viernes, 30 de diciembre de 2022

EL PODER DE LA PALABRA, 2 Crónicas 17:9-11

EL PODER DE LA PALABRA, 2 Crónicas 17:9-11

Y enseñaron en Judá, teniendo consigo el libro de la ley de Jehová, y recorrieron todas las ciudades de Judá enseñando al pueblo. Y cayó el pavor de Jehová sobre todos los reinos de las tierras que estaban alrededor de Judá; y no osaron hacer guerra contra Josafat. Y traían de los Filisteos presentes a Josafat, y tributos de plata. Los Arabes también le trajeron ganados, siete mil setecientos carneros y siete mil setecientos machos cabrío.
2 Crónicas 17:9-11

Nos encontramos en un punto de la lectura en que el cronista va a presentar el poder en el reinado de Josafat. 

Inicialmente ya se nos presentó como aquel que anduvo en los primeros caminos de David y que, por tanto, Dios estuvo con él. 

Seguidamente, entre los versos seis y ocho, nos describe el desarrollo natural de un corazón verdaderamente dispuesto al servicio y a la fidelidad a Dios. 

Mostrándonos cómo el crecimiento y la expansión interna del conocimiento y la aplicación de la ley de Dios, en el trono y en las instancias superiores, iban a llevar sí o sí la expansión de la Palabra al resto del pueblo. 

Y en este punto nos encontramos el pasaje a tratar: 

En el versículo nueve vemos que los príncipes enviados por Josafat y acompañados por los levitas y sacerdotes seleccionados por él, recorrieron todas las ciudades del reino enseñando el libro de la ley, no parafraseada o dicha de memoria, sino llevándola consigo, de modo que era exclusivamente la ley de Dios la que se enseñaba, y nada más. 

El libro de la ley de Jehová, como leemos en el Antiguo Testamento, no solía referirse a un sólo libro, que para entonces se presentaba en formato de rollo, sino del compendio de los cinco libros Mosáicos, los comprendidos desde el Génesis y hasta el Deuteronomio y que comúnmente conocemos como el Pentateuco. 

En este caso podríamos entender que la enseñanza se basara directamente en el libro de Deuteronomio, que es el que comprende el recordatorio de la ley dada por Dios a Moisés en el Sinaí y lo acontecido durante los cuarenta años de vagar en el desierto. 

La enseñanza y aplicación de la ley no se presentan solas, sino que mediante sendas conjunciones copulativas, el cronista añade dos consecuencias positivas, como resultado de ésta. 

La primera es el poder que adquiere el reino de Judá a ojos de sus vecinos, los cuales, se dice, no osaron hacer guerra contra Judá. 

La segunda es cómo, ese poder que el reino obtiene con la ley de Jehová, no solamente lo salvaguarda de los peligros que le rodean, sino que aún éstos mismos le van a ofrecer presentes, tributos de plata e incluso el cronista nos enumera un muy sustancioso regalo de ganado por parte de los árabes. 

Los peligros que acechaban al reino de Judá no eran pocos, los egipcios, los filisteos y los edomitas, así como los etíopes o cualquier otra nación vecina, eran aférrimos enemigos de Israel, a excepción de los tiempos en que hubo alianzas diplomáticas con ellas, durante el reinado de Salomón. 

Pero la implantación y aplicación de la ley en Judá le otorgó poder ante los ojos de su enemigo, que ya no solamente desestimó atacarle, sino que además le temía al punto de servirle con tributos y ofrendas. 

La ley de Jehová no sólo se entiende como la ley Moisáica recibida en el Sinaí, sino que es la totalidad de la palabra de Dios.

La palabra de Dios es poderosa, por cuanto es creadora y sustentadora de vida. 

En el Salmo treinta y tres, tocante a la Palabra, el salmista dice así: 

"Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca."
Salmos 33:6

Es esta palabra descrita en este Salmo, en la Septuaginta traducida como Logos (Λόγος), de la que se hará uso Juan para describir al Señor Jesucristo como el Dios Creador y el Dador de vida, así como, dice, en él estaba la vida, la luz de los hombres.

Y el autor de la carta a los Hebreos describe el poder de Su palabra como la base del sustento de toda la creación:

"Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas,"
Hebreos 1:1-3

El Señor, siendo Dios y el sustentador de toda la creación, se hizo hombre. ¡El Eterno y Todopoderoso Dios haciéndose accesible a los hombres!

Cumpliendo con Su plan de salvación, trazado desde antes de la fundación del mundo, murió en la cruz del Calvario entregando Su santa, perfecta e impecable vida (la cual es eterna) en pago por nuestros pecados y librándonos de la acción de la muerte por medio de Él, habiendo tomado de nuevo Su vida al tercer día, tal como anunció a sus discípulos. 

Aunque también, avisó, el cristiano no hallaría paz en el mundo, sino aflicción, siendo Él nuestra paz, alentándonos seguidamente: "Pero confiad, yo he vencido al mundo". 

¡Tamaña y contundente declaración de victoria! Pues Cristo, venciendo al mundo, no nos puede llevar a otro estado que el de la victoria, a los que hemos creído en Él y lo tenemos por Señor y Salvador personal. 

Aunque creyentes en Cristo, somos humanos. Y en esta humanidad debemos reconocer que no siempre vivimos con la expresión victoriosa de Cristo como estandarte. Sino que este mundo puede llegar a resultarnos tan cruel que existen momentos en que la desesperación o la impotencia irrumpa en nuestro ánimo.

En base al texto reflexionado y mirándonos introspectivamente con respecto a nuestra actitud, reacción o estado en que afrontamos aquellos momentos difíciles que nos rodean, hoy es día de meditar hasta qué punto estamos dejando que sea la Palabra de Dios la que dirija nuestra vida y no nuestro propio parecer. 

Porque el poder de la Palabra de Dios es mayor que todos los peligros juntos que nos acechan. 

Y por si nos sentimos desbordados por el peligro que nos rodea, sea nuestra paz fortalecida con los siguientes versos:

"Todo el día mis enemigos me pisotean; Porque muchos son los que pelean contra mí con soberbia. En el día que temo, Yo en ti confío. En Dios alabaré su palabra; En Dios he confiado; no temeré; ¿Qué puede hacerme el hombre?"

Salmos 56:2-4 





















viernes, 23 de diciembre de 2022

EL BUEN EJEMPLO, 2 Crónicas 17:3-4

EL BUEN EJEMPLO, 2 Crónicas 17:3-4

Y Jehová estuvo con Josafat, porque anduvo en los primeros caminos de David su padre, y no buscó a los baales; Sino que buscó al Dios de su padre, y anduvo en sus mandamientos, y no según las obras de Israel.
2 Crónicas 17:3-4

Alcanzamos el capítulo 17 del segundo libro de Crónicas donde se nos presenta a Josafat, el hijo y sucesor de Asa.

Sobre él podemos saber, a través de la lectura en el primer libro de los Reyes, que comenzó a reinar a los treinta y cinco años y su reinado duró veinticinco.

Se habla de él que siguió el buen ejemplo de su padre Asa, en cuanto a rectitud y bondad delante de Dios, y que hizo paz con el rey de Israel, además de expulsar a los sodomitas del territorio de Judá.

En el caso de la lectura en crónicas hay datos que no se muestran o se nombran más adelante, enfatizando más sobre el fortalecimiento del reino durante el trono de Josafat y el favor de Dios para con él, en consecuencia de su buen hacer delante de Dios.

Y es que se dice de él que siguió los primeros pasos de David, los buenos, los anteriores a los pecados que recayeron en fatal consecuencia para con su familia por el resto de su vida.

Además dícese que no buscó a los baales, y con baales no entendemos sólo a los dioses hechos por manos de hombres, sino a los mismos hombres, si éstos son tomados en mayor consideración que Dios. Algo así como hizo Asa al enfermar de los pies, que acudió a los médicos pero no a su Creador.

Y otro punto de contraste para con su padre, a pesar de seguir su ejemplo, es nombrado cuando se recalca que Josafat anduvo en los mandamientos de Dios y no según las obras de Israel.

Porque en este punto es donde cayó Asa que, fijándose en los hechos de Israel, acabó haciendo lo mismo que éste, que fue aliarse con su enemigo en lugar de sostenerse en la ley de Dios y en sus mandamientos.

Y leemos, en el inicio del pasaje a reflexionar, la consecuencia de haber tomado el buen ejemplo de sus padres: Jehová estuvo con él.

Estamos en fechas en que se celebra mundialmente la Navidad. Es una festividad que conmemora el nacimiento de Jesús y en alusión a los presentes que le dieron los magos de oriente, los padres hacen regalos a sus hijos haciéndoles creer que estos magos son tres y que aún existen hoy día, y que tienen la capacidad mágica de trasladarse a todo lugar a tiempo de entregar todos los regalos a todos los niños del mundo mientras éstos duermen. Cosa que la calidad y cantidad de regalos, dicen sus padres, depende de cómo se han comportado durante el año, ya que estos magos pueden también verlo todo, por lo que conocen cuándo el niño se porta bien o mal.

Pero el verdadero sentido navideño no reside en regalos, ni en fiestas pomposas, ni en atracones a dulces, comilonas o bebidas alcohólicas.

Navidad, derivada de la palabra Natividad, significa "nacimiento" y sólo puede tener sentido en Cristo, que siendo Dios, se manifestó en carne, naciendo humildemente como un bebé que no tenía más lugar donde acostarse que un pesebre, que por definición es un recipiente donde se le echa de comer a los animales.

Y en ese recipiente, entre pañales, un bebé, Dios con nosotros, Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios, el Redentor prometido desde que Adán fuera expulsado de Edén tras su pecado.

Dios se hizo hombre para cumplir con Su promesa de redención, consumada en la cruz del Calvario.

Con esta consumación,Jesús nos abrió el acceso a la vida eterna, por medio de la fe en Él. De modo que a todo aquel que en Él cree, en reconocimiento de sus pecados y en aceptación a Él como Señor y Salvador personal, le es quitada la condena a muerte que pesaba sobre él por las deudas de sus pecados (Dios pagó en su carne por esos pecados en la cruz, para librarnos de ellos en toda justicia), y le es dada la nueva vida en Él, para justificación en Cristo delante del Padre.

Pero no nació el Señor y creció de repente para ir a muerte y "ya está", aunque tras Su muerte vino Su resurrección, y después vendrá Su vuelta. Sino que siendo Dios Hombre se sujetó como todo hombre a las leyes naturales que afectan en el ámbito humano, como el tiempo, el crecimiento físico e intelectual y la madurez en Su capacitación para llevar a cabo Su ministerio.

Y con toda esta sujección en lo humanamente hablando y en Su obediencia a la voluntad del Padre se presenta a nosotros como el ejemplo a seguir, el modelo, el excelente paradigma para todo hombre.

Porque Él es Dios, se cumple en Él lo que dice el autor de la epístola a los Hebreos:

"Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado."
Hebreos 4:15

Totalmente impecable, el único modelo que podemos seguir a pies juntillas, estando ciertos que imitándole a Él no hay nada malo que podamos cometer.

Claro, nosotros no somos Dios, de modo que, aunque el Espíritu Santo mora en cada creyente y lo va encaminando al carácter de Cristo mediante Su palabra y la aplicación de ella en su vida, podemos ir cometiendo fallos y sucederán mientras ocupamos este cuerpo terrenal, corruptible y perecedero.

Lo que se nos hace necesario mirar a Él, recordando que dijo "aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón", asimismo como asevera Pablo en la mimetización de Su carácter:

"Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo."
1 Corintios 11:1

Porque hay que reconocer que, por ser el summum de la perfección, se nos complica muchas veces imitar directamente a Cristo, no porque no se pueda, ya que debemos hacerlo, sino por nuestra debilidad que nos limita.

Y por ello es bueno asirse de hermanos fieles que van mostrando Su carácter, de manera que se hace más fácilmente asimilable en su práctica.

Pongamos que nos va a ser más accesible imitar a Pablo que al Señor. Imitando pues a Pablo en lo que él imita al Señor, ya estamos adquiriendo el ejemplo de Cristo.

Pero, ¡cuán difícil se nos hace, a veces, en la cotidianidad de nuestro día a día en este mundo contaminado de pecado, y más en medio de las adversidades!

Otra dificultad añadida es la pluralidad de carácteres dentro de la unidad eclesial, por cuanto cada uno tenemos nuestra propia personalidad y formas de entender la vida en Cristo, dentro de la fe en Él y conforme a la idiosincrasia personal.

Consejo escribió Pablo a los hermanos de Filipos, para que en esta diversidad no se vieran tentados a mirar los defectos de cada cual, sino que en lo bueno se fueran edificando.

"Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros."
Filipenses 4:8-9

Hoy es día de meditar sobre a quién tenemos como ejemplo de vida, si a un hermano, si a nuestros padres... si al ideal que es Cristo...

Y si por si acaso sintamos dificultad por seguir en la rectitud de aquellos primeros caminos de David, tal como se dice que siguió Josafat, aferrémonos a estas palabras, recordando que no es por nosotros sino por el Espíritu Santo que nos encamina:

"Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios; tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud."
Salmos 143:10

















viernes, 16 de diciembre de 2022

FATAL DESENLACE, 2 Crónicas 16:10-13

FATAL DESENLACE, 2 Crónicas 16:10-13

Entonces se enojó Asa contra el vidente, lo echó en la cárcel, porque se encolerizó grandemente a causa de esto. Y oprimió Asa en aquel tiempo a algunos del pueblo. Mas he aquí, los hechos de Asa, primeros y postreros, están escritos en el libro de los reyes de Judá y de Israel. En el año treinta y nueve de su reinado, Asa enfermó gravemente de los pies, y en su enfermedad no buscó a Jehová, sino a los médicos. Y durmió Asa con sus padres, y murió en el año cuarenta y uno de su reinado.
2 Crónicas 16:10-13

Ultimamos los detalles de la vida y el reinado de Asa, que Dios ha permitido al cronista plasmar en este libro.

En su trono vimos ejemplaridad de obediencia y fidelidad a Dios por largos años. Pero lamentablemente llegó el momento en que al cronista le tocó anotar los postreros hechos de su reinado, que no tienen nada que ver con los primeros.

El colmo llega a su punto más álgido cuando, enviado Hanani a reprender a Asa su tamaño error al aliarse con el filisteo, el rey no sólo desoye la palabra, sino que aún reacciona violentamente echándolo a la cárcel.

Cabe decir que el encarcelamiento no suponía, como entendemos hoy, la mera retención de una persona en una celda en contra de su voluntad. Sino que aún al preso se le infligía tortura, en el sentido en que debía estar incómodamente atado en un madero de modo que no pudiera moverse.

En algunas traducciones al español, el enojo de Asa se expresa como enfurecimiento, indignación e irritación o ira.

Pero su soberbia reacción no quedó ahí, en lo que pudiera ser un mero arrebato humano, del cual nadie es libre de ser llevado por él en momentos de obcecación, y del cual uno se arrepiente.  Sino que aún se relata que también ejerció opresión sobre algunos del pueblo.

Continuando la lectura, tres años pasaron desde la alianza de Asa con el filisteo, tiempo más que suficiente para enmendar su error y volverse a Dios.

Lamentablemente el cronista relata que, habiendo enfermado gravemente de los pies, el rey no acudió a Dios, sino a los hombres.

Y es que Asa pareció llevarse el orgullo pegado a sus pies, aquellos pies que no acudieron a Dios en el peor momento de su vida, apresurándolos neciamente a la muerte.

Le aconteció que sus pies se apartaron de la ley y no quisieron volver después de ser amonestado. En consecuencia le sobrevino así como el proverbio advierte:

"La reconvención es molesta al que deja el camino; y el que aborrece la corrección morirá."
Proverbios 15:10

Leído ésto, es una lástima que tras su tan buen inicio y sus consiguientes años de consagración a Dios en su reinado, Asa acabara tan mal en sus últimos tres años de vida, y todo por no querer reconocer su error sino más bien mantenerse en él.

Este terrible acontecimiento acaecido a Asa en sus últimos años de reinado no aparecen en el relato del primer libro de los Reyes, sino tan sólo una breve mención a su enfermedad.

No obstante el cronista sí que fue inspirado a plasmarlo en este pasaje, por lo cual nos sirve como contraejemplo del buen proceder del hombre de Dios, además de recordarnos que ni el más fiel y confiado en Dios está libre de acabar tropezando sus pies al finalizar el trayecto de su vida sobre la tierra.

Y para que no nos ocurra como a él, será bueno preguntarnos: ¿Cómo pudo llegar a aliarse con su enemigo después de las victorias y la paz que gozó tras teinta y cinco años de su reinado, gracias a Dios? ¿Cómo es que reaccionó tan mal ante la reprensión del profeta? ¿A qué se debió esa hostilidad posterior contra algunos del pueblo? ¿Tuvo oportunidad de arrepentirse?

Primeramente Asa se debió acomodar en la paz de su reinado. Al no recibir amenazas de guerra por largo tiempo, debió descuidar su necesidad de acudir a Dios en el resto de la cotidianidad en sus asuntos reales.

Esto puede acontecerle a alguien que ha alcanzado, como él, una estabilidad que lo hace sentir fuerte, autosuficiente y seguro de sí mismo.

En prevención, nosotros nos asiremos del aviso de Pablo:

"Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga."
1 Corintios 10:12

En cuanto a su reacción contra Hanani, podemos ver un claro rechazo hacia la confrontación, por cuanto no quería arrepentirse.

Esto acontece muy a menudo durante la exposición del evangelio, que provoca el rechazo de muchos. No porque el evangelio sea digno de rechazar, sino porque sus conciencias se ven golpeadas y se resisten al arrepentimiento.

"Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas."
Juan 3:20

También esto puede acontecer al creyente, que sabiendo que ha obrado mal, rechace la amonestación para que su obra no sea expuesta.

En contraposición a ésto, deberíamos buscar precisamente el rechazo de todo lo malo que puede haber en nuestra vida. Porque no somos libres de caer así como de cometer errores a lo largo de un sólo día, deberíamos empaparnos de la disposición de David por mostrarse íntegro delante de Dios, de manera que antes de recibir amonestación alguna, podamos clamar a Dios tal como él dijo:

"Escudríñame, oh Jehová, y pruébame; Examina mis íntimos pensamientos y mi corazón."
Salmos 26:2

Tocante a la opresión que ejerció luego a algunos del pueblo, como si le hubiera sabido a poco encarcelar al profeta, sólo podemos observar el resultado del rencor y del resentimiento de quien hace de un enfado momentáneo un estado permanente en su corazón.

Por aquí corremos peligro muchos, por no decir todos, que venciéndonos por el estrés diario o cualquier otro motivo que nos provoque irritación, no lo resolvamos lo antes posible, sino que, alargando la molestia, influya en nuestro entorno y al resto de áreas en nuestro diario vivir.

Dos advertencias nos servirán en este caso:

"Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo."

"Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados;"
(Efesios 4:26-27 y Hebreos 12:15)

Finalmente vimos que Asa tuvo tres años para arrepentirse y clamar a Dios, al contrario se mantuvo en su pecado. Quizá por orgullo, pero también pudiera ser que aquel acto público de encarcelar a Hanani y de castigar con dureza a sus defensores le provocara tal vergüenza que no se sintiera digno de acudir a Dios, fatal error por su parte, acudiendo finalmente a los mortales.

Hoy es día de meditar en el estado de nuestro corazón, de modo que no haya un pecado que nos esté estorbando en el mantenimiento de nuestra relación con Dios o nos haga sentir indignos de acudir a Él, por no haber querido arrepentirnos en su día.

Si es el caso, Dios es grande en misericordia y jamás rechaza un corazón arrepentido, ¿pudimos arrepentirnos antes de causar menos dolor del que causamos? Probablemente sí, pero nunca es tarde para acudir a nuestro Padre celestial.

"Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro."
Hebreos 4:15-16
























jueves, 8 de diciembre de 2022

EN CONSECUENCIA, 2 Crónicas 16:8-9

EN CONSECUENCIA, 2 Crónicas 16:8-9

Los etíopes y los libios, ¿no eran un ejército numerosísimo, con carros y mucha gente de a caballo? con todo, porque te apoyaste en Jehová, él los entregó en tus manos. Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él. Locamente has hecho en esto; porque de aquí en adelante habrá más guerra contra ti.
2 Crónicas 16:8-9

Estas palabras que leemos son las que profirió Hanani a Asa, porque éste hizo alianza con Ben-adad por tal de zafarse de Baasa, quien pretendía airlarlo, sitiando Rama.

Pues a Asa no le pasó por la cabeza clamar a Dios, como fue lo esperable según sus experiencias pasadas, sino que esta vez hizo tal cual el rey de Israel, aliarse con este rey pagano y no sólo eso, sino que además le entregó la plata y el oro de la casa de Dios, añadiendo también del suyo propio.

Y aquí encontramos a Dios recordándole a Asa, a través del profeta, los grandiosos ejércitos que le vinieron en contra, en su pasado, y sobre los que obtuvo la victoria gracias a Dios, por apoyarse en Él.

Y añade, ya que al parecer a Asa se le había olvidado:

"Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él."

A Asa le tocará vivir a partir de ahora en consecuencia de sus actos, sabiendo que de las guerras anunciadas ya no le librará Dios.

De este tipo de consecuencias está llena la historia de Israel, y no solamente por rebeldía o dejadez, sino que hasta a Abraham, quien era considerado por Dios mismo como Su amigo, le tocó sufrir las consecuencias de haber aceptado junto con Sara, ocuparse por su cuenta de hacer cumplir el pacto de Dios del hijo de la promesa.

Sucedió pues que, en su ignorancia y estupefacción ante la promesa de darles un hijo a tan avanzada edad y con la matriz seca de Sara, se estimó la necesidad de que Abraham se llegara a su esclava y de ahí naciera el hijo prometido.

Claro, les nació un niño, pero ni de lejos el hijo de la promesa, que debía nacer de Sara y no de su esclava.

En consecuencia, de las generaciones de este hijo surgirán los más aférrimos enemigos de Israel, por cuanto al descender también de Abraham, se sentirán en derecho de reclamar su heredad.

Desde entonces y hasta la fecha, Israel se ha visto siempre envuelto en conflictos con la descendencia de Ismael, el que fuera el hijo de la esclava.

A veces nos preguntamos  por qué nos suceden tantas cosas malas, o por qué parece que vivimos en un continuo proceso, largo, tedioso y tortuoso.

Y debemos reconocer que nos gusta pensar que es Dios que nos está procesando porque nos ama, (eliminando de la ecuación los continuos desplantes a él en nuestras tomas de decisiones, grandes o pequeñas, en nuestro diario vivir).

Cierto es que el Señor nos advirtió que en el mundo tendríamos aflicción, pero Dios no es como esos dioses tiranos que imaginamos en el Olimpo, que con alzar un dedo y apuntar al desgraciado mortal desde una nube, lo termianaba de desgraciar de por vida o de aniquilar, no sin antes hacerle pasar por ridículas pruebas llenas de aún más ridículos enigmas, para hacerle sufrir pensando que se podía zafar de la muerte.

No, los sufrimientos extra no vienen de parte de Dios, sino a consecuencia de las decisiones que tomamos en la vida sin tenerle en cuenta a Él, y aún deberíamos estar agradecidos de que nos guarda de no sufrir consecuencias peores.

A Asa se le estaba advirtiendo que a partir de su mala decisión ahora iba a estar sufriendo más guerra contra él.

Hoy es día de tomar sabiamente este texto y trasladarlo a un análisis retroactivo de cuántas decisiones al día tomamos sin tener en cuenta a nuestro Padre celestial y desatendiendo el consejo del Espíritu Santo.

Aún estamos a tiempo de gritar, cual Pedro en medio de las aguas, diciendo: "¡Señor, sálvame!" , y Él nos tenderá la mano para retornarnos a un corazón apaciguado en medio de la tormenta.

Pongamos desde ya todos nuestros asuntos en manos de Dios, reconociendo nuestros errores y entregándoselos con humildad, clamando:

"Oye, oh Jehová, y ten misericordia de mí; Jehová, sé tú mi ayudador."
Salmos 30:10





















miércoles, 7 de diciembre de 2022

EL RECURSO HUMANO, 2 Crónicas 16:1-3

EL RECURSO HUMANO, 2 Crónicas 16:1-3

En el año treinta y seis del reinado de Asa, subió Baasa rey de Israel contra Judá, y fortificó a Rama, para no dejar salir ni entrar a ninguno al rey Asa, rey de Judá. Entonces sacó Asa la plata y el oro de los tesoros de la casa de Jehová y de la casa real, y envió a Ben-adad rey de Siria, que estaba en Damasco, diciendo: Haya alianza entre tu y yo, como la hubo entre tu padre y mi padre; he aquí yo te he enviado plata y oro, para que vengas y deshagas la alianza que tienes con Baasa rey de Israel, a fin de que se retire de mí.
2 Crónicas 16:1-3

Durante la lectura de los capítulos catorce y quince de este libro, hemos leído sobre la ejemplaridad de Asa en cuanto a fidelidad y obediencia a Dios, y por ende la paz que Dios le otorgó en su reino.

Pero ahora el cronista nos comenta que al paso del tiempo, concretamente a los treinta y seis años de su reinado, el rey de Israel quiso aislar a Judá fortificando Ramá.

Y nos relata cuál fue su primera reacción y su consiguiente actuación ante este conflicto.

Si este capítulo no existiera, en el sentido en que el Espiritu Santo no hubiera inspirado al cronista a plasmarlo, no habríamos dado crédito a esta forma de actuar, por el gran contraste que hay entre este Asa y su alter ego del pasado.

Pues si anteriormente Asa proclamaba y se apoyaba claramente y ante todos en el poder de Dios en obediencia a Su palabra, los años de trono y de paz lo acomodaron en tal zona de confort que se olvidó por completo de las batallas de las que le libró Dios y cómo por su obediencia y fidelidad era que reinó la paz sobre Judá.

En la comodidad de su reino todo esto se le olvidó, por lo que echó mano de lo que había aprendido por antecedencia.

Y es que, viéndose inmediatamente sitiado por Baasa, no reaccionó clamando a Dios. Como bien hizo en su día al verse atacado por Zera el etíope, el cual le venía con un ejército de millones y aún así tuvo que huir y acabó cayendo, porque Dios le otrogó la victoria.

Sino que esta vez optó por echar mano de un recurso tan humano como el de aliarse con una nación pagana y poderosa que lo ayudara a zafarse del sitio que le estaba levantando su reino hermano, Israel.

(Claro, que previamente Baasa ya se había aliado con Ben-adad, pero eso no justifica que Asa lo debiera de hacer como algo correcto ante los ojos de Dios.)

De este modo Ben-adab llegó a poseer tesoros que fueron anteriormente dedicados a Dios en Su templo, además de los tesoros del rey.

Es un acto muy humano querer depender de uno mismo sin contar con Dios, aunque en el empeño uno acabe depositando la confianza en algo perecedero.

Y es que desde que el mundo es mundo, el hombre funciona así, desde Adán, quien fuera el primero en mostrar esta conducta, la cual arrastró a la muerte a toda la humanidad por su simiente corrompida por el pecado.

Y cual Asa permitió que las manos paganas de Ben-adad poseyeran tesoros que jamás debieron de salir de la casa de Dios, Adán en su caída permitió que el dominio del mundo cayera en manos de Satanás. Un domimio que, en virreinato con Dios, jamás debió salir de su competencia.

Un dominio que previamente fue dado por Dios a Adán, para que este reinara sobre la tierra según la voluntad divina, y el mismo que lo dio, que además es Eterno y Creador de todas las cosas, es el mismo que puede quitarlo.

Y en Su plan eterno volverá a tomar Su trono, viniendo primeramente para salvar al hombre del dominio del pecado y de la muerte. Para, a su vuelta, reinar eternamente en todo Su poder y Su gloria.

Porque tal plan no fue trazado en lo imprevisto de la circunstancia del pecado de Adán o de la pérdida de éste de su dominio sobre las criaturas de la tierra. Sino que desde antes de la fundación del mundo y de los tiempos, en la eternidad, el Hijo estaba dispuesto para morir y reinar, para sufrir y glorificarse, para someterse y sujetar, restituyendo en Él todo lo que parecía haberse perdido con Adán. 

Varón de dolores y experimentado en quedranto lo llamó Isaías, mientras profetizaba sobre Él durante el cumplimiento de Su obra salvífica en la cruz del Calvario, derramando Su sangre en remisión de pecados, no de uno ni de dos ni de tres, sino de los pecados de todo el mundo. Así como anunciaban Pablo y Juan:

"Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero."

"Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo."
(1 Timoteo 1:15 y 1 Juan 2:2)

Así es que, de todo el mundo, todo aquel que cree en el Señor Jesucristo y lo reconoce como Salvador personal en arrepentimiento de sus pecados , es receptor de Su vida por gracia de Dios.

Y por tanto, ya no comparecerá ante Dios con su pecaminosa vida condenada a muerte, sino revestido de la perfecta, santa y eterna vida de Cristo, justificándole delante del Padre.

¡Qué paz tan grande la de saberse rescatado de las garras de la muerte! Porque además no es una paz sujeta a las circunstancias, sino existente a pesar de ellas, porque es el Eterno Padre quien la da y el Espíritu el que la aplica en Cristo.

Suele ser coincidente en todo cristiano que en los primeros pasos en Cristo desdeñamos todo aporte y apoyo que no sea puramente Bíblico y espiritual tocante a Cristo.

Esta es una fase en que el conocimiento de Dios aún es poco, pero la fe y la fidelidad a Él y a Su palabra, aunque no se entienda aún bien del todo, se muestran fervorosamente ancladas y manifestadas por doquier, a veces hasta con vehemencia.

Una fe como la de los años fieles de Asa, totalmente dirigida a Dios, y así su eficacia.

Pero al tiempo corremos el peligro de que nos vaya aconteciendo como a él, que lo que para nosotros antes sería impensable hacer, por entenderlo pecaminoso, en el ejercicio de nuestra libertad en Cristo y conforme a nuestra fe, acabamos asimilándolo hasta como un recurso práctico en nuestro diario vivir, hasta el punto de poder llegar, si es que nuestra vida devocional anda en flojera, a apoyarnos en cualquier recurso humano antes que en Dios, a tenor de que las consecuencias, aun aparentemente buenas, debiliten aún más nuestra relación con Él.

Asa acabó dándole a un rey pagano el oro y la plata de la casa de Dios, ¿será que acaso nosotros no estemos invirtiendo de nuestro tan valioso tiempo, el cual antes ocupábamos en exclusiva a nuestra vida devocional, en pos de recursos totalmente humanos, perecederos e infructuosos, para salir de los problemas que se nos van presentando en el día a día?

Hoy es día de valorar nuestros apoyos, si es que nuestra confianza está fundamentada en Cristo o en cualquier otra cosa.

Y si por si acaso nos encontramos metidos de lleno en lo que no aprovecha, errar es de sabios, como se dice, y volver a apoyarse en Cristo lo es aún más. Retengamos la observación del Salmista.

"Consideré mis caminos, y volví mis pies a tus testimonios. Me apresuré y no me retardé en guardar tus mandamientos."
Salmos 119:59-60


















viernes, 2 de diciembre de 2022

CON DILIGENCIA, 2 Crónicas 15:8-11

CON DILIGENCIA, 2 Crónicas 15:8-11

Cuando oyó Asa las palabras y la profecía del profeta Azarías hijo de Obed, cobró ánimo, y quitó los ídolos abominables de toda la tierra de Judá y de Benjamín, y de las ciudades que él había tomado en la parte montañosa de Efraín; y reparó el altar de Jehová que estaba delante del pórtico de Jehová. Después reunió a todo Judá y Benjamín, y con ellos los forasteros de Efraín, de Manasés, y de Simeón: porque muchos de Israel se habían pasado a él, viendo que Jehová su Dios estaba con él. Se reunieron, pues, en Jerusalén en el mes tercero del año décimoquinto del reinado de Asa. Y en aquel mismo día sacrificaron a Jehová, del botín que habían traído, setecientos bueyes y siete mil ovejas.
2 Crónicas 15:8-11

Prosiguiendo la lectura, llega el momento en que Asa ha de reaccionar a lo recibido por Azarías.

Según comenta el cronista, sugiere la pronta obediencia de Asa, obrando diligentemente contra la idolatría en el reino y reuniendo a Benjamín y a los de las otras tribus asilados en Judá, para ofrecer en sacrificio gran parte del botín, conseguido en su victoria sobre los de Zera etíope.

Más adelante transcurre el capítulo con la promesa de todos en Judá, de guardar fidelidad a Dios y obediencia a la ley, añadiendo el cronista que el corazón de Asa fue perfecto en todos sus días, para finalizar apuntando la paz que Dios hizo puso sobre Judá durante treinta y cinco años del reinado de Asa.

Fidelidad y obediencia que no se supo, o más bien no se quiso, guardar por generaciones anteriores. Tanto así que la mismísima generación que presenció en persona las aguas abiertas del mar rojo por el poder de Dios, que bebió aguas de una peña y se alimentó del maná, alimento exclusivo y que jamás nadie más tuvo el privilegio de degustar, esa generación entera, pereció en el desierto a causa de su incredulidad y constante rebeldía.

Pero también vemos, haciendo ejercicio de memoria, a quienes actuaron diligentemente en obediencia a Dios, de modo que su prontitud evitó muchas muertes, como es el ejemplo de Finees y su obediente reacción casi instintiva que hizo cesar la mortandad en el pueblo.

"Entonces Moisés dijo a los jueces de Israel: Matad cada uno a aquellos de los vuestros que se han juntado con Baal-peor.
Y he aquí un varón de los hijos de Israel vino y trajo una madianita a sus hermanos, a ojos de Moisés y de toda la congregación de los hijos de Israel, mientras lloraban ellos a la puerta del tabernáculo de reunión. Y lo vio Finees hijo de Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, y se levantó de en medio de la congregación, y tomó una lanza en su mano; y fue tras el varón de Israel a la tienda, y los alanceó a ambos, al varón de Israel, y a la mujer por su vientre. Y cesó la mortandad de los hijos de Israel."

"Finees hijo de Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, ha hecho apartar mi furor de los hijos de Israel, llevado de celo entre ellos; por lo cual yo no he consumido en mi celo a los hijos de Israel. Por tanto diles: He aquí yo establezco mi pacto de paz con él;"

Números 25: 5-8, 11-12

La vida de santidad requiere fidelidad y obediencia, no porque haya mérito humano alguno en la acción de la santificación en sí, la cual es obra del Espíritu Santo, sino porque para que la acción santificadora que es por el Espíritu, se lleve a cabo, es necesario que los creyentes nos dejemos santificar; esto es, que retiremos de nuestro corazón aquellos viejos altares de nuestra pasada manera de vivir y los tantos nuevos que hemos ido levantando conforme a nuestras concupiscencias.

Podemos recordar a Pablo, cómo habla a los Efesios tocante a la práctica de su vida de fe y para su perfeccionamiento en un cada vez más marcado carácter de Cristo.

"En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad."
Efesios 4:22-24

A lo que después de toda instrucción, añade:

"Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor."
Efesios 5:15-17

El Señor requiere que obremos diligentemente contra el pecado, de manera que se zanje cuanto antes y lo entreguemos en arrepentimiento, lo cual es sacrificio para la gloria del Padre por medio del Hijo, el Señor Jesucristo.

Porque un arrepentimiento sin sacrificio no es arrepentimiento, sino más bien un remordimiento de conciencia de aquel que no se quiere desprender de su pecado.

Y es que, aunque somos nuevas criaturas en Cristo, quien nos liberó de las ataduras del pecado y de la muerte, debemos reconocer que a veces nos cuesta y hasta tratamos de impedir que algún altar de nuestro corazón sea quitado para que ese espacio lo llene Cristo, en el Espíritu Santo.

Porque aunque por mucha necesidad o deseo de algo que sintamos, si ese algo nos hace transgredir la palabra de Dios, ya no hay virtud alguna en la cual pensar, porque de algún modo u otro nos alejará de Cristo, aún sea sólo en los pensamientos.

Hoy es día de tomar la palabra dada por Dios a Azarías como si fuera dirigida hacia nosotros mismos, de manera que tomemos ese altar tan preciado en nuestro corazón, del que tanto nos cuesta desprendernos, y lo destruyamos con diligencia.

Porque no es más la emoción temporal que la seguridad de la salvación en Cristo, la cual es eterna, toda concupiscencia sacrificada parecerá muy dolorosa en el principio, pero la paz del Señor pronto dará consuelo.

Y si por si acaso nuestra mirada se haya desviado de Cristo de manera que tengamos en un altar personal nuestro apoyo, recordemos estos Salmos, para que podamos afirmar, como David:

"Ciertamente como una sombra es el hombre; Ciertamente en vano se afana; Amontona riquezas, y no sabe quién las recogerá. Y ahora, Señor, ¿qué esperaré? Mi esperanza está en ti."
Salmos 39:6-7





















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