzas y arcos.

Seguidamente nos cuenta que el etíope Zera se levantó en guerra contra Judá con un ejército doblemente mayor al suyo.

La batalla fue ordenada en el valle de Sefata, donde el procedimiento de Asa fue determinante en lo que acontecería a continuación.

Pues clamó a Dios, reconociendo Su provisión y fortaleza a todo aquel que clama Su nombre y afirmando su total apoyo en Él, en plena confianza, en solicitud de victoria.

Finalmente vemos la respuesta de Dios dando el socorro a Judá, de modo que el millón de soldados de Zera huyó de los quinientos mil del ejército de Asa.

Es sabido que las grandes y las pequeñas batallas se ganan de rodillas, por cuanto es por mano de Dios, y no del hombre, por la que obtenemos la victoria.

La oración, siempre que sea sincera y conforme a la voluntad de Dios, es la muestra irrefutable de que existe una relación de confianza, en el hombre que ora, para con su Creador.

Grandes batallas se ganaron a lo largo de la historia en Israel por haber confiado en Dios.

De entre ellas, podemos recordar la pelea que hubo en Refidim, en la que el peso de la victoria de Josué sobre Amalec recayó exclusivamente sobre las oraciones de Moisés, el cual hasta necesitó ayuda para mantener sus brazos en alto, en clamor a Dios, en todo el tiempo en que duró la batalla.

"E hizo Josué como le dijo Moisés, peleando contra Amalec; y Moisés y Aarón y Hur subieron a la cumbre del collado. Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec. Y las manos de Moisés se cansaban; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro de otro; así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol. Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada."
Éxodo 17:10-13

Podríamos recordar también la oración eficaz de Jabes, que con solamente expresar su deseo Dios le respondió favorablemente.

"¡Oh, si me dieras bendición, y ensancharas mi territorio, y si tu mano estuviera conmigo, y me libraras de mal, para que no me dañe! Y le otorgó Dios lo que pidió."
1 Crónicas 4:9-10

Y ¿qué decir del asedio que sufrió Judá en tiempos de Ezequías? Resuelto en una sola noche en respuesta a su oración, carta en mano, exponiendo en total confianza el problema a Dios y solicitando su ayuda.

"Y oró Ezequías delante de Jehová, diciendo: Jehová Dios de Israel, que moras entre los querubines, sólo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra; tú hiciste el cielo y la tierra. Inclina, oh Jehová, tu oído, y oye; abre, oh Jehová, tus ojos, y mira; y oye las palabras de Senaquerib, que ha enviado a blasfemar al Dios viviente."

"Ahora, pues, oh Jehová Dios nuestro, sálvanos, te ruego, de su mano, para que sepan todos los reinos de la tierra que sólo tú, Jehová, eres Dios."

"Y aconteció que aquella misma noche salió el ángel de Jehová, y mató en el campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil; y cuando se levantaron por la mañana, he aquí que todo era cuerpos de muertos. Entonces Senaquerib rey de Asiria se fue, y volvió a Nínive, donde se quedó."
2 Reyes 19:15, 16, 19, 35 y 36.

Del modo en que Israel experimentó batallas, asedios y amenazas en los que fue necesaria la plena confianza en Dios para poder sobrellevarlos airosamente, asimismo el Señor alertaba a Sus discípulos, diciendo:

"Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo."
Juan 16:33

Para que todo aquel que le sigue viva confiadamente en Él, y de victoria en victoria, en oración y formándonos en Cristo por el uso de Su palabra y la acción del Espíritu Santo.

Porque Cristo venció al mundo, clavando consigo en la cruz del Calvario todas las deudas, saldándolas con Su sangre y justificando así delante del Padre a todo aquel que cree en Jesús y lo reconoce como Señor y Salvador personal, en arrepentimiento de sus pecados.

En la sociedad actual en la que nos ha tocado vivir impera la ley de la inmediatez, además de todo el bombardeo de tentaciones habidas y por haber a las que accedemos fácilmente por las redes sociales.

Luego existen las enfermedades y los achaques propios de la edad, y cómo no, las dificultades que nos podemos encontrar cuando decidimos dedicarnos a la obra evangelística.

Todas estas cosas pueden provocarnos cierta inquietud que puede acrecentarse si no confiamos pronto la situación a Dios, conforme la indicación de Pablo:

"Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús."
Filipenses 4:6-7

También pudiera acontecer que caigamos en algún pecado al distraer nuestra vida devocional. Esto suele dañar bastante en lo anímico y en el ejercicio de la fe, por cuanto nos puede invadir un sentimiento de vergüenza que nos impida acercarnos a Cristo, cosa que opacaría aún más nuestro corazón.

Hoy es el día de revisar cuán fuertemente anclados estamos en Cristo y cuán afianzada nuestra confianza en Él. Podemos meditar en nuestras reacciones ante los problemas diarios y a partir de ahí, dilucidar si en dicha reacción estaba Cristo o nuestra propia manera de ser en la carne.

Si por lo que sea hayamos pecado y esta afrenta nos mantenga con miedo de acercarnos a Dios, recordemos que Él no es un tirano, sino el amoroso Padre que dio a Su Hijo para reconciliarnos en Él y darnos vida eterna.

Y para recuperar nuestra relación con Dios, así como Asa clamó en plena confianza y seguridad en Él, sirvámonos de estas palabras de aliento de Pablo, las cuales haremos bien en recordar:

"¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro."
Romanos 8:35-39














viernes, 25 de noviembre de 2022

PREPARADOS, 2 Crónicas 14:6-7

PREPARADOS, 2 Crónicas 14:6-7

Y edificó ciudades fortificadas en Judá, por cuanto había paz en la tierra, y no había guerra contra él en aquellos tiempos; porque Jehová le había dado paz. Dijo, por tanto a Judá: Edifiquemos estas ciudades, y cerquémoslas de muros con torres, puertas, y barras, ya que la tierra es nuestra: porque hemos buscado a Jehová nuestro Dios, lo hemos buscado, y él nos ha dado paz por todas partes. Edificaron pues, y fueron prosperados.
2 Crónicas 14:6-7

En los primeros cinco versículos leímos que hubo un tiempo de paz en Judá, porque Asa destruyó los lugares de adoración a los dioses paganos y dirigió al pueblo nuevamente a la ley de Dios y a sus mandamientos.

Seguidamente leemos como, a pesar de la paz reinante, Asa se preparó edificando ciudades fortificadas en Judá.

Aprovechó pues, el tiempo de paz, para ocuparse en las obras de fortificación.

Las ciudades fortificadas serán cercadas de muros, con torres, puertas y barras, para asegurar la tierra que Dios le dió.

Tirando de memoria recordaremos cómo su abuelo Roboam también tomó la determinación de fortificar ciudades en Judá.

En el caso del reinado de Roboam, el conflicto entre Judá e Israel estaba en auge por la reciente ruptura de la nación en ambos reinos. Aún así las ciudades que fortificó eran más bien las que lindaban al sur, pensando en que pudiera ser atacado por los egipcios o cualquier otra nación pagana que por ahí pudiera acceder.

Sobre las ciudades edificadas por Asa, el cronista no indica nombre, ubicación ni cantidad de ellas, sino más bien el hecho de prepararse contra un posible futuro ataque, a pesar de la paz en que se estaba encontrando el reino.

El día en que Adán pecó fue inevitable que éste se desconectara de la santa presencia de Dios, a causa de su pecado. Fue expulsado del huerto, pero no sin antes haber recibido la promesa de que Dios daría un Redentor, por medio de la simiente de la mujer, para que tanto él como toda la humanidad pudieran ser perdonados y traídos de vuelta a Su presencia.

A partir de entonces, esta promesa cuya revelación será ampliada con el paso del tiempo a las generaciones posteriores, será el objeto de la gracia de Dios, en justificación del hombre por medio de la fe en Su palabra.

Y Su palabra, la cual prometía el Mesías Redentor, no solamente a Su pueblo sino a toda la humanidad, se hizo carne, Dios Hijo manifestado en carne, nacido de una virgen y creciendo y viviendo como todos los hombres, pero sin pecado.

Para ser sacrificado cual cordero pascual, puro, limpio, sin tacha, en favor de toda la humanidad venciendo, con Su muerte y Su resurrección al tercer día, la acción del pecado y de la muerte sobre todo aquel que en Él cree.

Se dice que una persona es nacida de nuevo cuando ha creído que Jesús es el Señor y lo ha reconocido por Señor y Salvador personal, en arrepentimiento de sus pecados.

Con el nuevo nacimiento, el creyente recibe la paz de Cristo en su corazón y en él viene a morar el Espíritu Santo que lo guarda y le va formando según su nueva identidad en Él.

A su vez todos los creyentes formamos una sola unidad en Cristo, por cuanto el mismo Espíritu Santo mora en todos y cada uno de nosotros, el cual también nos posiciona como iglesia y cuerpo de Cristo.

Una iglesia que tiene como función principal la de expandir sobre la tierra el mensaje de salvación al hombre por medio de la fe en el Señor Jesucristo, por su obra salvífica en la cruz del Calvario, para el perdón de los pecados y para la vida eterna en Él.

Pero el caminar en Cristo por el mundo no es fácil. Pues ya lo dijo el Señor, que en el mundo tendríamos aflicción, a lo que añadió seguidamente "pero confiad, yo he vencido al mundo".

Pero esta confianza no se trata de una fe ciega, inactiva e infructuosa que se limita a esperar que Dios lo haga todo por el creyente; sino que, por la fe el creyente se va preparando por medio de la Palabra y de la oración en una praxis de fe cristiana y su fortaleza para soportar las adversidades que se nos presenten en nuestro diario vivir.

Porque la vida cristiana ha de alumbrar al mundo con su testimonio de salvación en Cristo. Cosa que el príncipe  de este mundo se opone, para que no les llegue la luz a los incrédulos y puedan arrepentirse.

En este sentido Pablo escribe a los Efesios una carta instructiva en cuanto a la fe y la doctrina del nacido de nuevo y a su preparación y lucha, no solamente para ejercer la labor encomendada a cada creyente como iglesia hacia el mundo, sino también para la edificación de la misma en su perfeccionamiento en Cristo, por cuanto Él es cabeza.

Por tal motivo es que el apostol concluye su epístola aconsejándoles encarecidamente que se preparen, analogizando su capacitación con una armadura, de manera que no quede área en la vida cristiana desprovista de protección.

"Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes."
Efesios 6:10-13

Todos los creyentes en Cristo hemos sido revestidos en Él, pero va a depender del uso de la fe de cada creyente que esté más o menos fortalecido en Cristo, y así superar con mayor entereza cualquier tentación o adversidad que se nos presente.

Tal como muralla a una ciudad fortificada, o como armadura a un soldado preparado contra cualquier ataque, los cristianos equipamos nuestra fe con una vida devocional activa, por el uso de la Palabra y la aplicación de la misma.

Hoy es día de revisar el amurallado de nuestra vida en Cristo y la armadura de nuestra fe en Él. Quizá si echamos una mirada introspectiva podremos detectar aquellas áreas de la vida en que debemos de fortalecer la fe.

El Espíritu Santo nos guíe por medio de Su palabra, según los pasos de Cristo y de Su carácter, para nuestra perfección en Él, y para que podamos decir como el Salmista escribió en su día:

"Mi escondedero y mi escudo eres tú; En tu palabra he esperado."
Salmos 119:114





















jueves, 17 de noviembre de 2022

COMPLETA PAZ, 2 Crónicas 14:1-5

COMPLETA PAZ, 2 Crónicas 14:1-5 

Durmió Abías con sus padres, y fue sepultado en la ciudad de David. Y reinó en su lugar su hijo Asa, en cuyos días tuvo sosiego el país por diez años. E hizo Asa lo bueno y lo recto ante los ojos de Jehová su Dios. Porque quitó los altares del culto extraño, y los lugares altos; quebró las imágenes, y destruyó los símbolos de Asera; y mandó a Judá que buscase a Jehová el Dios de sus padres, y pusiese por obra la ley y sus mandamientos. Quitó asimismo de todas las ciudades de Judá los lugares altos y las imágenes, y estuvo el reino en paz bajo su reinado.
2 Crónicas 14:1-5 

Iniciando el capítulo catorce llegamos a la muerte de Abías y a su sucesión por su hijo Asá. 

Vemos que el cronista va a resaltar, primeramente, los diez años de paz que hubo en los días de su reinado. 

Seguidamente va a apuntar el agrado de Dios hacia Asá por su obediencia a Él, por cuanto eliminó todos aquellos lugares de culto a dioses ajenos que llevaban levantados desde los tiempos en que Salomón cayó en la idolatría. 

Asimismo recalca cómo ordenó que todos en el reino de Judá buscaran a Dios y se volvieran a la ley, poniendo por obra Sus mandamientos. 

El pasaje a meditar concluye reiterando la paz que hubo en su reinado, asociándola de nuevo al hecho de su determinación por cortar por lo sano con todo tipo de idolatría habidos hasta la fecha. 

Hubo una única vez en la historia de Israel donde el reinado de un hombre se mantuvo en paz desde su inicio y hasta su fin. Este fue el de Salomón. 

Cierto es que en sus últimos días desvió su corazón a los ídolos, pero por amor a David, su padre, Dios mantuvo su reinado  en paz, debiendo ser su hijo Roboam el que presenciara la división de la nación en dos reinos y los constantes conflictos que  irían aconteciendo entre ellos. 

Salomón fue el hijo escogido por David para que le sucediera en el trono. No era el primogénito, pero sí el primero que le diera Betsabé, después del que murió a causa de su pecado. 

Y cuando David lo mandó ungir para que le sucediera en el trono, le encomendó estas primeras palabras: 

"Yo sigo el camino de todos en la tierra; esfuérzate, y sé hombre. Guarda los preceptos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y observando sus estatutos y mandamientos, sus decretos y sus testimonios, de la manera que está escrito en la ley de Moisés, para que prosperes en todo lo que hagas y en todo aquello que emprendas; para que confirme Jehová la palabra que me habló, diciendo: Si tus hijos guardaren mi camino, andando delante de mí con verdad, de todo su corazón y de toda su alma, jamás, dice, faltará a ti varón en el trono de Israel."
1 Reyes 2:2-4 

Tanto debieron calar en Salomón las palabras de su padre que, dándole Dios la oportunidad de ver materializada cualquier petición que éste le hiciera, prefirió pedir sabiduría para reinar sobre Israel según el agrado de Dios. 

Reinó pues, sabiamente, durante cuarenta años de paz y prosperidad, tiempo en que tuvo la oportunidad de escribir muchos consejos, entre estos: 

"Cuando los caminos del hombre son agradables a Jehová, aun a sus enemigos hace estar en paz con él."
Proverbios 16:7 

Y qué razón tenía Salomón, la cual confirmaría Asá con estos diez años de paz en un reino acorde a la voluntad de Dios y en obediencia a Él. 

La voluntad de Dios debía cumplirse en Su pueblo, de manera que Israel viniese a ser una luz entre las naciones, que alumbrase a todos con la promesa del Redentor y atestiguando la gloria de Dios, en obediencia a Él y según el carácter del Hijo. 

De lo que debiera a lo que fue hubo un gran trecho, que confirma la necesidad vital de un Salvador que se mantenga fiel y sometido a la voluntad de Dios, para que por medio de Él, los hombres puedan alcanzar justicia, no por su justicia propia, sino por la justificación que es por medio del que rescata. 

Un Salvador fiel, obediente pero también Eterno. Ya que jamás un pago finito puede cubrir un daño infinito, asimismo no hay hombres en la tierra ni animales tantos como para cubrir con sus sacrificios el más ínfimo de los pecados cometidos contra el Eterno Dios. Ínfimo a ojos del hombre, más con una condena eterna, por cuanto el afectado es Eterno, y por Su justicia se requiere el pago eterno. 

Envió pues Dios a Su Hijo, por amor a nosotros, para que siendo Dios y humanándose, naciera, viviera y creciera como todos los hombres, pero sin pecado. Para experimentar en su carne la ira de Dios sobre el pecado del mundo, en gran agonía y sufrimiento hasta la muerte. 

Jesús murió y fue sepultado, pero al tercer día resucitó y después de vuelto a Su gloria eterna a la diestra del Padre, hizo morar el Espíritu Santo a todo aquel que en Él cree sinceramente y con corazón arrepentido. 

Revestidos ahora de Cristo, recibimos Su vida. La cual es puesta en todos y cada uno de los creyentes en Él y en la cual vamos siendo formados por el Espíritu Santo que mora en nosotros y por medio de la Palabra. 

Cuando la palabra de Dios es aplicada a nuestra vida, nuestro carácter se va forjando más en Cristo. Y aunque el proceso de santificación viene por el Espíritu Santo, es por nuestra decisión que este proceso se dé antes que después o de una forma más sosegada o más traumática. 

De modo que el sosiego viene a ser la paz experimentada al sabernos en sintonía con la voluntad Divina, mientras que el Espíritu Santo va a inquietarnos cuando traspasamos las lindes del camino de la vida, que es Cristo, para hacernos volver a Él, por medio de esta inquietud que nos alerta de ese desvío. 

Esta paz que ha de gobernar en cada creyente es asociada por Pablo con el resultado de un caminar acorde a la nueva vida en Cristo, según escribe a los creyentes de Colosas, para que dejen de atender tanto a lo terrenal y pasajero, y se ocupen más bien de su crecimiento espiritual. 

"Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios." 

"Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos."
Colosenses 3:2-3 y 15 

Del mismo modo que  los hermanos de Colosas distrajeron su fe a causa de otras enseñanzas que los llevaban de nuevo a lo concerniente a la carne, así nos puede pasar que, por no atender a la Palabra, desviemos nuestra mira poniendo el objetivo en lo que nos roba la paz. 

Vivimos en un mundo lleno de retos, que a diario se nos presentan y que pueden suponer un estrés, si es que nos dejamos vencer por ellos. 

A veces caemos claramente en pecado por obstinación o por dejadez en nuestra vida devocional, y otras simplemente no nos damos ni cuenta. El caso es que llega cierto día en que esta paz en medio de la tormenta, que tanto nos caracteriza a los creyentes, parece que se ha esfumado. 

Hoy es día de echar una mirada introspectiva a nuestro corazón, ¿está sosegado o inquieto? 

Quizá va siendo el momento de examinar cuán sometida está nuestra carne a la voluntad del Espíritu, y de derribar aquellos altares personales que aún mantenemos en nuestro corazón. Para que, como en aquellos diez años de Asa, podamos decir, sosegadamente y de manera sincera, que en nuestra vida reina la paz de Cristo. 

¡Gracias a Dios por el Espíritu Santo que nos dirige siempre a los pies de Cristo, y nos da esta paz, que sobrepasa todo entendimiento! 

"Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado."
Isaías 26:3






















viernes, 11 de noviembre de 2022

LA ÚNICA SALIDA, 2 Cronicas 13:14-16

LA ÚNICA SALIDA, 2 Crónicas 13:14-16

"Y cuando miró Judá, he aquí que tenía batalla por delante y a las espaldas; por lo que clamaron a Jehová, y los sacerdotes tocaron las trompetas. Entonces los de Judá gritaron con fuerza; y así que ellos alzaron el grito, Dios desbarató a Jeroboam y a todo Israel delante de Abías y de Judá: Y huyeron los hijos de Israel delante de Judá, y Dios los entregó en sus manos."
2 Crónicas 13:14-16

Con lo leído hasta ahora en el capítulo trece, vemos como Abías, sucesor de Roboam, subió al monte de Zemaraim para reprochar a Jeroboam por su rebeldía en contra de la permanencia del reino unido y del trono del linaje de David, como hizo Dios pacto con él de carácter perpetuo.

Mientras este hablaba, Jeroboam colocó a sus hombres estratégicamente en situación de emboscada. Por lo que Judá acabó totalmente rodeado y sin movimiento posible a realizar que lo librara de la amenazante derrota.

Y hoy vemos cuál será la respuesta de ellos por tal de librarse de la encerrona.

Leemos pues que clamaron a Dios y los sacerdotes hicieron sonar las trompetas.
Al llamamiento de éstas, los hombres de Judá se alzaron al unísono a voz en grito, con todas sus fuerzas.

Y todo lo demás quedó de la mano de Dios, desorientando de tal manera a Jeroboam y a los suyos que acabaron totalmente derrotados.

No es que consiguiera Abías reunir de nuevo a la nación en un sólo reino, pero sí se dice que tomó varias ciudades de Israel y que, además, mientras estuvo en el trono, Jeroboam no volvió a tener poder.

La reacción de Judá parece una evocación al proceder del pueblo de Dios durante la toma de Jericó, por mano de Josué y en obediencia a la instrucción Divina.

Las instrucciones de Dios para la toma de Jericó fueron bien concretas. Ellos debían rodear la ciudad a diario durante seis días y al séptimo darían siete vueltas. El arca iría tras de siete sacerdotes que encabezarían la comitiva, los cuales harían sonar las trompetas.

Los gritos del pueblo de Dios más las bocinas, y todas esas vueltas fueron suficientes para hacer caer el amurallado de la ciudad, no por mérito alguno de ellos, sino porque Dios hizo el resto.

"Entonces el pueblo gritó, y los sacerdotes tocaron las bocinas; y aconteció que cuando el pueblo hubo oído el sonido de la bocina, gritó con gran vocerío, y el muro se derrumbó. El pueblo subió luego a la ciudad, cada uno derecho hacia adelante, y la tomaron."
Josué 6:20

Es que sólo es posible la victoria si Dios la permite y aún más, cuando es Él el que la pone directamente en manos de su pueblo.

Por contrapartida tenemos a uno de los profetas mayores cuya labor jugó un papel muy importante en la historia de Israel, este es el profeta Jeremías. Pues llamándole Dios desde su juventud para advertir duramente sobre las desastrosas consecuencias que caerán sobre Israel si no se vuelven de la idolatría, antes de escucharlo, lo llevaban preso o le maltrataban duramente para que dejase de profetizar. Esta situación se extendía a lo largo de su ministerio el cual no fue corto, y estuvo plagado de impedimentos y dificultades en su vida personal. Por lo que su estado de ánimo flaqueaba a menudo, tanto así, que popularmente se le conoce como el profeta llorón.

En la angustia de su encarcelamiento y sintiéndose fracasado como profeta, la tentación de desistir tomaba cada vez más forma en su mente, no así en su corazón. Dios le presentó la salida, reconduciéndolo a través del clamor a Él.

"Vino palabra de Jehová a Jeremías la segunda vez, estando él aún preso en el patio de la cárcel, diciendo: Así ha dicho Jehová, que hizo la tierra, Jehová que la formó para afirmarla; Jehová es su nombre: Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces."
Jeremías 33:1-3

Cosas grandes y ocultas que lo alentarían a continuar soportando la adversidad, como la revelación de los misterios de la salvación en el Mesías prometido del linaje de David, la esperanza de una nueva vida en Él y Su perpetuo reinado.

Y así es como se cumpliría esta promesa, viniendo a nosotros la única salida de la condena a muerte a la que estábamos ligados desde Adán, la cual es el Señor Jesucristo, el Mesías prometido. El cual vino a entregarse a Sí mismo en pago por nuestros pecados, venciendo así el dominio de la muerte en todo aquel que en Él cree y lo reconoce como Señor y Salvador personal.

Jesús murió, resucitó, ascendió a los cielos y aún ha de volver según Su promesa, para tomar Su trono en todo Su poder y Su gloria y para juzgar y destruir por completo toda la maldad.

Mientras tanto los creyentes en Cristo somos receptores de una nueva vida en Él, la cual es eterna, por cuanto es la vida del Hijo que nos es dada. Y siendo aceptos como hijos de Dios y puestos como iglesia por el Espíritu Santo, de quien venimos a ser morada, Dios promete nunca desampararnos, llevándonos por el Divino propósito de la expansión del mensaje de salvación en Cristo a todo el mundo.

Y aunque debemos permanecer en este mundo plagado de tentaciones y maldad, mientras habitamos nuestro cuerpo corruptible, nos alentó el Señor, diciendo: " He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo."

A veces atravesamos momentos en que sin darnos cuenta nos vemos rodeados de problemas o tentaciones que nos abruman.

Pudiera acontecer que, cual Jeremías, nuestro ánimo flaquee hasta querer desistir del camino. Pero siempre vamos a tener el Espíritu que no nos dejará hundirnos en la desesperación.

Hoy es día de reaccionar a toda la adversidad que venía asediándonos y no vimos venir hasta tenerla encima, y hacer como Judá en medio de la emboscada, clamar a Dios, reconociendo la única salida.

Cristo es la única salida a toda tentación y a todo mal. Recordémoslo siempre, tomando para nosotros estas palabras de Pablo:

"No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar."
1 Corintios 10:13



















jueves, 10 de noviembre de 2022

EMBOSCADA, 2 Crónicas 13:13

EMBOSCADA, 2 Crónicas 13:13

Pero Jeroboam hizo tender una emboscada para venir a ellos por la espalda: y estando así delante de ellos, la emboscada estaba a espaldas de Judá.
2 Crónicas 13:13

Durante el sermón en el monte de Zemaraim pareciera que Abías estaba siendo escuchado por su adversario y que de un momento a otro podría interactuar en respuesta, fuera hostil o amistosa.

Pero el silencio de éste no era porque estuviera prestando la más mínima atención, sino porque mientras tanto, él andaba en sus planes.

Y es que Jeroboam dejaba que Abías se explayara con su discurso mientras le tendía una emboscada.

El sucesor e hijo de Roboam y sus hombres no se percataron de la estrategia de Jeroboam. Cuando quisieron darse cuenta ya estaban más que rodeados y no veían por dónde salir.

La emboscada no se trataba de una táctica para nada novedosa en Israel, ya que la habían utilizado en varias batallas, como por ejemplo la emboscada que organizó Josué en Hai para tomar la ciudad y que resultó en una contundente victoria:

"Entonces Josué y todo Israel se fingieron vencidos y huyeron delante de ellos por el camino del desierto. Y todo el pueblo que estaba en Hai se juntó para seguirles; y siguieron a Josué, siendo así alejados de la ciudad."

"Y levantándose prontamente de su lugar los que estaban en la emboscada, corrieron luego que él alzó su mano, y vinieron a la ciudad, y la tomaron, y se apresuraron a prenderle fuego."

"Josué y todo Israel, viendo que los de la emboscada habían tomado la ciudad, y que el humo de la ciudad subía, se volvieron y atacaron a los de Hai."
Josué 8:15-16, 19 y 21

Aún así, Abías se confió sin tener en cuenta este factor sorpresa.

Desde que el mundo es mundo, es decir, tras la caída de Adán, el hombre está sumido en el reto de buscar a Dios, de encontrarlo y estar en Él.

Porque el ser humano fue creado para la gloria de su Creador. Pero cuando el hombre cayó quedó totalmente desligado de Él y desprovisto de Su amparo.

En Su amor y misericordia y para la reconciliación, Dios mandó a Su Hijo , a quien antes anunció desde el principio de este mundo, para que todo aquél que en Él creyere pudiera alcanzar Su gracia y adorar a Su creador, ahora sí, por medio del Hijo.

Alcanzar esta gracia es una tarea tan sencilla como difícil se la quiera hacer el hombre. Es decir, sólo requiere de la fe y el reconocimiento de Jesús como Dios, Señor y Salvador personal, en convicción de pecado.

Pero como desde Adán hay "algo" que nos seduce a nuestra independencia, la humanidad vive creándose emboscadas a sí misma contínuamente, por la acción del pecado que la lleva a buscar otros dioses donde depositar su adoración.

Porque hasta el más ateo está lleno de ídolos en su corazón, para empezar su propio ego, y a partir de ahí todo lo que le va saliendo durante la levedad de la permanencia del ser en su cuerpo de muerte, en el transcurrir de su vida.

Y para esto vino Dios Hijo por primera vez en forma de hombre, creciendo y viviendo como tal, pero sin pecado. Para dar Su vida en pago por los pecados de todo el mundo, anulando la acción de la muerte en toda justicia.

De toda la vida la salvación del hombre sólo es alcanzable por gracia, por medio de la fe.

Así como Abraham creyó y le fue contado por justicia, de la misma manera fueron justificados los hombres de Dios habidos en toda la historia veterotestamentaria, y con mayor incentivo desde la consumación de la obra en la cruz del Calvario por el Señor Jesucristo. Que no sólo vino a morir, sino que a atestiguar Su Deidad y a marcar la senda de la justicia verdadera, la que lleva a la vida en Él, y no la de la ley que recibieron de Moisés, aquella que sólo sirve para emboscar al hombre en su estado pecaminoso.

El creyente en Cristo es rescatado y puesto en una nueva identidad en Él por la acción del Espíritu Santo, morada y sello de pertenencia a la familia de Dios.

A pesar de esta nueva identidad espiritual adquirida en Cristo, seguimos arrastrando la humana mientras vivimos en este mundo con nuestro cuerpo atado al desgaste, a la pasada manera de vivir y a la muerte física.

El Espíritu y la carne se oponen entre sí, de manera que si por el Espíritu somos reconvenidos según el propósito de Dios, el cual atañe a la santificación y a la expansión del evangelio para la salvación de las almas, por la carne los creyentes podemos ser llevados a la inactividad, al descuido e incluso a la muerte.

Ya previno el Señor a sus más allegados discípulos, a aquellos a quienes les pidió que le acompañasen en su angustia, aquella noche en Getsemaní.

"Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil."
Mateo 26:41

Porque el cansancio de ellos era tal que acababan sucumbiendo a la tentación de cerrar los ojos y dormir mientras Jesús oraba.

Las tentaciones son como telas de araña que se tejen alrededor de la persona, a modo de emboscada. Cuanto más pobre sea la vida devocional con Dios y la práctica de la fe cristiana, más espacio dejamos para que las tentaciones tejan sus redes, silenciosamente, hasta acabar irremediablemente atrapados por ellas.

Es un común denominador en el cristianismo actual que tendemos a satanizar las tentaciones o a pensar que las ponga Dios para probarnos... Nada más lejos de la realidad, sino como explica Santiago:

"Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte."
Santiago 1:13-15

Una concupiscencia es un deseo prácticamente incontenible e inherente del ser humano, el cual es aplacado y puede llegar a ser totalmente superado y debilitado tanto como tan ejercitado e implicado esté el creyente en lo concerniente al Espíritu, que es su posicionamiento en la Palabra y relación con Dios.

Claro, no será la primera vez que hemos descuidado nuestra vida de fe y, distraídos por lo que no aprovecha, nos haya ocurrido con la tentación como lo ocurrido a Abías, que sin darse cuenta se encontró rodeado por los hombres de Jeroboam.

Hoy es día de examinar en qué estado se encuentra nuestra relación con nuestro Padre celestial y, en conocimiento de nuestra carne, por cuanta cada uno conocemos nuestra pasada manera de vivir, reconducir nuestros pasos sanamente y alejados de todo aquello de lo que pudiéramos sentir atracción y sernos tropiezo.

Quizá Abías se confió demasiado acercándose a Zemaraim, no apreciando para nada lo peligroso de la situación. Sea que podamos aplicar esta idea en nuestra vida, tomando también para nosotros este consejo de Pedro:

"Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar;"
1 Pedro 5:8



















miércoles, 9 de noviembre de 2022

CUESTIÓN DE CARÁCTER, 2 Crónicas 13:6-7

CUESTIÓN DE CARÁCTER  2 Crónicas 13:6-7

Pero Jeroboam hijo de Nabat, siervo de Salomón hijo de David, se levantó y rebeló contra su señor. Y se juntaron con él hombres vanos y perversos, y pudieron más que Roboam hijo de Salomón, porque Roboam era joven y pusilánime, y no se defendió de ellos.
2 Crónicas 13:6-7

Nos encontramos adentrándonos en un discurso que Abías acaba de iniciar en el monte Zemaraim, tocante al conflicto que dividió Israel en dos reinos.

Después de la apertura, donde apelaba a la consideración del pacto perpetuo de Dios con David, ahora va a dirigir su razonamiento contra la actitud que Jeroboam tendría frente a Roboam, el sucesor legítimo de Salomón.

De rebeldes, vanos y perversos van a ser tildados, por aprovechar el poco valor y la inmadurez de Roboam, para tomar parte en el reino.

Visto desde la óptica de Abías fue así, aunque Jeroboam se limitó a tomar lo que se le había dado tiempo atrás por anuncio de un profeta:

"Aconteció, pues, en aquel tiempo, que saliendo Jeroboam de Jerusalén, le encontró en el camino el profeta Ahías silonita, y éste estaba cubierto con una capa nueva; y estaban ellos dos solos en el campo. Y tomando Ahías la capa nueva que tenía sobre sí, la rompió en doce pedazos, y dijo a Jeroboam: Toma para ti los diez pedazos; porque así dijo Jehová Dios de Israel: He aquí que yo rompo el reino de la mano de Salomón, y a ti te daré diez tribus;"
1 Reyes 11:29-31

Y ahora Abías pretendía unir un reino que al fin y al cabo acabó dividido porque Dios así lo permitió y lo dispuso, a causa de la caída en la idolatría de Salomón.

Sí, a pesar de la división, Israel seguiría siendo una nación y uno el trono perpetuo anunciado a David por promesa.

División que, dicho sea de paso, también servirá para contrastar las diferencias entre un reino sujeto a la ley de Dios y uno llevado por los hombres, las cuales, anotadas en los anales de la historia de Israel, en las crónicas y en los libros de los reyes, servirán de enseñanza a las generaciones posteriores.

Y he aquí un contraste y una enseñanza en el discurso de Abías.

No en sí la rebeldía de Jeroboam, pues ya hemos visto que su comportamiento era lógicamente esperable si obedecía al profeta que partió su capa.

Tampoco es que los hombres que lo apoyaron fuesen más o menos perversos, que aunque lo fueran, estos andaban obedeciendo lo profetizado por el silonita.

Sino el evidente contraste en el carácter de los enfrentados:

Si el uno era inmaduro, el otro experimentado. Si el uno era pusilánime, el otro valeroso. ¿Cuán beneficioso hubiera sido que el valeroso y experimentado fuese Roboam? Pero no era el caso. Dios determinó que esto aconteciese y el resto no fue nada más que una cuestión de carácter.

No en vano aconsejo David a Salomón en su lecho de muerte:

"Llegaron los días en que David había de morir, y ordenó a Salomón su hijo, diciendo: Yo sigo el camino de todos en la tierra; esfuérzate, y sé hombre."
1 Reyes 2:1-2

"Sé hombre", le dijo, "esfuérzate".

El tesón y la valentía son cualidades coincidentes en el carácter de la mayoría de hombres de Dios descritos en la extensión del relato Bíblico.

Podemos pensar en Abram, quien no siendo hombre de guerra ni preparado para ello, no se lo pensó dos veces a la hora de ir con sus hombres para liberar a Lot.

El rey David también está entre los valientes, como así Josué... ¿Y qué diremos de Esteban, el cual se expuso ante el rechinar de los que luego lo apedrearon hasta la muerte?

Asimismo hubo varones que fueron capacitados y fortalecidos por Dios, eliminando la inseguridad de sus pasadas vidas, como es el caso de Moisés, considerado a sí mismo como un torpe de lengua, y finalmente quedó plasmado en la memoria de Israel como el mayor de los profetas.

Y como el contraste entre Jeroboam y Roboam, siempre tiene que haber aquel profeta que marca el contrapunto de lo esperable, vemos a Jonás huyendo de la presencia de Dios sin siquiera atreverse a decirle "no quiero hacerlo", entre la cobardía y el tamaño desprecio a los ninivitas, crueles y sangrientos paganos, a quienes Dios quería mostrar Su misericordia.

Porque Jonás no lo sabía aún, pero la misericordia de Dios no sólo iba a estar al alcance de los judíos. Sino que del pueblo judío, concretamente de la tribu de Judá, se haría alcanzable la gracia de Dios a todo el mundo, por medio del Hijo.

Cuando una persona es alcanzada por la gracia de Dios, en arrepentimiento y reconocimiento del Señor Jesucristo, va a ser inevitable que su carácter experimente cambios, por la obra regeneradora del Espíritu Santo y por la santificación en el diario vivir.

Aunque en nuestra carne sigue habitando el viejo carácter, es decir, el cuerpo sigue cojeando del mismo lado si se deja llevar por sí mismo, en lugar de apoyarse en la palabra de Dios y ejercitarse en ella.

La palabra de Dios va a dirigir siempre al creyente a un cada vez más marcado carácter de Cristo, por cuanto de Él atestigua, así como Jesús apercibió a los judíos que le perseguían:

"Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida."
Juan 5:39-40

Claro, tan evidente será al mundo nuestra identidad en Cristo como eficaz sea la lectura Bíblica, la cual debe ser  aplicada en nuestras vidas y debe estar igualmente acompañada de oración.

Porque leer la Biblia y hasta estudiarla lo hacen, incluso, los ateos. Porque todo radica en la motivación con que se lee y en la resistencia a la acción del Espiritu a través de esta.

Quizá hoy va siendo el día de examinar nuestro carácter y de valorar el estado de mi vida devocional. ¿Estamos aplicando las enseñanzas que el Señor nos muestra a través de Su palabra, o simplemente nos limitamos a leer, si es que lo hacemos, para cumplir un ritmo o un plazo de estudio o lectura?

Si nuestra vida no está siendo cambiada es porque no estamos viendo a Cristo mientras leemos, cual a esos fariseos que tampoco supiero reconocer a Dios aún teniéndolo delante de sus narices.

¿Qué seremos? ¿Como Jeroboam, que supo aprovechar las debilidades de Roboam para reinar sobre diez tribus? ¿O como Roboam, que por su pusilanimidad  ni tan siquiera atinó en escuchar el mejor consejo?

Y es que Dios dispone para que llevemos mucho fruto. Pero que el resultado se asemeje más o menos a lo que Dios espera de nosotros, va a ser cuestión de carácter.

Sea que nuestro carácter deje que la palabra esculpa la imagen de Cristo en nuestra carne, para que podamos decir como, Pablo:

"Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí."
Gálatas 2:20














domingo, 6 de noviembre de 2022

PACTO INQUEBRANTABLE, 2 Crónicas 13:4-5

PACTO INQUEBRANTABLE, 2 Crónicas 13:4-5 

"Y se levantó Abías sobre el monte de Zemaraim, que es en los montes de Efraín, y dijo: Oidme, Jeroboam y todo Israel. ¿No sabéis vosotros, que Jehová Dios de Israel dio el reino a David sobre Israel para siempre, a él y a sus hijos bajo pacto de sal?"
2 Crónicas 13:4-5 

Colindante con Benjamín, el monte Zemaraim va a ser desde donde Abías alzará la voz en grito en reprimenda, por la rebelión de Israel contra Roboam. 

El rey apelará a echar la mirada en retrospectiva hacia el pacto de Dios con David, tocante a su reino. 

El uso de la memoria suele ayudar en gran manera a solucionar conflictos. Y aunque este no fue el caso, Abías iniciaba así su discurso, mencionándolo como con pacto de sal. 

El pacto de sal es nombrado solamente dos veces en La Biblia. En el único otro lugar del relato Bíblico en que aparece este pacto es durante el nombramiento de Aarón y sus hijos al sacerdocio, acompañado de unas instrucciones muy concretas, que deberán de cumplirse al pie de la letra. 

"Todas las ofrendas elevadas de las cosas santas, que los hijos de Israel ofrecieren a Jehová, las he dado para ti, y para tus hijos y para tus hijas contigo, por estatuto perpetuo; pacto de sal perpetuo es delante de Jehová para ti y para tu descendencia contigo."
Números 18:19 

El pacto de sal era la forma de sellar un acuerdo inquebrantable, en que las dos partes quedaban comprometidas de forma perpetua y/o hasta el cumplimiento del pacto. 

El simbolismo de este pacto se da precisamente con sal y su procedimiento trataría, literalmente, de juntar la sal de ambas partes de modo que queden mezcladas y ya no se puedan separar. 

Actualmente este pacto es practicado en algunas bodas judías como símbolo de compromiso. 

Aunque no forma parte de la ceremonia tradicional de una boda, el pacto de sal consigue representar muy gráficamente el vínculo en que se están uniendo. Éste resulta en un recipiente de vidrio que acabará conteniendo la sal del novio y de la novia, que previamente presentaban, cada una por su lado, en sendos tubos de cristal y que deberán depositar a la vez hasta acabar definitivamente mezcladas. 

La imposibilidad de volver a separar ambas sales atestigua el compromiso adquirido como un pacto inquebrantable. 

Pacto inquebrantable que evocaba Abías en Zemaraim, el pacto a David. 

"Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino. El edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino. Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo. Y si él hiciere mal, yo le castigaré con vara de hombres, y con azotes de hijos de hombres; pero mi misericordia no se apartará de él como la aparté de Saúl, al cual quité de delante de ti."
2 Samuel 7:12-15 

La perpetuidad de este pacto se plasmará en la totalidad del salmo ochenta y nueve, donde el salmista lo celebra a modo de instructivo al oyente. 

"Hice pacto con mi escogido; Juré a David mi siervo, diciendo: Para siempre confirmaré tu descendencia, Y edificaré tu trono por todas las generaciones."
Salmos 89:3-4 

Todo lo que Dios promete, lo cumple. Hay pactos de Dios con el hombre que van ligadas a la obediencia, siendo que para que éstos se cumplan, la parte que recibe la promesa, esa es el hombre, debe cumplir con el requisito presentado. 

El pacto más quebrantado por excelencia desde que se presentó es el pacto con Moisés, sujeto a leyes, preceptos y ordenanzas, constituyentes del requisito imprescindible para su cumplimiento. 

Gracias a Dios y por Su inconmensurable amor y misericordia, antes de este pacto hubo otros, estos sí, de carácter perpetuo, confirmados luego a David con la promesa de su reino. 

Adán recibiría por primera vez el anuncio del Redentor representado por la simiente de la mujer, aplicable a partir de él y a toda la humanidad. A Abraham le será cumplida promesa de descendencia, tierras y bendición, y a David el perpetuo trono, del perpetuo Rey nacido de su descendencia. 

Rey que vendrá, como dice la promesa, para tomar Su trono para siempre. Pero no sin antes haber venido como siervo y sujeto de sacrificio para la redención del hombre. 

El Rey y Dios eterno dejó Su gloria y se vistió con la humillación, el dolor y la vergüenza de la cruz del Calvario, y dejó caer sobre sí mismo el peso íntegro de Su ira hasta la muerte. 

Resucitado, Dios Hijo, el Señor Jesucristo, es el cumplimiento de lo pactado ante Adán, destruyendo la acción del pecado y de la muerte a todo aquel que en Él cree. 

Porque es por medio de la fe en Jesús, y nada más, que el hombre recibe la gracia de Dios y su justificación delante de Él. 

Jesús no se entregó sin haber proclamado antes el evangelio de Su reino y sin haber cumplido a rajatabla con toda señal que lo identificaba como el Mesías, según anunciaron los profetas. 

Proclamación y muestra de la fidelidad de Dios hacia nosotros, en cumplimiento del pacto de vida inquebrantable por medio del Hijo. 

"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna."
Juan 3:16 

Más que un pacto de sal, la vida de Cristo es dada al creyente y Su Santo Espíritu lo confirma con sello inquebrantable. De modo que si nada podía hacer el hombre para obtener la vida por sus propios medios, nada puede hacer que deshaga este sello. 

Los que somos nacidos en Cristo tenemos seguridad de salvación, pero aún conservamos una parte perecedera, la cual es nuestra carne, que influye en muchas ocasiones de forma negativa en nuestro crecimiento espiritual, (porque ambas voluntades se oponen entre sí, mientras el creyente es perfeccionado). 

Aunque nuestro deseo es agradar a Dios y servirle conforme a Su voluntad, en gratitud por la vida que nos ha dado, debemos reconocer que no son pocas las veces que quebrantamos nuestra fidelidad, y esto a veces nos entristece hasta el punto de pensar que no merecemos Su perdón. 

Pero este es el inquebrantable pacto de Dios, que sea por fe y no por obras la salvación, y una vez dada, esta sea para siempre. 

Hoy es día de dirigir la vista a Cristo y entregarle todas nuestras culpas, esas tan dañinas que golpean nuestro ánimo, para proseguir firme y confiadamente nuestros pasos en Él. 

"Palabra fiel es esta: Si somos muertos con él, también viviremos con él; Si sufrimos, también reinaremos con él; Si le negáremos, él también nos negará. Si fuéremos infieles, él permanece fiel; El no puede negarse a sí mismo."
2 Timoteo 2:11-13





















viernes, 4 de noviembre de 2022

EL DOBLE EN CONTRA, 2 Crónicas 13:1-3

EL DOBLE EN CONTRA, 2 Crónicas 13:1-3 

A los dieciocho años del rey Jeroboam, reinó Abías sobre Judá. Y reinó tres años en Jerusalén . El nombre de su madre fue Micaías hija de Uriel de Gabaa. Y hubo guerra entre Abías y Jeroboam. Entonces Abías ordenó batalla con un ejército de cuatrocientos mil hombres de guerra valerosos y escogidos: y Jeroboam ordenó batalla contra él con ochocientos mil hombres escogidos, fuertes y valerosos.
2 Crónicas 13:1-3 

En los tres primeros versículos del capítulo trece, el cronista nos presentará a Abías el sucesor de Roboam, quien fuera su hijo predilecto. También nos presenta a su madre, Maaca, aunque en la versión Reina Valera en este caso se la llama Micaías. 

Ya desde el inicio se muestra un escenario conflictivo entre Jeroboam y Abías, por lo que ambos se levantaron en guerra. 

Llama la atención el recuento de hombres con los que contó cada cual para la batalla. Y es que si Roboam tenía alistados a cuatrocientos mil, Jeroboam llamó al doble en su contra. 

El reino de Judá era notablemente menor en población y en extensión que el reino de Israel, aún así Jeroboam no escatimó ni en hombres ni en estrategias, por tal de llevarse la victoria asegurada. 

Durante el transcurso de la lectura en este capítulo iremos viendo el desarrollo y el desenlace de este conflicto. 

Mientras tanto usaremos el detalle de la diferencia numérica entre las tropas de uno y de otro, para extraer de aquí nuestra reflexión devocional. 

Si echamos la vista atrás recordaremos cómo Sisac de Egipto atacó el reino de Judá llegando incluso hasta la ciudad de Jerusalén. Pues este Sisac entró con tal cantidad de alistados militares y civiles como si aún fuera a atacar al mismísimo rey David y a una Israel unificada. 

Cabe recordar, también, que si Dios no hubiese querido, Egipto no habría podido tocar ni las inmediaciones. Pero contra este ataque la protección de Dios no intervino, por cuanto Roboam se había apartado de Dios en ese tiempo. 

Retrocediendo a la etapa de los Jueces encontramos el caso más llamativo de minoría numérica de hebreos contra madianitas. Y no es que fuera por falta de hombres, ya que el recuento inicial de los alistados de Gedeón era de un aproximado de treinta mil varones. 

Sino que Dios mandó hacerles pasar por un proceso de selección tal que de esos treinta mil quedaran solamente trescientos. 

El propósito de esta exigente tría era el de evidenciar la mano de Dios en la batalla y Su gloria en la victoria. 

"Y Jehová dijo a Gedeón: El pueblo que está contigo es mucho para que yo entregue a los madianitas en su mano, no sea que se alabe Israel contra mí, diciendo: Mi mano me ha salvado."
Jueces 7:2 

El relato Bíblico veterotestamentario enfoca el mensaje desde la nación de Israel y lo acontecido en ella, tocante al propósito de Dios y a su desarrollo hasta el cumplimiento de la promesa. 

Es por eso que a veces asimilamos Israel como si fuera una nación muy extensa sobre la tierra, pero no es así. De hecho se puede entender que es un milagro que a dia de hoy aún se mantenga esta nación, con sus leyes, su lengua y sus costumbres de antaño, incluso después de haber sufrido varios exilios, dispersiones, persecuciones, matanzas y largas expulsiones de su tierra, por parte de otras naciones. 

Y es que el plan eterno de salvación y del reino de Dios implica directamente a esta nación, por cuanto fue Dios mismo el que la formó desde Abraham, y a través de la cual se expande la gracia de Dios a todo el mundo, por medio del Mesías, el Señor Jesucristo. Por tal motivo y por mucha fuerza que pueda ejercer el mundo entero en contra de Israel y de su capital, Jerusalén, jamás podrán derrotarla, así está escrito y así se cumplirá. 

Y de Israel nació el Mesías, Dios Hijo hecho carne y habitando entre los hombres. Que viniendo a morir como cordero pascual, clavó con su cuerpo todo el peso de nuestros pecados en la cruz del Calvario, aquel peso que nos condenaba a muerte, y él pagó. 

El "consumado es" confirmó la victoria sobre la acción del pecado y de la muerte para todo aquel que en Él cree y tiene por Señor y Salvador personal. Porque además, no solamente murió, sino que resucitó después de tres días sepultado y compartiendo con sus discípulos durante cuarenta días más, ascendió a los cielos y nos entregó al Espíritu Santo, sello y morada a todo nacido en Cristo. 

Se dio entonces el nacimiento de la iglesia y el propósito de Dios para con ella que la hace prevalecer sobre los tiempos en este mundo y hasta que el Señor lo permita, según el cumplimiento de la promesa de Su reinado sobre la tierra. 

Propósito que trata de la portavocía del evangelio de Jesucristo al mundo, para la salvación de las almas. 

Porque milagrosa es también la existencia y el crecimiento de la iglesia sobre la tierra, teniendo en cuenta que, desde sus inicios, no fue poca ni lo es, la fuerza que invierte el adversario en tratar de destruirla. 

Es más, se puede decir con seguridad que Dios usa todo este empeño del maligno para hacer crecer aún más Su iglesia. A la vista está, que la muerte de Esteban y la consiguiente persecución a la recién estrenada iglesia, no sólo no consiguió derrotarla, sino que por la dispersión de los creyentes el evangelio se esparció a más naciones, creciendo, instalándose y tomando fuerza entre los gentiles, conforme al crecimiento del conocimiento de Dios y conforme al carácter de Cristo. 

En la actualidad las herramientas más utilizadas, por tal de evitar que la iglesia cumpla con su objetivo, son las que atacan al estado anímico de sus miembros y entorpecen así su quehacer evangelístico al mundo y congregacional en el cuerpo de Cristo. 

Probablemente hemos caído no una, ni dos ni tres, sino varias veces más en tretas de este tipo que alteran nuestro ritmo y práctica de la fe cristiana. 

Hoy es día de tomar esta reflexión como referencia a nuestra necesidad de fortalecer nuestra fe para cuando la adversidad procure detener nuestro trabajo. Tomemos unos minutos por tal de identificar en nuestra vida todo aquello que nos afecta recurrentemente, y pidamos sabiduría y paciencia a Dios para aprender a sobrellevarlo con serenidad y firmeza. 

"¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro."
Romanos 8:35-39






















miércoles, 2 de noviembre de 2022

INFLUENCIA FAMILIAR, 2 Crónicas 12:13-14

INFLUENCIA FAMILIAR, 2 Crónicas 12:13-14 

Fortalecido, pues, Roboam, reinó en Jerusalén : y era Roboam de cuarenta y un años cuando comenzó a reinar, y diecisiete años reinó en Jerusalén , ciudad que escogió Jehová de todas las tribus de Israel, para poner en ella su nombre. Y el nombre de la madre de Roboam fue Naama amonita. E hizo lo malo, porque no dispuso su corazón para buscar a Jehová.
2 Crónicas 12:13-14 

Ultimamos el capítulo doce donde el cronista va concluyendo con el reinado de Roboam. 

Aquí nos presenta a Naama, su madre, y a continuación nos comenta sobre la indisposición del corazón de Roboam para buscar a Dios. 

Se nos indica que Naaama era amonita, es decir, natural del territorio pagano de Amón, que tenían entre sus dioses a Moloc, ese al que ofrecían niños haciéndolos pasar por fuego. 

Hubiera sido ideal que todas las mujeres y concubinas de Salomón tuvieran como requisito el convertirse a Dios. Pero ya sabemos que esto no fue así, sino más bien Salomón permitió que sus tantas mujeres practicaran su idolatría, y esto es lo que acabó desviando su corazón hacia sus dioses. 

Y aunque todo hijo del rey crecía instruyéndose en la ley y preparándose para su posible subida al trono, en la práctica de vida el peso de le educación la tenían las madres, por cuanto era con ellas con quienes convivían la mayor parte del día. Naama, pues, crió a su hijo desde su conocimiento cultural y religioso. 

Aunque en el caso de Roboam, no supo acostumbrar su corazón a buscar a Dios, ya que no lo aprendió en su casa, la Biblia recoge varios ejemplos de mujeres cuya fidelidad impactó en sus hijos y en sus comprometidas vidas de fe y obediencia a Dios. 

Podemos recordar a Ana, por ejemplo, que dedicó a su hijo Samuel al servicio a Dios, y a quien Dios usó grandemente, poniéndole en un lugar privilegiado en la historia de Israel. 

"Por este niño oraba, y Jehová me dio lo que le pedí. Yo, pues, lo dedico también a Jehová; todos los días que viva, será de Jehová. Y adoró allí a Jehová."
1 Samuel 1:27-28 

Y cómo obviar el muy buen ejemplo de la implicación instructiva de la madre y la abuela de Timoteo, a quien enseñaron con ahínco las Escrituras. Disciplina y práctica de vida muy necesarios en el ministerio pastoral que ejercería por mano de Pablo, quien considera en alta estima a estas dos mujeres y el valor de su fidelidad. 

"Doy gracias a Dios, al cual sirvo desde mis mayores con limpia conciencia, de que sin cesar me acuerdo de ti en mis oraciones noche y día; deseando verte, al acordarme de tus lágrimas, para llenarme de gozo; trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también."
2 Timoteo 1:3-5 

Aunque el pasaje de hoy alude directamente a la madre de Roboam para valorar hasta qué punto influye en la vida de una persona su herencia familiar, la educación de los hijos no es cosa exclusiva de padre o madre, sino que ambos van a tener parte de responsabilidad en cómo vayan a experimentar la vida desde sus edades más tempranas y hasta que alcancen su madurez. 

Si bien, no todos somos padres o madres biológicamente hablando, sí que lo podemos ser en el ámbito espiritual, por cuanto nuestro testimonio de vida en Cristo puede ejercer influencia en nuestro entorno secular. 

Porque dicho sea de paso, los creyentes en Cristo somos testimonio de Su vida y portadores de Su luz al mundo, por medio de la proclamación del mensaje de salvación. Mensaje que no mostramos solamente con palabras, siendo nuestras obras el testigo y la consolidación de la semilla del evangelio. 

Hoy es día de reflexionar qué impacto está dejando nuestra vida a quien le pueda influenciar. 

"Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él."
Proverbios 22:6





















martes, 1 de noviembre de 2022

SECUELAS, 2 Crónicas 12:7-8

SECUELAS, 2 Crónicas 12:7-8

Y cuando Jehová vió que se habían humillado, fue palabra de Jehová a Semaías, diciendo: Se han humillado; no los destruiré; antes los salvaré en breve, y no se derramará mi ira contra Jerusalén por mano de Sisac. Pero serán sus siervos; para que sepan lo que es servirme a mí, y que es servir a los reinos de las naciones.
2 Crónicas 12:7-8

Continuando con la lectura de lo acontecido durante el reinado de Roboam, recién leemos sobre el ataque masivo y sorpresivo a Judá por parte de Sisac de Egipto.

El profeta Semaías es enviado por Dios para hablar con el rey y sus principales, diciendo: "Así ha dicho Jehová: vosotros me habéis dejado, yo también os he dejado en manos de Sisac."

Ya no quedaba la menor duda que en este ataque tan dañino, que llegó incluso a la ciudad de Jerusalén, no iban a tener la protección Divina que les guardó hasta la fecha.

Les tocaría sufrir, pues, el desamparo total ante un enemigo que invirtió todas sus fuerzas en atacarles, como recordando los viejos tiempos de las tropas invencibles del guerrero David.

Entre el horror y la vergüenza, se humillaron y reconocieron el justo pago por su rebelión.

Tras su humillación, respondió Dios con su perdón, tal como leemos en el texto, mas sin librarles de las secuelas de este ataque, que les tocará pagar con una vida de servidumbre a Sisac. Como dice el Señor, para que se den cuenta de la abismal diferencia entre lo que es servir libremente a Dios, en Su amor y misericordia, y lo que supone hacerlo en la opresión de este mundo.

A partir de este acontecimiento,  la historia del reino de Judá se verá manchada con tintes de amenazas y servidumbre a otras naciones, en mayor o menor medida, según la fidelidad del rey de turno.

Hubo un tiempo en que el hombre vivió en un entorno carente de problemas. Todo era perfecto. No existía el hambre, ni la enfermedad, ni el cansancio ni la preocupación...

Adán tuvo el privilegio de pisar el Edén y de tomar de sus frutos. Pero no le bastó, y llegó el momento en que la idea de independizarse tomó forma, clavando sus dientes en el fruto de la perdición.

Perdición que no sólo afectó a él y a Eva, sino que por su simiente vendrá a sufrir inevitablemente el resto de la humanidad, con la muerte por secuela.

Las secuelas atestiguan la necesidad de  rescate y restauración del ser humano, y la existencia perecedera de su carne en este mundo.

Dios mostró Su misericordia desde el primer momento en que se anunciara la simiente de la mujer, en presentación de Su plan eterno de salvación, trazado desde la eternidad, para que todo aquel que creyera en Su promesa alcanzara Su gracia y la justificación por medio del Hijo de la promesa.

Y el Hijo nos fue dado, Dios encarnado y habitando entre Su pueblo, mostrando con Su presencia el cumplimiento de la promesa y el inminente fin de la acción del pecado y de la muerte en todo aquel que lo reconocía.

"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna."
Juan 3:16

Lamentablemente muchos fueron los que, en su ceguera, negaron a Dios teniéndolo aún delante de sus narices (y conociendo el valor de Sus señales).

Jesús sufrió en su carne hasta quedar irreconocible allá, clavado en el madero. Y en Su sufrimiento, planificado desde antes de la fundación del mundo, tenemos hoy libertad. Habiendo sido muerto y sepultado, resucitó al tercer día y ascendiendo a la diestra del Padre nos envió al Espíritu Santo, sello de pertenencia a la vida eterna en Él.

En Cristo hemos sido libertados de esa secuela espiritual que nos ataba a condena. No así de la carnal, por lo que nuestro cuerpo físico obedece a la ley terrenal, atado al envejecimiento, a la enfermedad y a la muerte de esta carne, como así expresa Pablo:

"Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día."
2 Corintios 4:16

Hay que reconocer que a veces se torna agotador el tener que lidiar con las limitaciones de este cuerpo. ¿Cuántas veces el dolor y la enfermedad nos ha tenido postrados en cama? Muy a menudo dejamos que el dolor físico melle en nuestro estado de ánimo.

Hoy es día de tomar todo el sufrimiento de nuestra carne y soportarla, sabiendo que nuestra alma está guardada en Cristo.

El Señor nos fortalezca y ni el dolor, ni las crisis, ni los enemigos, ni siquiera el tiempo, alteren nuestro gozo y nuestra paz recibida en nuestro Señor Jesucristo. Sea que las únicas secuelas que sintamos sean las marcas de Cristo.

"De aquí en adelante nadie me cause molestias; porque yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús."
Gálatas 6:17

















ACTITUD VICTORIOSA, 2 Crónicas 20:15-17

ACTITUD VICTORIOSA, 2 Crónicas 20:15-17 Y dijo: Oid, Judá todo, y vosotros moradores de Jerusalén , y tú, rey Josafat. Jehová os dice así: N...