viernes, 17 de febrero de 2023

SIN LUGAR A BURLA, 2 Cronicas 18:31-34

SIN LUGAR A BURLA, 2 Crónicas 18:31-34

Cuando los capitanes de los carros vieron a Josafat, dijeron: Este es el rey de Israel. Y lo rodearon para pelear; mas Josafat clamó, y Jehová lo ayudó, y los apartó Dios de él; Pues viendo los capitanes de los carros que no era el rey de Israel, desistieron de acosarle. Mas disparando uno el arco a la ventura, hirió al rey de Israel entre las junturas y el coselete. Él entonces dijo al cochero: Vuelve las riendas, y sácame del campo, porque estoy mal herido. Y arreció la batalla aquel día, por lo que estuvo el rey de Israel en pie en el carro enfrente de los sirios hasta la tarde; y murió al ponerse el sol.
2 Crónicas 18:31-34

Continuamos reflexionando en el capítulo dieciocho del segundo libro de Crónicas, donde se encuentran Acab y Josafat recibiendo la palabra de Dios por medio del profeta Micaías, tocante a si salir o no en guerra contra Ramot de Galaad. 

El profeta de Dios claramente advierte que la batalla dará como resultado la muerte del rey de Israel. A lo que Acab, muy airado contra el vidente, lo echa a la cárcel a pan y agua hasta que el rey vuelva de la guerra. 

Una vez dispuestos a batallar, a pesar de la advertencia divina, Acab convino con Josafat que él se disfrazaría como cualquiera de sus soldados, entrando en batalla entre ellos, mientras que el rey de Judá mantenía su atuendo real. 

Así esperaba Acab burlar la palabra de Dios dada por el profeta, intentando salir airoso mientras dejaba a su futuro consuegro en una situación peligrosa, ya que el enemigo lo confundiría fácilmente con él, dándole muerte. 

Sin embargo, redacta el cronista que una flecha al azar truncó sus planes, hiriéndolo de tal manera y en tales circunstancias que no pudo hacer más que dejarse morir, cumpliéndose así lo decretado por Dios. 

La voluntad de Dios es contundente, no así como la voluntad del hombre, que es más bien circunstancial, de modo que hoy puede decidir hacer ésto y mañana desdecirse y hacer aquello, según le conviene en el momento. 

A lo largo de toda la historia, la humanidad va dando bandazos en sus decisiones, todas ellas encaminadas a su propio interés. 

A pesar de esto, el decreto de Dios con respecto a Su creación es inamovible y hace cumplir Su voluntad para con toda ella, al márgen de cualquier esfuerzo humano o sobrehumano de frustrar Su designio. 

Hoy leímos sobre el fin de Acab, quien pasó a la historia como el peor rey habido sobre Israel, que no supo gobernar a derechas, conforme a la voluntad de Dios, sino más bien llegó a ser un títere en manos de su mujer pagana Jezabel y su afán por destruir todo lo divino, imponiendo sus ídolos con sus artes seductoras. 

Cabe decir que ella también acabó mal, aunque la crónica se centra en el rey de Israel y no por él, sino por el peligro que le supuso al rey de Judá el decidir emparentar con él y hacerse partícipe de sus nefastas decisiones. 

Aunque viéndolo de lejos y desde nuestra vida redimida en Cristo, podemos rasgar nuestros vestidos al más puro estilo del fariseo que juzga a otro, lejos de juzgar tanto la conducta de Acab, por pretender burlar a Dios, como la de Josafat por permitirse participar de ello, el texto nos invita a mirar introspectivamente nuestra manera de vivir la fe y la aceptación de la voluntad de Dios en nuestro día a día. 

No hay creyente exento de encontrarse en situaciones en las que Dios dice claramente en Su palabra cómo obrar, mientras que, a su parecer y según le apetece, acabe creyendo pretenciosamente que el Señor va a hacer una excepción con él. 

Y es que el pensamiento de que Dios vaya a hacer una excepción con nosotros no proviene del Espíritu, sino es nuestra soberbia manifestándose e intentando vanamente que la voluntad divina se acomode a nuestro interés. 

Pero como somos de Dios, la vida de los redimidos en Cristo tiene un propósito, que se cumplirá sí o sí a pesar de las consecuencias derivadas de las decisiones que tomemos al márgen de Él. 

Consecuencias que deberemos sobrellevar con humildad y gratitud, las cuales nos van a servir para recordar que es Dios quien sabe lo que nos conviene y que, a pesar de todo, el Señor nos encamina incluso cuando, por nuestra obcecación, hayamos caído en aquella situación tan insostenible que ya no sabemos ni por dónde tirar. 

Ahí es cuando nos ocurre lo que a Josafat, que estando a punto de morir en manos de los de Ramot de Galaad no le quedó otra que clamar a Dios. 

Hoy va a ser el día en que nuestro paso se encamina firmemente sobre la voluntad de Dios. 

Siendo que si como Acab, hemos buscado salir airosos al márgen de Su palabra, recordemos tal advertencia:

"No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna."
Gálatas 6:7-8

Y si, como en el caso de Josafat, nos vemos envueltos en el problema por habernos dejado llevar por otros, no nos olvidemos nunca de clamar a Dios. Cantaremos, pues:

"Venid, oíd todos los que teméis a Dios, y contaré lo que ha hecho a mi alma. A él clamé con mi boca, y fue exaltado con mi lengua. Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría escuchado. Mas ciertamente me escuchó Dios; Atendió a la voz de mi súplica. Bendito sea Dios,que no echó de sí mi oración, ni de mí su misericordia."
Salmos 66:16-20

















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