viernes, 30 de diciembre de 2022

EL PODER DE LA PALABRA, 2 Crónicas 17:9-11

EL PODER DE LA PALABRA, 2 Crónicas 17:9-11

Y enseñaron en Judá, teniendo consigo el libro de la ley de Jehová, y recorrieron todas las ciudades de Judá enseñando al pueblo. Y cayó el pavor de Jehová sobre todos los reinos de las tierras que estaban alrededor de Judá; y no osaron hacer guerra contra Josafat. Y traían de los Filisteos presentes a Josafat, y tributos de plata. Los Arabes también le trajeron ganados, siete mil setecientos carneros y siete mil setecientos machos cabrío.
2 Crónicas 17:9-11

Nos encontramos en un punto de la lectura en que el cronista va a presentar el poder en el reinado de Josafat. 

Inicialmente ya se nos presentó como aquel que anduvo en los primeros caminos de David y que, por tanto, Dios estuvo con él. 

Seguidamente, entre los versos seis y ocho, nos describe el desarrollo natural de un corazón verdaderamente dispuesto al servicio y a la fidelidad a Dios. 

Mostrándonos cómo el crecimiento y la expansión interna del conocimiento y la aplicación de la ley de Dios, en el trono y en las instancias superiores, iban a llevar sí o sí la expansión de la Palabra al resto del pueblo. 

Y en este punto nos encontramos el pasaje a tratar: 

En el versículo nueve vemos que los príncipes enviados por Josafat y acompañados por los levitas y sacerdotes seleccionados por él, recorrieron todas las ciudades del reino enseñando el libro de la ley, no parafraseada o dicha de memoria, sino llevándola consigo, de modo que era exclusivamente la ley de Dios la que se enseñaba, y nada más. 

El libro de la ley de Jehová, como leemos en el Antiguo Testamento, no solía referirse a un sólo libro, que para entonces se presentaba en formato de rollo, sino del compendio de los cinco libros Mosáicos, los comprendidos desde el Génesis y hasta el Deuteronomio y que comúnmente conocemos como el Pentateuco. 

En este caso podríamos entender que la enseñanza se basara directamente en el libro de Deuteronomio, que es el que comprende el recordatorio de la ley dada por Dios a Moisés en el Sinaí y lo acontecido durante los cuarenta años de vagar en el desierto. 

La enseñanza y aplicación de la ley no se presentan solas, sino que mediante sendas conjunciones copulativas, el cronista añade dos consecuencias positivas, como resultado de ésta. 

La primera es el poder que adquiere el reino de Judá a ojos de sus vecinos, los cuales, se dice, no osaron hacer guerra contra Judá. 

La segunda es cómo, ese poder que el reino obtiene con la ley de Jehová, no solamente lo salvaguarda de los peligros que le rodean, sino que aún éstos mismos le van a ofrecer presentes, tributos de plata e incluso el cronista nos enumera un muy sustancioso regalo de ganado por parte de los árabes. 

Los peligros que acechaban al reino de Judá no eran pocos, los egipcios, los filisteos y los edomitas, así como los etíopes o cualquier otra nación vecina, eran aférrimos enemigos de Israel, a excepción de los tiempos en que hubo alianzas diplomáticas con ellas, durante el reinado de Salomón. 

Pero la implantación y aplicación de la ley en Judá le otorgó poder ante los ojos de su enemigo, que ya no solamente desestimó atacarle, sino que además le temía al punto de servirle con tributos y ofrendas. 

La ley de Jehová no sólo se entiende como la ley Moisáica recibida en el Sinaí, sino que es la totalidad de la palabra de Dios.

La palabra de Dios es poderosa, por cuanto es creadora y sustentadora de vida. 

En el Salmo treinta y tres, tocante a la Palabra, el salmista dice así: 

"Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca."
Salmos 33:6

Es esta palabra descrita en este Salmo, en la Septuaginta traducida como Logos (Λόγος), de la que se hará uso Juan para describir al Señor Jesucristo como el Dios Creador y el Dador de vida, así como, dice, en él estaba la vida, la luz de los hombres.

Y el autor de la carta a los Hebreos describe el poder de Su palabra como la base del sustento de toda la creación:

"Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas,"
Hebreos 1:1-3

El Señor, siendo Dios y el sustentador de toda la creación, se hizo hombre. ¡El Eterno y Todopoderoso Dios haciéndose accesible a los hombres!

Cumpliendo con Su plan de salvación, trazado desde antes de la fundación del mundo, murió en la cruz del Calvario entregando Su santa, perfecta e impecable vida (la cual es eterna) en pago por nuestros pecados y librándonos de la acción de la muerte por medio de Él, habiendo tomado de nuevo Su vida al tercer día, tal como anunció a sus discípulos. 

Aunque también, avisó, el cristiano no hallaría paz en el mundo, sino aflicción, siendo Él nuestra paz, alentándonos seguidamente: "Pero confiad, yo he vencido al mundo". 

¡Tamaña y contundente declaración de victoria! Pues Cristo, venciendo al mundo, no nos puede llevar a otro estado que el de la victoria, a los que hemos creído en Él y lo tenemos por Señor y Salvador personal. 

Aunque creyentes en Cristo, somos humanos. Y en esta humanidad debemos reconocer que no siempre vivimos con la expresión victoriosa de Cristo como estandarte. Sino que este mundo puede llegar a resultarnos tan cruel que existen momentos en que la desesperación o la impotencia irrumpa en nuestro ánimo.

En base al texto reflexionado y mirándonos introspectivamente con respecto a nuestra actitud, reacción o estado en que afrontamos aquellos momentos difíciles que nos rodean, hoy es día de meditar hasta qué punto estamos dejando que sea la Palabra de Dios la que dirija nuestra vida y no nuestro propio parecer. 

Porque el poder de la Palabra de Dios es mayor que todos los peligros juntos que nos acechan. 

Y por si nos sentimos desbordados por el peligro que nos rodea, sea nuestra paz fortalecida con los siguientes versos:

"Todo el día mis enemigos me pisotean; Porque muchos son los que pelean contra mí con soberbia. En el día que temo, Yo en ti confío. En Dios alabaré su palabra; En Dios he confiado; no temeré; ¿Qué puede hacerme el hombre?"

Salmos 56:2-4 





















viernes, 23 de diciembre de 2022

EL BUEN EJEMPLO, 2 Crónicas 17:3-4

EL BUEN EJEMPLO, 2 Crónicas 17:3-4

Y Jehová estuvo con Josafat, porque anduvo en los primeros caminos de David su padre, y no buscó a los baales; Sino que buscó al Dios de su padre, y anduvo en sus mandamientos, y no según las obras de Israel.
2 Crónicas 17:3-4

Alcanzamos el capítulo 17 del segundo libro de Crónicas donde se nos presenta a Josafat, el hijo y sucesor de Asa.

Sobre él podemos saber, a través de la lectura en el primer libro de los Reyes, que comenzó a reinar a los treinta y cinco años y su reinado duró veinticinco.

Se habla de él que siguió el buen ejemplo de su padre Asa, en cuanto a rectitud y bondad delante de Dios, y que hizo paz con el rey de Israel, además de expulsar a los sodomitas del territorio de Judá.

En el caso de la lectura en crónicas hay datos que no se muestran o se nombran más adelante, enfatizando más sobre el fortalecimiento del reino durante el trono de Josafat y el favor de Dios para con él, en consecuencia de su buen hacer delante de Dios.

Y es que se dice de él que siguió los primeros pasos de David, los buenos, los anteriores a los pecados que recayeron en fatal consecuencia para con su familia por el resto de su vida.

Además dícese que no buscó a los baales, y con baales no entendemos sólo a los dioses hechos por manos de hombres, sino a los mismos hombres, si éstos son tomados en mayor consideración que Dios. Algo así como hizo Asa al enfermar de los pies, que acudió a los médicos pero no a su Creador.

Y otro punto de contraste para con su padre, a pesar de seguir su ejemplo, es nombrado cuando se recalca que Josafat anduvo en los mandamientos de Dios y no según las obras de Israel.

Porque en este punto es donde cayó Asa que, fijándose en los hechos de Israel, acabó haciendo lo mismo que éste, que fue aliarse con su enemigo en lugar de sostenerse en la ley de Dios y en sus mandamientos.

Y leemos, en el inicio del pasaje a reflexionar, la consecuencia de haber tomado el buen ejemplo de sus padres: Jehová estuvo con él.

Estamos en fechas en que se celebra mundialmente la Navidad. Es una festividad que conmemora el nacimiento de Jesús y en alusión a los presentes que le dieron los magos de oriente, los padres hacen regalos a sus hijos haciéndoles creer que estos magos son tres y que aún existen hoy día, y que tienen la capacidad mágica de trasladarse a todo lugar a tiempo de entregar todos los regalos a todos los niños del mundo mientras éstos duermen. Cosa que la calidad y cantidad de regalos, dicen sus padres, depende de cómo se han comportado durante el año, ya que estos magos pueden también verlo todo, por lo que conocen cuándo el niño se porta bien o mal.

Pero el verdadero sentido navideño no reside en regalos, ni en fiestas pomposas, ni en atracones a dulces, comilonas o bebidas alcohólicas.

Navidad, derivada de la palabra Natividad, significa "nacimiento" y sólo puede tener sentido en Cristo, que siendo Dios, se manifestó en carne, naciendo humildemente como un bebé que no tenía más lugar donde acostarse que un pesebre, que por definición es un recipiente donde se le echa de comer a los animales.

Y en ese recipiente, entre pañales, un bebé, Dios con nosotros, Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios, el Redentor prometido desde que Adán fuera expulsado de Edén tras su pecado.

Dios se hizo hombre para cumplir con Su promesa de redención, consumada en la cruz del Calvario.

Con esta consumación,Jesús nos abrió el acceso a la vida eterna, por medio de la fe en Él. De modo que a todo aquel que en Él cree, en reconocimiento de sus pecados y en aceptación a Él como Señor y Salvador personal, le es quitada la condena a muerte que pesaba sobre él por las deudas de sus pecados (Dios pagó en su carne por esos pecados en la cruz, para librarnos de ellos en toda justicia), y le es dada la nueva vida en Él, para justificación en Cristo delante del Padre.

Pero no nació el Señor y creció de repente para ir a muerte y "ya está", aunque tras Su muerte vino Su resurrección, y después vendrá Su vuelta. Sino que siendo Dios Hombre se sujetó como todo hombre a las leyes naturales que afectan en el ámbito humano, como el tiempo, el crecimiento físico e intelectual y la madurez en Su capacitación para llevar a cabo Su ministerio.

Y con toda esta sujección en lo humanamente hablando y en Su obediencia a la voluntad del Padre se presenta a nosotros como el ejemplo a seguir, el modelo, el excelente paradigma para todo hombre.

Porque Él es Dios, se cumple en Él lo que dice el autor de la epístola a los Hebreos:

"Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado."
Hebreos 4:15

Totalmente impecable, el único modelo que podemos seguir a pies juntillas, estando ciertos que imitándole a Él no hay nada malo que podamos cometer.

Claro, nosotros no somos Dios, de modo que, aunque el Espíritu Santo mora en cada creyente y lo va encaminando al carácter de Cristo mediante Su palabra y la aplicación de ella en su vida, podemos ir cometiendo fallos y sucederán mientras ocupamos este cuerpo terrenal, corruptible y perecedero.

Lo que se nos hace necesario mirar a Él, recordando que dijo "aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón", asimismo como asevera Pablo en la mimetización de Su carácter:

"Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo."
1 Corintios 11:1

Porque hay que reconocer que, por ser el summum de la perfección, se nos complica muchas veces imitar directamente a Cristo, no porque no se pueda, ya que debemos hacerlo, sino por nuestra debilidad que nos limita.

Y por ello es bueno asirse de hermanos fieles que van mostrando Su carácter, de manera que se hace más fácilmente asimilable en su práctica.

Pongamos que nos va a ser más accesible imitar a Pablo que al Señor. Imitando pues a Pablo en lo que él imita al Señor, ya estamos adquiriendo el ejemplo de Cristo.

Pero, ¡cuán difícil se nos hace, a veces, en la cotidianidad de nuestro día a día en este mundo contaminado de pecado, y más en medio de las adversidades!

Otra dificultad añadida es la pluralidad de carácteres dentro de la unidad eclesial, por cuanto cada uno tenemos nuestra propia personalidad y formas de entender la vida en Cristo, dentro de la fe en Él y conforme a la idiosincrasia personal.

Consejo escribió Pablo a los hermanos de Filipos, para que en esta diversidad no se vieran tentados a mirar los defectos de cada cual, sino que en lo bueno se fueran edificando.

"Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros."
Filipenses 4:8-9

Hoy es día de meditar sobre a quién tenemos como ejemplo de vida, si a un hermano, si a nuestros padres... si al ideal que es Cristo...

Y si por si acaso sintamos dificultad por seguir en la rectitud de aquellos primeros caminos de David, tal como se dice que siguió Josafat, aferrémonos a estas palabras, recordando que no es por nosotros sino por el Espíritu Santo que nos encamina:

"Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios; tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud."
Salmos 143:10

















viernes, 16 de diciembre de 2022

FATAL DESENLACE, 2 Crónicas 16:10-13

FATAL DESENLACE, 2 Crónicas 16:10-13

Entonces se enojó Asa contra el vidente, lo echó en la cárcel, porque se encolerizó grandemente a causa de esto. Y oprimió Asa en aquel tiempo a algunos del pueblo. Mas he aquí, los hechos de Asa, primeros y postreros, están escritos en el libro de los reyes de Judá y de Israel. En el año treinta y nueve de su reinado, Asa enfermó gravemente de los pies, y en su enfermedad no buscó a Jehová, sino a los médicos. Y durmió Asa con sus padres, y murió en el año cuarenta y uno de su reinado.
2 Crónicas 16:10-13

Ultimamos los detalles de la vida y el reinado de Asa, que Dios ha permitido al cronista plasmar en este libro.

En su trono vimos ejemplaridad de obediencia y fidelidad a Dios por largos años. Pero lamentablemente llegó el momento en que al cronista le tocó anotar los postreros hechos de su reinado, que no tienen nada que ver con los primeros.

El colmo llega a su punto más álgido cuando, enviado Hanani a reprender a Asa su tamaño error al aliarse con el filisteo, el rey no sólo desoye la palabra, sino que aún reacciona violentamente echándolo a la cárcel.

Cabe decir que el encarcelamiento no suponía, como entendemos hoy, la mera retención de una persona en una celda en contra de su voluntad. Sino que aún al preso se le infligía tortura, en el sentido en que debía estar incómodamente atado en un madero de modo que no pudiera moverse.

En algunas traducciones al español, el enojo de Asa se expresa como enfurecimiento, indignación e irritación o ira.

Pero su soberbia reacción no quedó ahí, en lo que pudiera ser un mero arrebato humano, del cual nadie es libre de ser llevado por él en momentos de obcecación, y del cual uno se arrepiente.  Sino que aún se relata que también ejerció opresión sobre algunos del pueblo.

Continuando la lectura, tres años pasaron desde la alianza de Asa con el filisteo, tiempo más que suficiente para enmendar su error y volverse a Dios.

Lamentablemente el cronista relata que, habiendo enfermado gravemente de los pies, el rey no acudió a Dios, sino a los hombres.

Y es que Asa pareció llevarse el orgullo pegado a sus pies, aquellos pies que no acudieron a Dios en el peor momento de su vida, apresurándolos neciamente a la muerte.

Le aconteció que sus pies se apartaron de la ley y no quisieron volver después de ser amonestado. En consecuencia le sobrevino así como el proverbio advierte:

"La reconvención es molesta al que deja el camino; y el que aborrece la corrección morirá."
Proverbios 15:10

Leído ésto, es una lástima que tras su tan buen inicio y sus consiguientes años de consagración a Dios en su reinado, Asa acabara tan mal en sus últimos tres años de vida, y todo por no querer reconocer su error sino más bien mantenerse en él.

Este terrible acontecimiento acaecido a Asa en sus últimos años de reinado no aparecen en el relato del primer libro de los Reyes, sino tan sólo una breve mención a su enfermedad.

No obstante el cronista sí que fue inspirado a plasmarlo en este pasaje, por lo cual nos sirve como contraejemplo del buen proceder del hombre de Dios, además de recordarnos que ni el más fiel y confiado en Dios está libre de acabar tropezando sus pies al finalizar el trayecto de su vida sobre la tierra.

Y para que no nos ocurra como a él, será bueno preguntarnos: ¿Cómo pudo llegar a aliarse con su enemigo después de las victorias y la paz que gozó tras teinta y cinco años de su reinado, gracias a Dios? ¿Cómo es que reaccionó tan mal ante la reprensión del profeta? ¿A qué se debió esa hostilidad posterior contra algunos del pueblo? ¿Tuvo oportunidad de arrepentirse?

Primeramente Asa se debió acomodar en la paz de su reinado. Al no recibir amenazas de guerra por largo tiempo, debió descuidar su necesidad de acudir a Dios en el resto de la cotidianidad en sus asuntos reales.

Esto puede acontecerle a alguien que ha alcanzado, como él, una estabilidad que lo hace sentir fuerte, autosuficiente y seguro de sí mismo.

En prevención, nosotros nos asiremos del aviso de Pablo:

"Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga."
1 Corintios 10:12

En cuanto a su reacción contra Hanani, podemos ver un claro rechazo hacia la confrontación, por cuanto no quería arrepentirse.

Esto acontece muy a menudo durante la exposición del evangelio, que provoca el rechazo de muchos. No porque el evangelio sea digno de rechazar, sino porque sus conciencias se ven golpeadas y se resisten al arrepentimiento.

"Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas."
Juan 3:20

También esto puede acontecer al creyente, que sabiendo que ha obrado mal, rechace la amonestación para que su obra no sea expuesta.

En contraposición a ésto, deberíamos buscar precisamente el rechazo de todo lo malo que puede haber en nuestra vida. Porque no somos libres de caer así como de cometer errores a lo largo de un sólo día, deberíamos empaparnos de la disposición de David por mostrarse íntegro delante de Dios, de manera que antes de recibir amonestación alguna, podamos clamar a Dios tal como él dijo:

"Escudríñame, oh Jehová, y pruébame; Examina mis íntimos pensamientos y mi corazón."
Salmos 26:2

Tocante a la opresión que ejerció luego a algunos del pueblo, como si le hubiera sabido a poco encarcelar al profeta, sólo podemos observar el resultado del rencor y del resentimiento de quien hace de un enfado momentáneo un estado permanente en su corazón.

Por aquí corremos peligro muchos, por no decir todos, que venciéndonos por el estrés diario o cualquier otro motivo que nos provoque irritación, no lo resolvamos lo antes posible, sino que, alargando la molestia, influya en nuestro entorno y al resto de áreas en nuestro diario vivir.

Dos advertencias nos servirán en este caso:

"Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo."

"Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados;"
(Efesios 4:26-27 y Hebreos 12:15)

Finalmente vimos que Asa tuvo tres años para arrepentirse y clamar a Dios, al contrario se mantuvo en su pecado. Quizá por orgullo, pero también pudiera ser que aquel acto público de encarcelar a Hanani y de castigar con dureza a sus defensores le provocara tal vergüenza que no se sintiera digno de acudir a Dios, fatal error por su parte, acudiendo finalmente a los mortales.

Hoy es día de meditar en el estado de nuestro corazón, de modo que no haya un pecado que nos esté estorbando en el mantenimiento de nuestra relación con Dios o nos haga sentir indignos de acudir a Él, por no haber querido arrepentirnos en su día.

Si es el caso, Dios es grande en misericordia y jamás rechaza un corazón arrepentido, ¿pudimos arrepentirnos antes de causar menos dolor del que causamos? Probablemente sí, pero nunca es tarde para acudir a nuestro Padre celestial.

"Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro."
Hebreos 4:15-16
























jueves, 8 de diciembre de 2022

EN CONSECUENCIA, 2 Crónicas 16:8-9

EN CONSECUENCIA, 2 Crónicas 16:8-9

Los etíopes y los libios, ¿no eran un ejército numerosísimo, con carros y mucha gente de a caballo? con todo, porque te apoyaste en Jehová, él los entregó en tus manos. Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él. Locamente has hecho en esto; porque de aquí en adelante habrá más guerra contra ti.
2 Crónicas 16:8-9

Estas palabras que leemos son las que profirió Hanani a Asa, porque éste hizo alianza con Ben-adad por tal de zafarse de Baasa, quien pretendía airlarlo, sitiando Rama.

Pues a Asa no le pasó por la cabeza clamar a Dios, como fue lo esperable según sus experiencias pasadas, sino que esta vez hizo tal cual el rey de Israel, aliarse con este rey pagano y no sólo eso, sino que además le entregó la plata y el oro de la casa de Dios, añadiendo también del suyo propio.

Y aquí encontramos a Dios recordándole a Asa, a través del profeta, los grandiosos ejércitos que le vinieron en contra, en su pasado, y sobre los que obtuvo la victoria gracias a Dios, por apoyarse en Él.

Y añade, ya que al parecer a Asa se le había olvidado:

"Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él."

A Asa le tocará vivir a partir de ahora en consecuencia de sus actos, sabiendo que de las guerras anunciadas ya no le librará Dios.

De este tipo de consecuencias está llena la historia de Israel, y no solamente por rebeldía o dejadez, sino que hasta a Abraham, quien era considerado por Dios mismo como Su amigo, le tocó sufrir las consecuencias de haber aceptado junto con Sara, ocuparse por su cuenta de hacer cumplir el pacto de Dios del hijo de la promesa.

Sucedió pues que, en su ignorancia y estupefacción ante la promesa de darles un hijo a tan avanzada edad y con la matriz seca de Sara, se estimó la necesidad de que Abraham se llegara a su esclava y de ahí naciera el hijo prometido.

Claro, les nació un niño, pero ni de lejos el hijo de la promesa, que debía nacer de Sara y no de su esclava.

En consecuencia, de las generaciones de este hijo surgirán los más aférrimos enemigos de Israel, por cuanto al descender también de Abraham, se sentirán en derecho de reclamar su heredad.

Desde entonces y hasta la fecha, Israel se ha visto siempre envuelto en conflictos con la descendencia de Ismael, el que fuera el hijo de la esclava.

A veces nos preguntamos  por qué nos suceden tantas cosas malas, o por qué parece que vivimos en un continuo proceso, largo, tedioso y tortuoso.

Y debemos reconocer que nos gusta pensar que es Dios que nos está procesando porque nos ama, (eliminando de la ecuación los continuos desplantes a él en nuestras tomas de decisiones, grandes o pequeñas, en nuestro diario vivir).

Cierto es que el Señor nos advirtió que en el mundo tendríamos aflicción, pero Dios no es como esos dioses tiranos que imaginamos en el Olimpo, que con alzar un dedo y apuntar al desgraciado mortal desde una nube, lo termianaba de desgraciar de por vida o de aniquilar, no sin antes hacerle pasar por ridículas pruebas llenas de aún más ridículos enigmas, para hacerle sufrir pensando que se podía zafar de la muerte.

No, los sufrimientos extra no vienen de parte de Dios, sino a consecuencia de las decisiones que tomamos en la vida sin tenerle en cuenta a Él, y aún deberíamos estar agradecidos de que nos guarda de no sufrir consecuencias peores.

A Asa se le estaba advirtiendo que a partir de su mala decisión ahora iba a estar sufriendo más guerra contra él.

Hoy es día de tomar sabiamente este texto y trasladarlo a un análisis retroactivo de cuántas decisiones al día tomamos sin tener en cuenta a nuestro Padre celestial y desatendiendo el consejo del Espíritu Santo.

Aún estamos a tiempo de gritar, cual Pedro en medio de las aguas, diciendo: "¡Señor, sálvame!" , y Él nos tenderá la mano para retornarnos a un corazón apaciguado en medio de la tormenta.

Pongamos desde ya todos nuestros asuntos en manos de Dios, reconociendo nuestros errores y entregándoselos con humildad, clamando:

"Oye, oh Jehová, y ten misericordia de mí; Jehová, sé tú mi ayudador."
Salmos 30:10





















miércoles, 7 de diciembre de 2022

EL RECURSO HUMANO, 2 Crónicas 16:1-3

EL RECURSO HUMANO, 2 Crónicas 16:1-3

En el año treinta y seis del reinado de Asa, subió Baasa rey de Israel contra Judá, y fortificó a Rama, para no dejar salir ni entrar a ninguno al rey Asa, rey de Judá. Entonces sacó Asa la plata y el oro de los tesoros de la casa de Jehová y de la casa real, y envió a Ben-adad rey de Siria, que estaba en Damasco, diciendo: Haya alianza entre tu y yo, como la hubo entre tu padre y mi padre; he aquí yo te he enviado plata y oro, para que vengas y deshagas la alianza que tienes con Baasa rey de Israel, a fin de que se retire de mí.
2 Crónicas 16:1-3

Durante la lectura de los capítulos catorce y quince de este libro, hemos leído sobre la ejemplaridad de Asa en cuanto a fidelidad y obediencia a Dios, y por ende la paz que Dios le otorgó en su reino.

Pero ahora el cronista nos comenta que al paso del tiempo, concretamente a los treinta y seis años de su reinado, el rey de Israel quiso aislar a Judá fortificando Ramá.

Y nos relata cuál fue su primera reacción y su consiguiente actuación ante este conflicto.

Si este capítulo no existiera, en el sentido en que el Espiritu Santo no hubiera inspirado al cronista a plasmarlo, no habríamos dado crédito a esta forma de actuar, por el gran contraste que hay entre este Asa y su alter ego del pasado.

Pues si anteriormente Asa proclamaba y se apoyaba claramente y ante todos en el poder de Dios en obediencia a Su palabra, los años de trono y de paz lo acomodaron en tal zona de confort que se olvidó por completo de las batallas de las que le libró Dios y cómo por su obediencia y fidelidad era que reinó la paz sobre Judá.

En la comodidad de su reino todo esto se le olvidó, por lo que echó mano de lo que había aprendido por antecedencia.

Y es que, viéndose inmediatamente sitiado por Baasa, no reaccionó clamando a Dios. Como bien hizo en su día al verse atacado por Zera el etíope, el cual le venía con un ejército de millones y aún así tuvo que huir y acabó cayendo, porque Dios le otrogó la victoria.

Sino que esta vez optó por echar mano de un recurso tan humano como el de aliarse con una nación pagana y poderosa que lo ayudara a zafarse del sitio que le estaba levantando su reino hermano, Israel.

(Claro, que previamente Baasa ya se había aliado con Ben-adad, pero eso no justifica que Asa lo debiera de hacer como algo correcto ante los ojos de Dios.)

De este modo Ben-adab llegó a poseer tesoros que fueron anteriormente dedicados a Dios en Su templo, además de los tesoros del rey.

Es un acto muy humano querer depender de uno mismo sin contar con Dios, aunque en el empeño uno acabe depositando la confianza en algo perecedero.

Y es que desde que el mundo es mundo, el hombre funciona así, desde Adán, quien fuera el primero en mostrar esta conducta, la cual arrastró a la muerte a toda la humanidad por su simiente corrompida por el pecado.

Y cual Asa permitió que las manos paganas de Ben-adad poseyeran tesoros que jamás debieron de salir de la casa de Dios, Adán en su caída permitió que el dominio del mundo cayera en manos de Satanás. Un domimio que, en virreinato con Dios, jamás debió salir de su competencia.

Un dominio que previamente fue dado por Dios a Adán, para que este reinara sobre la tierra según la voluntad divina, y el mismo que lo dio, que además es Eterno y Creador de todas las cosas, es el mismo que puede quitarlo.

Y en Su plan eterno volverá a tomar Su trono, viniendo primeramente para salvar al hombre del dominio del pecado y de la muerte. Para, a su vuelta, reinar eternamente en todo Su poder y Su gloria.

Porque tal plan no fue trazado en lo imprevisto de la circunstancia del pecado de Adán o de la pérdida de éste de su dominio sobre las criaturas de la tierra. Sino que desde antes de la fundación del mundo y de los tiempos, en la eternidad, el Hijo estaba dispuesto para morir y reinar, para sufrir y glorificarse, para someterse y sujetar, restituyendo en Él todo lo que parecía haberse perdido con Adán. 

Varón de dolores y experimentado en quedranto lo llamó Isaías, mientras profetizaba sobre Él durante el cumplimiento de Su obra salvífica en la cruz del Calvario, derramando Su sangre en remisión de pecados, no de uno ni de dos ni de tres, sino de los pecados de todo el mundo. Así como anunciaban Pablo y Juan:

"Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero."

"Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo."
(1 Timoteo 1:15 y 1 Juan 2:2)

Así es que, de todo el mundo, todo aquel que cree en el Señor Jesucristo y lo reconoce como Salvador personal en arrepentimiento de sus pecados , es receptor de Su vida por gracia de Dios.

Y por tanto, ya no comparecerá ante Dios con su pecaminosa vida condenada a muerte, sino revestido de la perfecta, santa y eterna vida de Cristo, justificándole delante del Padre.

¡Qué paz tan grande la de saberse rescatado de las garras de la muerte! Porque además no es una paz sujeta a las circunstancias, sino existente a pesar de ellas, porque es el Eterno Padre quien la da y el Espíritu el que la aplica en Cristo.

Suele ser coincidente en todo cristiano que en los primeros pasos en Cristo desdeñamos todo aporte y apoyo que no sea puramente Bíblico y espiritual tocante a Cristo.

Esta es una fase en que el conocimiento de Dios aún es poco, pero la fe y la fidelidad a Él y a Su palabra, aunque no se entienda aún bien del todo, se muestran fervorosamente ancladas y manifestadas por doquier, a veces hasta con vehemencia.

Una fe como la de los años fieles de Asa, totalmente dirigida a Dios, y así su eficacia.

Pero al tiempo corremos el peligro de que nos vaya aconteciendo como a él, que lo que para nosotros antes sería impensable hacer, por entenderlo pecaminoso, en el ejercicio de nuestra libertad en Cristo y conforme a nuestra fe, acabamos asimilándolo hasta como un recurso práctico en nuestro diario vivir, hasta el punto de poder llegar, si es que nuestra vida devocional anda en flojera, a apoyarnos en cualquier recurso humano antes que en Dios, a tenor de que las consecuencias, aun aparentemente buenas, debiliten aún más nuestra relación con Él.

Asa acabó dándole a un rey pagano el oro y la plata de la casa de Dios, ¿será que acaso nosotros no estemos invirtiendo de nuestro tan valioso tiempo, el cual antes ocupábamos en exclusiva a nuestra vida devocional, en pos de recursos totalmente humanos, perecederos e infructuosos, para salir de los problemas que se nos van presentando en el día a día?

Hoy es día de valorar nuestros apoyos, si es que nuestra confianza está fundamentada en Cristo o en cualquier otra cosa.

Y si por si acaso nos encontramos metidos de lleno en lo que no aprovecha, errar es de sabios, como se dice, y volver a apoyarse en Cristo lo es aún más. Retengamos la observación del Salmista.

"Consideré mis caminos, y volví mis pies a tus testimonios. Me apresuré y no me retardé en guardar tus mandamientos."
Salmos 119:59-60


















viernes, 2 de diciembre de 2022

CON DILIGENCIA, 2 Crónicas 15:8-11

CON DILIGENCIA, 2 Crónicas 15:8-11

Cuando oyó Asa las palabras y la profecía del profeta Azarías hijo de Obed, cobró ánimo, y quitó los ídolos abominables de toda la tierra de Judá y de Benjamín, y de las ciudades que él había tomado en la parte montañosa de Efraín; y reparó el altar de Jehová que estaba delante del pórtico de Jehová. Después reunió a todo Judá y Benjamín, y con ellos los forasteros de Efraín, de Manasés, y de Simeón: porque muchos de Israel se habían pasado a él, viendo que Jehová su Dios estaba con él. Se reunieron, pues, en Jerusalén en el mes tercero del año décimoquinto del reinado de Asa. Y en aquel mismo día sacrificaron a Jehová, del botín que habían traído, setecientos bueyes y siete mil ovejas.
2 Crónicas 15:8-11

Prosiguiendo la lectura, llega el momento en que Asa ha de reaccionar a lo recibido por Azarías.

Según comenta el cronista, sugiere la pronta obediencia de Asa, obrando diligentemente contra la idolatría en el reino y reuniendo a Benjamín y a los de las otras tribus asilados en Judá, para ofrecer en sacrificio gran parte del botín, conseguido en su victoria sobre los de Zera etíope.

Más adelante transcurre el capítulo con la promesa de todos en Judá, de guardar fidelidad a Dios y obediencia a la ley, añadiendo el cronista que el corazón de Asa fue perfecto en todos sus días, para finalizar apuntando la paz que Dios hizo puso sobre Judá durante treinta y cinco años del reinado de Asa.

Fidelidad y obediencia que no se supo, o más bien no se quiso, guardar por generaciones anteriores. Tanto así que la mismísima generación que presenció en persona las aguas abiertas del mar rojo por el poder de Dios, que bebió aguas de una peña y se alimentó del maná, alimento exclusivo y que jamás nadie más tuvo el privilegio de degustar, esa generación entera, pereció en el desierto a causa de su incredulidad y constante rebeldía.

Pero también vemos, haciendo ejercicio de memoria, a quienes actuaron diligentemente en obediencia a Dios, de modo que su prontitud evitó muchas muertes, como es el ejemplo de Finees y su obediente reacción casi instintiva que hizo cesar la mortandad en el pueblo.

"Entonces Moisés dijo a los jueces de Israel: Matad cada uno a aquellos de los vuestros que se han juntado con Baal-peor.
Y he aquí un varón de los hijos de Israel vino y trajo una madianita a sus hermanos, a ojos de Moisés y de toda la congregación de los hijos de Israel, mientras lloraban ellos a la puerta del tabernáculo de reunión. Y lo vio Finees hijo de Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, y se levantó de en medio de la congregación, y tomó una lanza en su mano; y fue tras el varón de Israel a la tienda, y los alanceó a ambos, al varón de Israel, y a la mujer por su vientre. Y cesó la mortandad de los hijos de Israel."

"Finees hijo de Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, ha hecho apartar mi furor de los hijos de Israel, llevado de celo entre ellos; por lo cual yo no he consumido en mi celo a los hijos de Israel. Por tanto diles: He aquí yo establezco mi pacto de paz con él;"

Números 25: 5-8, 11-12

La vida de santidad requiere fidelidad y obediencia, no porque haya mérito humano alguno en la acción de la santificación en sí, la cual es obra del Espíritu Santo, sino porque para que la acción santificadora que es por el Espíritu, se lleve a cabo, es necesario que los creyentes nos dejemos santificar; esto es, que retiremos de nuestro corazón aquellos viejos altares de nuestra pasada manera de vivir y los tantos nuevos que hemos ido levantando conforme a nuestras concupiscencias.

Podemos recordar a Pablo, cómo habla a los Efesios tocante a la práctica de su vida de fe y para su perfeccionamiento en un cada vez más marcado carácter de Cristo.

"En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad."
Efesios 4:22-24

A lo que después de toda instrucción, añade:

"Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor."
Efesios 5:15-17

El Señor requiere que obremos diligentemente contra el pecado, de manera que se zanje cuanto antes y lo entreguemos en arrepentimiento, lo cual es sacrificio para la gloria del Padre por medio del Hijo, el Señor Jesucristo.

Porque un arrepentimiento sin sacrificio no es arrepentimiento, sino más bien un remordimiento de conciencia de aquel que no se quiere desprender de su pecado.

Y es que, aunque somos nuevas criaturas en Cristo, quien nos liberó de las ataduras del pecado y de la muerte, debemos reconocer que a veces nos cuesta y hasta tratamos de impedir que algún altar de nuestro corazón sea quitado para que ese espacio lo llene Cristo, en el Espíritu Santo.

Porque aunque por mucha necesidad o deseo de algo que sintamos, si ese algo nos hace transgredir la palabra de Dios, ya no hay virtud alguna en la cual pensar, porque de algún modo u otro nos alejará de Cristo, aún sea sólo en los pensamientos.

Hoy es día de tomar la palabra dada por Dios a Azarías como si fuera dirigida hacia nosotros mismos, de manera que tomemos ese altar tan preciado en nuestro corazón, del que tanto nos cuesta desprendernos, y lo destruyamos con diligencia.

Porque no es más la emoción temporal que la seguridad de la salvación en Cristo, la cual es eterna, toda concupiscencia sacrificada parecerá muy dolorosa en el principio, pero la paz del Señor pronto dará consuelo.

Y si por si acaso nuestra mirada se haya desviado de Cristo de manera que tengamos en un altar personal nuestro apoyo, recordemos estos Salmos, para que podamos afirmar, como David:

"Ciertamente como una sombra es el hombre; Ciertamente en vano se afana; Amontona riquezas, y no sabe quién las recogerá. Y ahora, Señor, ¿qué esperaré? Mi esperanza está en ti."
Salmos 39:6-7





















miércoles, 30 de noviembre de 2022

ESPERANZA, 2 Crónicas 15:3-7

ESPERANZA, 2 Crónicas 15:3-7 

Muchos días ha estado Israel sin verdadero Dios y sin sacerdoteque enseñara y sin ley; pero cuando en su tribulación se convirtieron a Jehová Dios de Israel, y le buscaron, él fue hallado de ellos. En aquellos tiempos no hubo paz, ni para el que entraba, ni para el que salía, sino muchas aflicciones sobre todos los habitantes de las tierras. Y una gente destruía a la otra, y una ciudad a otra ciudad: porque Dios los turbó con toda clase de calamidades. Pero esforzaos vosotros, y no desfallezcan vuestras manos; pues hay recompensa para vuestra obra.
2 Crónicas 15:3-7 

Continuando la lectura en el segundo libro de Crónicas, por el capítulo quince, en su inicio vemos a Azarías profetizando a Judá y a Benjamín de parte de Dios. 

Primeramente les recuerda el pacto de permanencia de la compañía y protección divina, el cual está condicionado a la obediencia del pueblo para con Dios, diciendo: "Jehová estará con vosotros, si vosotros estuviereis con Él." 

Seguidamente el profeta hará uso de memoria para trasladarse a aquel tiempo en que cada cual hacía lo que le parecía, sin regirse por la ley de Dios, el cual por la lectura Bíblica podríamos entender que refiere a tiempos posteriores a Josué en que Dios mandaba jueces de tanto en cuando y por Su misericordia, en su rescate y para restaurar la relación entre Él y Su pueblo. 

En algunas traducciones, este pasaje, en lugar de aparecer en pretérito se plantea como un porvenir, lo cual también es aceptable, ya que el hombre tiende siempre a hacer el mal y a caer en los errores del pasado. 

Sea como fuere, Azarías les plantea un escenario de desgracias que acontecieron y acontecerán a causa de la rebeldía del hombre. 

En lo que finalmente el profeta entona un "pero", que dilucidará la esperanza a Asa en su reino, como aliento e incentivo para la perseverancia en sus obras. 

Después de que el pueblo de Dios fue rescatado de la esclavitud en Egipto y tras largos cuarenta años, Josué fue llamado a seguir los pasos de Moisés, en sucesión de él, para guiar a Israel hacia la tierra de la promesa. 

De este relato recordamos un versículo clave el cual nos sirve como recurso para alentar y motivar a hermanos o a nosotros mismos en la práctica y en el perfeccionamiento de la fe. 

"Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas."
Josué 1:9 

Aunque incluye el requisito del esfuerzo y la valentía, este verso es precedido de otros, los cuales Josué deberá cumplir si es que quiere ver realizada en su vida esta promesa. 

"Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien."
Josué 1:7-8 

Dios demanda a Josué una obediencia y una permanencia fiel en Su ley y en Sus mandamientos, pero cada espacio en que insta este requisito lo concluye con afirmaciones muy alentadoras: "para que seas prosperado en cada cosa que emprendas", "porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien" y " Jehová tu Dios estará contigo en donde quiera que vayas". 

Dios es Soberano, y en su voluntad inmutable se demuestra, así como Su inmutable e inconmensurable amor y misericordia, y se muestra constantemente cercano ante aquel que se arrepiente y busca seguir Su voluntad. 

Bastaron los días en que se pensaba a Dios como en aquellos que desde el Olimpo enviaban rayos y truenos a los hombres y les atormentaban con acertijos indescifrables para llevarles a la muerte. 

El verdadero Dios no tiene nada que ver con la tiranía, sino con la soberanía, por cuanto es el Creador de todo lo visible y lo invisible, y el dador de la vida. 

Y no solamente da la vida natural, que es el respirar y que corra la sangre en las venas sino que, habiendo muerto el hombre espiritualmente hablando, a partir del pecado de Adán y así toda la humanidad por su simiente, aún Dios nos envía a Su Hijo, el cual es la vida misma, para que por Él seamos vivificados. 

Dios es Soberano pero no es tirano. Nos ha creado libres de escoger entre la vida y la muerte, recayendo sobre nosotros la responsabilidad de nuestra condena si es que decidimos rechazar la gracia de Dios por medio del Hijo, el cual pagó por nosotros la deuda entregando Su vida en la cruz del Calvario. 

Pero si por el contrario y en aceptación de la convicción de pecado, reconocemos a Jesús como Señor y Salvador personal con corazón arrepentido, Dios nos extiende Su gracia de una vez y para siempre, aplicando en nosotros la nueva vida en Cristo, la cual es eterna y justificándonos así delante de Él, por cuanto pagó con Su sangre por cada uno de nuestros pecados. 

Y los que vivimos en Él, por Él y para Él vivimos, así como dice Pablo a los Romanos: 

"Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos."
Romanos 14:8 

Y en esta nueva vida tenemos también un nuevo propósito. Del mismo modo que antes andábamos en perdición y hacia el abismo, sin más oficio que el ser pecador y mayor beneficio que la muerte, ahora andamos en luz y hacia la vida eterna, destino asegurado en Cristo por el sello del Espíritu Santo, y puestos en el mundo como portavoces y lumbreras de Cristo, para testimonio de salvación en Él. 

Como nuevamente dice Pablo, esta vez a los Efesios: 

"Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas."
Efesios 2:10 

No es que Dios obre directamente en las buenas obras que vayamos a hacer, sino que ha dispuesto buenas obras y las ha puesto a nuestro alcance para que nos ocupemos de ellas. 

Y mismamente como advertía la palabra de Dios en boca de Azarías que Su pueblo pudiera desfallecer al no esforzarse en mantenerse en Él, las bofetadas de este mundo pueden desalentar al más maduro de la iglesia, si es que se encuentra en una etapa floja en su vida devocional. 

Advertencia que Pablo da a los Efesios instándoles a tomar la salvación por yelmo y el Espíritu por espada, y llevándoles a perseverar en vigilia y ruego. 

"Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;"
Efesios 6:17-18 

Nuestra es la perseverancia aunque el sustento es en Cristo, como nuestra es la fe aunque la garantía es en el Espíritu Santo, que mora en todo creyente. 

Hoy es día de escuchar la advertencia y aferrarnos a la esperanza, que tenemos en Cristo, de vida eterna. 

Y si por si acaso tengamos la sensación de haber desfallecido antes de tiempo por no haber atentido a esta palabra, nos queda recordar el amor y las muchas misericordias de Dios para con nosotros, a todas horas. Recobraremos la esperanza cual David en sus salmos. 

"Si anduviere yo en medio de la angustia, tú me vivificarás; Contra la ira de mis enemigos extenderás tu mano, Y me salvará tu diestra. Jehová cumplirá su propósito en mí; Tu misericordia, oh Jehová, es para siempre; No desampares la obra de tus manos."
Salmos 138:7-8
























domingo, 27 de noviembre de 2022

PLENA CONFIANZA, 2 Crónicas 14:8-12

PLENA CONFIANZA, 2 Crónicas 14:8-12

Tuvo también Asa ejército que traía escudos y lanzas: de Judá trescientos mil, y de Benjamín doscientos ochenta mil que traían escudos y entesaban arcos; todos hombres diestros. Y salió contra ellos Zera etíope con un ejército de millones, y trescientos carros; y vino hasta Maresa. Entonces salió Asa contra él, y ordenaron la batalla en el valle de Sefata junto a Maresa. Y clamó Asa a Jehová su Dios, y dijo: ¡Oh Jehová, para ti no hay diferencia alguna en dar ayuda al poderoso o al que no tiene fuerzas. Ayúdanos, oh Jehová Dios nuestro, porque en ti nos apoyamos, y en tu nombre venimos contra este ejército. Oh Jehová, tú eres nuestro Dios: no prevalezca contra ti el hombre. Y Jehová deshizo a los etíopes delante de Asa y delante de Judá; y huyeron los etíopes.
2 Crónicas 14:8-12

Prosiguiendo la lectura en el capítulo catorce, por el momento vemos en Asa a un rey que tuvo la determinación de reinar conforme a la voluntad de Dios.

Hubo paz en su reinado, tiempo en que Asa aprovechó para edificar ciudades fortificadas, preparando así el reino en vista de futuros ataques.

El cronista también anota que Judá contaba un ejército total de quinientos ochenta mil soldados con escudos, que portaban lanzas y arcos.

Seguidamente nos cuenta que el etíope Zera se levantó en guerra contra Judá con un ejército doblemente mayor al suyo.

La batalla fue ordenada en el valle de Sefata, donde el procedimiento de Asa fue determinante en lo que acontecería a continuación.

Pues clamó a Dios, reconociendo Su provisión y fortaleza a todo aquel que clama Su nombre y afirmando su total apoyo en Él, en plena confianza, en solicitud de victoria.

Finalmente vemos la respuesta de Dios dando el socorro a Judá, de modo que el millón de soldados de Zera huyó de los quinientos mil del ejército de Asa.

Es sabido que las grandes y las pequeñas batallas se ganan de rodillas, por cuanto es por mano de Dios, y no del hombre, por la que obtenemos la victoria.

La oración, siempre que sea sincera y conforme a la voluntad de Dios, es la muestra irrefutable de que existe una relación de confianza, en el hombre que ora, para con su Creador.

Grandes batallas se ganaron a lo largo de la historia en Israel por haber confiado en Dios.

De entre ellas, podemos recordar la pelea que hubo en Refidim, en la que el peso de la victoria de Josué sobre Amalec recayó exclusivamente sobre las oraciones de Moisés, el cual hasta necesitó ayuda para mantener sus brazos en alto, en clamor a Dios, en todo el tiempo en que duró la batalla.

"E hizo Josué como le dijo Moisés, peleando contra Amalec; y Moisés y Aarón y Hur subieron a la cumbre del collado. Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec. Y las manos de Moisés se cansaban; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro de otro; así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol. Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada."
Éxodo 17:10-13

Podríamos recordar también la oración eficaz de Jabes, que con solamente expresar su deseo Dios le respondió favorablemente.

"¡Oh, si me dieras bendición, y ensancharas mi territorio, y si tu mano estuviera conmigo, y me libraras de mal, para que no me dañe! Y le otorgó Dios lo que pidió."
1 Crónicas 4:9-10

Y ¿qué decir del asedio que sufrió Judá en tiempos de Ezequías? Resuelto en una sola noche en respuesta a su oración, carta en mano, exponiendo en total confianza el problema a Dios y solicitando su ayuda.

"Y oró Ezequías delante de Jehová, diciendo: Jehová Dios de Israel, que moras entre los querubines, sólo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra; tú hiciste el cielo y la tierra. Inclina, oh Jehová, tu oído, y oye; abre, oh Jehová, tus ojos, y mira; y oye las palabras de Senaquerib, que ha enviado a blasfemar al Dios viviente."

"Ahora, pues, oh Jehová Dios nuestro, sálvanos, te ruego, de su mano, para que sepan todos los reinos de la tierra que sólo tú, Jehová, eres Dios."

"Y aconteció que aquella misma noche salió el ángel de Jehová, y mató en el campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil; y cuando se levantaron por la mañana, he aquí que todo era cuerpos de muertos. Entonces Senaquerib rey de Asiria se fue, y volvió a Nínive, donde se quedó."
2 Reyes 19:15, 16, 19, 35 y 36.

Del modo en que Israel experimentó batallas, asedios y amenazas en los que fue necesaria la plena confianza en Dios para poder sobrellevarlos airosamente, asimismo el Señor alertaba a Sus discípulos, diciendo:

"Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo."
Juan 16:33

Para que todo aquel que le sigue viva confiadamente en Él, y de victoria en victoria, en oración y formándonos en Cristo por el uso de Su palabra y la acción del Espíritu Santo.

Porque Cristo venció al mundo, clavando consigo en la cruz del Calvario todas las deudas, saldándolas con Su sangre y justificando así delante del Padre a todo aquel que cree en Jesús y lo reconoce como Señor y Salvador personal, en arrepentimiento de sus pecados.

En la sociedad actual en la que nos ha tocado vivir impera la ley de la inmediatez, además de todo el bombardeo de tentaciones habidas y por haber a las que accedemos fácilmente por las redes sociales.

Luego existen las enfermedades y los achaques propios de la edad, y cómo no, las dificultades que nos podemos encontrar cuando decidimos dedicarnos a la obra evangelística.

Todas estas cosas pueden provocarnos cierta inquietud que puede acrecentarse si no confiamos pronto la situación a Dios, conforme la indicación de Pablo:

"Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús."
Filipenses 4:6-7

También pudiera acontecer que caigamos en algún pecado al distraer nuestra vida devocional. Esto suele dañar bastante en lo anímico y en el ejercicio de la fe, por cuanto nos puede invadir un sentimiento de vergüenza que nos impida acercarnos a Cristo, cosa que opacaría aún más nuestro corazón.

Hoy es el día de revisar cuán fuertemente anclados estamos en Cristo y cuán afianzada nuestra confianza en Él. Podemos meditar en nuestras reacciones ante los problemas diarios y a partir de ahí, dilucidar si en dicha reacción estaba Cristo o nuestra propia manera de ser en la carne.

Si por lo que sea hayamos pecado y esta afrenta nos mantenga con miedo de acercarnos a Dios, recordemos que Él no es un tirano, sino el amoroso Padre que dio a Su Hijo para reconciliarnos en Él y darnos vida eterna.

Y para recuperar nuestra relación con Dios, así como Asa clamó en plena confianza y seguridad en Él, sirvámonos de estas palabras de aliento de Pablo, las cuales haremos bien en recordar:

"¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro."
Romanos 8:35-39














viernes, 25 de noviembre de 2022

PREPARADOS, 2 Crónicas 14:6-7

PREPARADOS, 2 Crónicas 14:6-7

Y edificó ciudades fortificadas en Judá, por cuanto había paz en la tierra, y no había guerra contra él en aquellos tiempos; porque Jehová le había dado paz. Dijo, por tanto a Judá: Edifiquemos estas ciudades, y cerquémoslas de muros con torres, puertas, y barras, ya que la tierra es nuestra: porque hemos buscado a Jehová nuestro Dios, lo hemos buscado, y él nos ha dado paz por todas partes. Edificaron pues, y fueron prosperados.
2 Crónicas 14:6-7

En los primeros cinco versículos leímos que hubo un tiempo de paz en Judá, porque Asa destruyó los lugares de adoración a los dioses paganos y dirigió al pueblo nuevamente a la ley de Dios y a sus mandamientos.

Seguidamente leemos como, a pesar de la paz reinante, Asa se preparó edificando ciudades fortificadas en Judá.

Aprovechó pues, el tiempo de paz, para ocuparse en las obras de fortificación.

Las ciudades fortificadas serán cercadas de muros, con torres, puertas y barras, para asegurar la tierra que Dios le dió.

Tirando de memoria recordaremos cómo su abuelo Roboam también tomó la determinación de fortificar ciudades en Judá.

En el caso del reinado de Roboam, el conflicto entre Judá e Israel estaba en auge por la reciente ruptura de la nación en ambos reinos. Aún así las ciudades que fortificó eran más bien las que lindaban al sur, pensando en que pudiera ser atacado por los egipcios o cualquier otra nación pagana que por ahí pudiera acceder.

Sobre las ciudades edificadas por Asa, el cronista no indica nombre, ubicación ni cantidad de ellas, sino más bien el hecho de prepararse contra un posible futuro ataque, a pesar de la paz en que se estaba encontrando el reino.

El día en que Adán pecó fue inevitable que éste se desconectara de la santa presencia de Dios, a causa de su pecado. Fue expulsado del huerto, pero no sin antes haber recibido la promesa de que Dios daría un Redentor, por medio de la simiente de la mujer, para que tanto él como toda la humanidad pudieran ser perdonados y traídos de vuelta a Su presencia.

A partir de entonces, esta promesa cuya revelación será ampliada con el paso del tiempo a las generaciones posteriores, será el objeto de la gracia de Dios, en justificación del hombre por medio de la fe en Su palabra.

Y Su palabra, la cual prometía el Mesías Redentor, no solamente a Su pueblo sino a toda la humanidad, se hizo carne, Dios Hijo manifestado en carne, nacido de una virgen y creciendo y viviendo como todos los hombres, pero sin pecado.

Para ser sacrificado cual cordero pascual, puro, limpio, sin tacha, en favor de toda la humanidad venciendo, con Su muerte y Su resurrección al tercer día, la acción del pecado y de la muerte sobre todo aquel que en Él cree.

Se dice que una persona es nacida de nuevo cuando ha creído que Jesús es el Señor y lo ha reconocido por Señor y Salvador personal, en arrepentimiento de sus pecados.

Con el nuevo nacimiento, el creyente recibe la paz de Cristo en su corazón y en él viene a morar el Espíritu Santo que lo guarda y le va formando según su nueva identidad en Él.

A su vez todos los creyentes formamos una sola unidad en Cristo, por cuanto el mismo Espíritu Santo mora en todos y cada uno de nosotros, el cual también nos posiciona como iglesia y cuerpo de Cristo.

Una iglesia que tiene como función principal la de expandir sobre la tierra el mensaje de salvación al hombre por medio de la fe en el Señor Jesucristo, por su obra salvífica en la cruz del Calvario, para el perdón de los pecados y para la vida eterna en Él.

Pero el caminar en Cristo por el mundo no es fácil. Pues ya lo dijo el Señor, que en el mundo tendríamos aflicción, a lo que añadió seguidamente "pero confiad, yo he vencido al mundo".

Pero esta confianza no se trata de una fe ciega, inactiva e infructuosa que se limita a esperar que Dios lo haga todo por el creyente; sino que, por la fe el creyente se va preparando por medio de la Palabra y de la oración en una praxis de fe cristiana y su fortaleza para soportar las adversidades que se nos presenten en nuestro diario vivir.

Porque la vida cristiana ha de alumbrar al mundo con su testimonio de salvación en Cristo. Cosa que el príncipe  de este mundo se opone, para que no les llegue la luz a los incrédulos y puedan arrepentirse.

En este sentido Pablo escribe a los Efesios una carta instructiva en cuanto a la fe y la doctrina del nacido de nuevo y a su preparación y lucha, no solamente para ejercer la labor encomendada a cada creyente como iglesia hacia el mundo, sino también para la edificación de la misma en su perfeccionamiento en Cristo, por cuanto Él es cabeza.

Por tal motivo es que el apostol concluye su epístola aconsejándoles encarecidamente que se preparen, analogizando su capacitación con una armadura, de manera que no quede área en la vida cristiana desprovista de protección.

"Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes."
Efesios 6:10-13

Todos los creyentes en Cristo hemos sido revestidos en Él, pero va a depender del uso de la fe de cada creyente que esté más o menos fortalecido en Cristo, y así superar con mayor entereza cualquier tentación o adversidad que se nos presente.

Tal como muralla a una ciudad fortificada, o como armadura a un soldado preparado contra cualquier ataque, los cristianos equipamos nuestra fe con una vida devocional activa, por el uso de la Palabra y la aplicación de la misma.

Hoy es día de revisar el amurallado de nuestra vida en Cristo y la armadura de nuestra fe en Él. Quizá si echamos una mirada introspectiva podremos detectar aquellas áreas de la vida en que debemos de fortalecer la fe.

El Espíritu Santo nos guíe por medio de Su palabra, según los pasos de Cristo y de Su carácter, para nuestra perfección en Él, y para que podamos decir como el Salmista escribió en su día:

"Mi escondedero y mi escudo eres tú; En tu palabra he esperado."
Salmos 119:114





















jueves, 17 de noviembre de 2022

COMPLETA PAZ, 2 Crónicas 14:1-5

COMPLETA PAZ, 2 Crónicas 14:1-5 

Durmió Abías con sus padres, y fue sepultado en la ciudad de David. Y reinó en su lugar su hijo Asa, en cuyos días tuvo sosiego el país por diez años. E hizo Asa lo bueno y lo recto ante los ojos de Jehová su Dios. Porque quitó los altares del culto extraño, y los lugares altos; quebró las imágenes, y destruyó los símbolos de Asera; y mandó a Judá que buscase a Jehová el Dios de sus padres, y pusiese por obra la ley y sus mandamientos. Quitó asimismo de todas las ciudades de Judá los lugares altos y las imágenes, y estuvo el reino en paz bajo su reinado.
2 Crónicas 14:1-5 

Iniciando el capítulo catorce llegamos a la muerte de Abías y a su sucesión por su hijo Asá. 

Vemos que el cronista va a resaltar, primeramente, los diez años de paz que hubo en los días de su reinado. 

Seguidamente va a apuntar el agrado de Dios hacia Asá por su obediencia a Él, por cuanto eliminó todos aquellos lugares de culto a dioses ajenos que llevaban levantados desde los tiempos en que Salomón cayó en la idolatría. 

Asimismo recalca cómo ordenó que todos en el reino de Judá buscaran a Dios y se volvieran a la ley, poniendo por obra Sus mandamientos. 

El pasaje a meditar concluye reiterando la paz que hubo en su reinado, asociándola de nuevo al hecho de su determinación por cortar por lo sano con todo tipo de idolatría habidos hasta la fecha. 

Hubo una única vez en la historia de Israel donde el reinado de un hombre se mantuvo en paz desde su inicio y hasta su fin. Este fue el de Salomón. 

Cierto es que en sus últimos días desvió su corazón a los ídolos, pero por amor a David, su padre, Dios mantuvo su reinado  en paz, debiendo ser su hijo Roboam el que presenciara la división de la nación en dos reinos y los constantes conflictos que  irían aconteciendo entre ellos. 

Salomón fue el hijo escogido por David para que le sucediera en el trono. No era el primogénito, pero sí el primero que le diera Betsabé, después del que murió a causa de su pecado. 

Y cuando David lo mandó ungir para que le sucediera en el trono, le encomendó estas primeras palabras: 

"Yo sigo el camino de todos en la tierra; esfuérzate, y sé hombre. Guarda los preceptos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y observando sus estatutos y mandamientos, sus decretos y sus testimonios, de la manera que está escrito en la ley de Moisés, para que prosperes en todo lo que hagas y en todo aquello que emprendas; para que confirme Jehová la palabra que me habló, diciendo: Si tus hijos guardaren mi camino, andando delante de mí con verdad, de todo su corazón y de toda su alma, jamás, dice, faltará a ti varón en el trono de Israel."
1 Reyes 2:2-4 

Tanto debieron calar en Salomón las palabras de su padre que, dándole Dios la oportunidad de ver materializada cualquier petición que éste le hiciera, prefirió pedir sabiduría para reinar sobre Israel según el agrado de Dios. 

Reinó pues, sabiamente, durante cuarenta años de paz y prosperidad, tiempo en que tuvo la oportunidad de escribir muchos consejos, entre estos: 

"Cuando los caminos del hombre son agradables a Jehová, aun a sus enemigos hace estar en paz con él."
Proverbios 16:7 

Y qué razón tenía Salomón, la cual confirmaría Asá con estos diez años de paz en un reino acorde a la voluntad de Dios y en obediencia a Él. 

La voluntad de Dios debía cumplirse en Su pueblo, de manera que Israel viniese a ser una luz entre las naciones, que alumbrase a todos con la promesa del Redentor y atestiguando la gloria de Dios, en obediencia a Él y según el carácter del Hijo. 

De lo que debiera a lo que fue hubo un gran trecho, que confirma la necesidad vital de un Salvador que se mantenga fiel y sometido a la voluntad de Dios, para que por medio de Él, los hombres puedan alcanzar justicia, no por su justicia propia, sino por la justificación que es por medio del que rescata. 

Un Salvador fiel, obediente pero también Eterno. Ya que jamás un pago finito puede cubrir un daño infinito, asimismo no hay hombres en la tierra ni animales tantos como para cubrir con sus sacrificios el más ínfimo de los pecados cometidos contra el Eterno Dios. Ínfimo a ojos del hombre, más con una condena eterna, por cuanto el afectado es Eterno, y por Su justicia se requiere el pago eterno. 

Envió pues Dios a Su Hijo, por amor a nosotros, para que siendo Dios y humanándose, naciera, viviera y creciera como todos los hombres, pero sin pecado. Para experimentar en su carne la ira de Dios sobre el pecado del mundo, en gran agonía y sufrimiento hasta la muerte. 

Jesús murió y fue sepultado, pero al tercer día resucitó y después de vuelto a Su gloria eterna a la diestra del Padre, hizo morar el Espíritu Santo a todo aquel que en Él cree sinceramente y con corazón arrepentido. 

Revestidos ahora de Cristo, recibimos Su vida. La cual es puesta en todos y cada uno de los creyentes en Él y en la cual vamos siendo formados por el Espíritu Santo que mora en nosotros y por medio de la Palabra. 

Cuando la palabra de Dios es aplicada a nuestra vida, nuestro carácter se va forjando más en Cristo. Y aunque el proceso de santificación viene por el Espíritu Santo, es por nuestra decisión que este proceso se dé antes que después o de una forma más sosegada o más traumática. 

De modo que el sosiego viene a ser la paz experimentada al sabernos en sintonía con la voluntad Divina, mientras que el Espíritu Santo va a inquietarnos cuando traspasamos las lindes del camino de la vida, que es Cristo, para hacernos volver a Él, por medio de esta inquietud que nos alerta de ese desvío. 

Esta paz que ha de gobernar en cada creyente es asociada por Pablo con el resultado de un caminar acorde a la nueva vida en Cristo, según escribe a los creyentes de Colosas, para que dejen de atender tanto a lo terrenal y pasajero, y se ocupen más bien de su crecimiento espiritual. 

"Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios." 

"Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos."
Colosenses 3:2-3 y 15 

Del mismo modo que  los hermanos de Colosas distrajeron su fe a causa de otras enseñanzas que los llevaban de nuevo a lo concerniente a la carne, así nos puede pasar que, por no atender a la Palabra, desviemos nuestra mira poniendo el objetivo en lo que nos roba la paz. 

Vivimos en un mundo lleno de retos, que a diario se nos presentan y que pueden suponer un estrés, si es que nos dejamos vencer por ellos. 

A veces caemos claramente en pecado por obstinación o por dejadez en nuestra vida devocional, y otras simplemente no nos damos ni cuenta. El caso es que llega cierto día en que esta paz en medio de la tormenta, que tanto nos caracteriza a los creyentes, parece que se ha esfumado. 

Hoy es día de echar una mirada introspectiva a nuestro corazón, ¿está sosegado o inquieto? 

Quizá va siendo el momento de examinar cuán sometida está nuestra carne a la voluntad del Espíritu, y de derribar aquellos altares personales que aún mantenemos en nuestro corazón. Para que, como en aquellos diez años de Asa, podamos decir, sosegadamente y de manera sincera, que en nuestra vida reina la paz de Cristo. 

¡Gracias a Dios por el Espíritu Santo que nos dirige siempre a los pies de Cristo, y nos da esta paz, que sobrepasa todo entendimiento! 

"Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado."
Isaías 26:3






















viernes, 11 de noviembre de 2022

LA ÚNICA SALIDA, 2 Cronicas 13:14-16

LA ÚNICA SALIDA, 2 Crónicas 13:14-16

"Y cuando miró Judá, he aquí que tenía batalla por delante y a las espaldas; por lo que clamaron a Jehová, y los sacerdotes tocaron las trompetas. Entonces los de Judá gritaron con fuerza; y así que ellos alzaron el grito, Dios desbarató a Jeroboam y a todo Israel delante de Abías y de Judá: Y huyeron los hijos de Israel delante de Judá, y Dios los entregó en sus manos."
2 Crónicas 13:14-16

Con lo leído hasta ahora en el capítulo trece, vemos como Abías, sucesor de Roboam, subió al monte de Zemaraim para reprochar a Jeroboam por su rebeldía en contra de la permanencia del reino unido y del trono del linaje de David, como hizo Dios pacto con él de carácter perpetuo.

Mientras este hablaba, Jeroboam colocó a sus hombres estratégicamente en situación de emboscada. Por lo que Judá acabó totalmente rodeado y sin movimiento posible a realizar que lo librara de la amenazante derrota.

Y hoy vemos cuál será la respuesta de ellos por tal de librarse de la encerrona.

Leemos pues que clamaron a Dios y los sacerdotes hicieron sonar las trompetas.
Al llamamiento de éstas, los hombres de Judá se alzaron al unísono a voz en grito, con todas sus fuerzas.

Y todo lo demás quedó de la mano de Dios, desorientando de tal manera a Jeroboam y a los suyos que acabaron totalmente derrotados.

No es que consiguiera Abías reunir de nuevo a la nación en un sólo reino, pero sí se dice que tomó varias ciudades de Israel y que, además, mientras estuvo en el trono, Jeroboam no volvió a tener poder.

La reacción de Judá parece una evocación al proceder del pueblo de Dios durante la toma de Jericó, por mano de Josué y en obediencia a la instrucción Divina.

Las instrucciones de Dios para la toma de Jericó fueron bien concretas. Ellos debían rodear la ciudad a diario durante seis días y al séptimo darían siete vueltas. El arca iría tras de siete sacerdotes que encabezarían la comitiva, los cuales harían sonar las trompetas.

Los gritos del pueblo de Dios más las bocinas, y todas esas vueltas fueron suficientes para hacer caer el amurallado de la ciudad, no por mérito alguno de ellos, sino porque Dios hizo el resto.

"Entonces el pueblo gritó, y los sacerdotes tocaron las bocinas; y aconteció que cuando el pueblo hubo oído el sonido de la bocina, gritó con gran vocerío, y el muro se derrumbó. El pueblo subió luego a la ciudad, cada uno derecho hacia adelante, y la tomaron."
Josué 6:20

Es que sólo es posible la victoria si Dios la permite y aún más, cuando es Él el que la pone directamente en manos de su pueblo.

Por contrapartida tenemos a uno de los profetas mayores cuya labor jugó un papel muy importante en la historia de Israel, este es el profeta Jeremías. Pues llamándole Dios desde su juventud para advertir duramente sobre las desastrosas consecuencias que caerán sobre Israel si no se vuelven de la idolatría, antes de escucharlo, lo llevaban preso o le maltrataban duramente para que dejase de profetizar. Esta situación se extendía a lo largo de su ministerio el cual no fue corto, y estuvo plagado de impedimentos y dificultades en su vida personal. Por lo que su estado de ánimo flaqueaba a menudo, tanto así, que popularmente se le conoce como el profeta llorón.

En la angustia de su encarcelamiento y sintiéndose fracasado como profeta, la tentación de desistir tomaba cada vez más forma en su mente, no así en su corazón. Dios le presentó la salida, reconduciéndolo a través del clamor a Él.

"Vino palabra de Jehová a Jeremías la segunda vez, estando él aún preso en el patio de la cárcel, diciendo: Así ha dicho Jehová, que hizo la tierra, Jehová que la formó para afirmarla; Jehová es su nombre: Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces."
Jeremías 33:1-3

Cosas grandes y ocultas que lo alentarían a continuar soportando la adversidad, como la revelación de los misterios de la salvación en el Mesías prometido del linaje de David, la esperanza de una nueva vida en Él y Su perpetuo reinado.

Y así es como se cumpliría esta promesa, viniendo a nosotros la única salida de la condena a muerte a la que estábamos ligados desde Adán, la cual es el Señor Jesucristo, el Mesías prometido. El cual vino a entregarse a Sí mismo en pago por nuestros pecados, venciendo así el dominio de la muerte en todo aquel que en Él cree y lo reconoce como Señor y Salvador personal.

Jesús murió, resucitó, ascendió a los cielos y aún ha de volver según Su promesa, para tomar Su trono en todo Su poder y Su gloria y para juzgar y destruir por completo toda la maldad.

Mientras tanto los creyentes en Cristo somos receptores de una nueva vida en Él, la cual es eterna, por cuanto es la vida del Hijo que nos es dada. Y siendo aceptos como hijos de Dios y puestos como iglesia por el Espíritu Santo, de quien venimos a ser morada, Dios promete nunca desampararnos, llevándonos por el Divino propósito de la expansión del mensaje de salvación en Cristo a todo el mundo.

Y aunque debemos permanecer en este mundo plagado de tentaciones y maldad, mientras habitamos nuestro cuerpo corruptible, nos alentó el Señor, diciendo: " He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo."

A veces atravesamos momentos en que sin darnos cuenta nos vemos rodeados de problemas o tentaciones que nos abruman.

Pudiera acontecer que, cual Jeremías, nuestro ánimo flaquee hasta querer desistir del camino. Pero siempre vamos a tener el Espíritu que no nos dejará hundirnos en la desesperación.

Hoy es día de reaccionar a toda la adversidad que venía asediándonos y no vimos venir hasta tenerla encima, y hacer como Judá en medio de la emboscada, clamar a Dios, reconociendo la única salida.

Cristo es la única salida a toda tentación y a todo mal. Recordémoslo siempre, tomando para nosotros estas palabras de Pablo:

"No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar."
1 Corintios 10:13



















jueves, 10 de noviembre de 2022

EMBOSCADA, 2 Crónicas 13:13

EMBOSCADA, 2 Crónicas 13:13

Pero Jeroboam hizo tender una emboscada para venir a ellos por la espalda: y estando así delante de ellos, la emboscada estaba a espaldas de Judá.
2 Crónicas 13:13

Durante el sermón en el monte de Zemaraim pareciera que Abías estaba siendo escuchado por su adversario y que de un momento a otro podría interactuar en respuesta, fuera hostil o amistosa.

Pero el silencio de éste no era porque estuviera prestando la más mínima atención, sino porque mientras tanto, él andaba en sus planes.

Y es que Jeroboam dejaba que Abías se explayara con su discurso mientras le tendía una emboscada.

El sucesor e hijo de Roboam y sus hombres no se percataron de la estrategia de Jeroboam. Cuando quisieron darse cuenta ya estaban más que rodeados y no veían por dónde salir.

La emboscada no se trataba de una táctica para nada novedosa en Israel, ya que la habían utilizado en varias batallas, como por ejemplo la emboscada que organizó Josué en Hai para tomar la ciudad y que resultó en una contundente victoria:

"Entonces Josué y todo Israel se fingieron vencidos y huyeron delante de ellos por el camino del desierto. Y todo el pueblo que estaba en Hai se juntó para seguirles; y siguieron a Josué, siendo así alejados de la ciudad."

"Y levantándose prontamente de su lugar los que estaban en la emboscada, corrieron luego que él alzó su mano, y vinieron a la ciudad, y la tomaron, y se apresuraron a prenderle fuego."

"Josué y todo Israel, viendo que los de la emboscada habían tomado la ciudad, y que el humo de la ciudad subía, se volvieron y atacaron a los de Hai."
Josué 8:15-16, 19 y 21

Aún así, Abías se confió sin tener en cuenta este factor sorpresa.

Desde que el mundo es mundo, es decir, tras la caída de Adán, el hombre está sumido en el reto de buscar a Dios, de encontrarlo y estar en Él.

Porque el ser humano fue creado para la gloria de su Creador. Pero cuando el hombre cayó quedó totalmente desligado de Él y desprovisto de Su amparo.

En Su amor y misericordia y para la reconciliación, Dios mandó a Su Hijo , a quien antes anunció desde el principio de este mundo, para que todo aquél que en Él creyere pudiera alcanzar Su gracia y adorar a Su creador, ahora sí, por medio del Hijo.

Alcanzar esta gracia es una tarea tan sencilla como difícil se la quiera hacer el hombre. Es decir, sólo requiere de la fe y el reconocimiento de Jesús como Dios, Señor y Salvador personal, en convicción de pecado.

Pero como desde Adán hay "algo" que nos seduce a nuestra independencia, la humanidad vive creándose emboscadas a sí misma contínuamente, por la acción del pecado que la lleva a buscar otros dioses donde depositar su adoración.

Porque hasta el más ateo está lleno de ídolos en su corazón, para empezar su propio ego, y a partir de ahí todo lo que le va saliendo durante la levedad de la permanencia del ser en su cuerpo de muerte, en el transcurrir de su vida.

Y para esto vino Dios Hijo por primera vez en forma de hombre, creciendo y viviendo como tal, pero sin pecado. Para dar Su vida en pago por los pecados de todo el mundo, anulando la acción de la muerte en toda justicia.

De toda la vida la salvación del hombre sólo es alcanzable por gracia, por medio de la fe.

Así como Abraham creyó y le fue contado por justicia, de la misma manera fueron justificados los hombres de Dios habidos en toda la historia veterotestamentaria, y con mayor incentivo desde la consumación de la obra en la cruz del Calvario por el Señor Jesucristo. Que no sólo vino a morir, sino que a atestiguar Su Deidad y a marcar la senda de la justicia verdadera, la que lleva a la vida en Él, y no la de la ley que recibieron de Moisés, aquella que sólo sirve para emboscar al hombre en su estado pecaminoso.

El creyente en Cristo es rescatado y puesto en una nueva identidad en Él por la acción del Espíritu Santo, morada y sello de pertenencia a la familia de Dios.

A pesar de esta nueva identidad espiritual adquirida en Cristo, seguimos arrastrando la humana mientras vivimos en este mundo con nuestro cuerpo atado al desgaste, a la pasada manera de vivir y a la muerte física.

El Espíritu y la carne se oponen entre sí, de manera que si por el Espíritu somos reconvenidos según el propósito de Dios, el cual atañe a la santificación y a la expansión del evangelio para la salvación de las almas, por la carne los creyentes podemos ser llevados a la inactividad, al descuido e incluso a la muerte.

Ya previno el Señor a sus más allegados discípulos, a aquellos a quienes les pidió que le acompañasen en su angustia, aquella noche en Getsemaní.

"Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil."
Mateo 26:41

Porque el cansancio de ellos era tal que acababan sucumbiendo a la tentación de cerrar los ojos y dormir mientras Jesús oraba.

Las tentaciones son como telas de araña que se tejen alrededor de la persona, a modo de emboscada. Cuanto más pobre sea la vida devocional con Dios y la práctica de la fe cristiana, más espacio dejamos para que las tentaciones tejan sus redes, silenciosamente, hasta acabar irremediablemente atrapados por ellas.

Es un común denominador en el cristianismo actual que tendemos a satanizar las tentaciones o a pensar que las ponga Dios para probarnos... Nada más lejos de la realidad, sino como explica Santiago:

"Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte."
Santiago 1:13-15

Una concupiscencia es un deseo prácticamente incontenible e inherente del ser humano, el cual es aplacado y puede llegar a ser totalmente superado y debilitado tanto como tan ejercitado e implicado esté el creyente en lo concerniente al Espíritu, que es su posicionamiento en la Palabra y relación con Dios.

Claro, no será la primera vez que hemos descuidado nuestra vida de fe y, distraídos por lo que no aprovecha, nos haya ocurrido con la tentación como lo ocurrido a Abías, que sin darse cuenta se encontró rodeado por los hombres de Jeroboam.

Hoy es día de examinar en qué estado se encuentra nuestra relación con nuestro Padre celestial y, en conocimiento de nuestra carne, por cuanta cada uno conocemos nuestra pasada manera de vivir, reconducir nuestros pasos sanamente y alejados de todo aquello de lo que pudiéramos sentir atracción y sernos tropiezo.

Quizá Abías se confió demasiado acercándose a Zemaraim, no apreciando para nada lo peligroso de la situación. Sea que podamos aplicar esta idea en nuestra vida, tomando también para nosotros este consejo de Pedro:

"Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar;"
1 Pedro 5:8



















ACTITUD VICTORIOSA, 2 Crónicas 20:15-17

ACTITUD VICTORIOSA, 2 Crónicas 20:15-17 Y dijo: Oid, Judá todo, y vosotros moradores de Jerusalén , y tú, rey Josafat. Jehová os dice así: N...